No te aseguro que pueda estar el viernes a la hora de las brujas pero lo intentaré. He pasado una noche maravillosa soñando contigo. Espero que el siguiente relato de una nueva experiencia entre nosotras dos te guste.
Cuando entran en el coche, Bibi se coloca en el asiento de atrás y aunque se quiere hacer notar adoptando insinuantes posturas, es totalmente ignorada por la pareja. Los acaba de conocer en un bar nocturno se ha sentido atraída por Isabel del hombre apenas sabe nada acompañaba a Isabel cuando se adentro en el pub en busca de una copa.La casa a la que la conducen se encuentra a las afueras de la ciudad. Mientras el coche zizaguea por calles casi vacías, su orgullo herido por la indife-ren-cia de sus compañeros le impide preguntar. El coche se detiene ante la verja de una casa de campo. Cruzan un minúsculo jardín dirigiéndose hacia la entrada princi-pal de la vivienda. La oscuridad del lugar, impide ver con detalle hasta encontrarse en el interior de la casa. Bibi es conducida a una amplia estancia decorada con muebles rústicos a tono con el lugar. Intuye que podría tratarse de un antiguo silo o establo ya que tanto de sus vigas de madera negra como de algunas paredes cuelgan todavía algunas argollas. Enfrente de la entrada, un sofá a juego con la decoración, recorre una pared en toda su longitud, otra, contiene una gran alacena, en donde además de una colección de discos de pasta y un viejo equipo de música, existe un buen surtido de bebidas. Una luz indirecta deja a la estancia en una suave penumbra.
Isabel desaparece hacia el interior de la casa y el hombre le sirve un generoso wisky. Bibi, que odia el wisky, no tiene ningún reparo en aceptarlo y beber aunque se siente algo mareada. A continuación él pone en marcha el tocadiscos y la invita a bailar.
Bibi, subyugada por la fortaleza que emite la figura el hombre, acepta y desde los primeros instantes se incrusta en él intentando que su pubis se acople con el sexo de su compañero. Su boca busca su cuello y comienza a cubrirlo de húmedos besos.
Cuando regresaIsabel, lo hace completamente desnuda. Su blanquísima piel contrasta con la oscuridad del lugar. Su único atuendo es una tira de cuero negro alrededor de su cuello, de la que cuelga una anilla de metal. Con paso decidido se acerca a los bailari-nes, sujeta a Bibi por detrás, le hace girar la cabeza bruscamente y le da un largo beso en la boca. Manteniendo inmóvil a Bibile dice a compañe-ro:
- ¡Desnudála!
n El hombre, obedeciendo la orden, rompe los botones que cierran el vestido, le arranca violentamen-te el sujetador y rasga el suave tejido de su braga. La rapidez y violencia del acto, la sorpren-den, provocándole además una fuerte excita-ción, especial-mente al notar el examen que él hace de su cuerpo sin ropa. Bibi permanece inmovilizada por la mujer, hasta que el romano, completamente desnudo, se sienta en el sofá que se encuentra enfrente y comienza a pelar su descomunal verga.
- ¡Ponte esto!, le increpa Iasbel a Bibí ofreciéndole un artilugio similar al que ella lleva en el cuello y que termina en una larga cadena. ¡Prepárate! ¡vas a mamáserla, perra!
Bibi, hace mención de dirigirse hacia el sofá, sin embargo un brusco tirón de la cadena que la sujeta por el cuello, junto con la sorpresa y el dolor lacerante que súbitamente siente en su espalda, le hacen detenerse. Vuelve la cabeza y un grito de sorpresa surge de su garganta cuando ve el pequeño látigo que esgrime la mano Isabel que la mira con desprecio. Igno-rando su terror la mujer continúa azotándo-la mientras que con imperio-sos movimien-tos de la cadena le obliga a ponerse de rodillas.
- ¡Ponte a cuatro patas, y ve a chuparla!
Bibi, fuertemente atemorizada y al mismo tiempo sintiendo una fuerte punzada en su sexo inicio de una incipiente excitación intenta ponerse de pie rebelándose contra la humillación que está sufriendo, pero la mujer no se lo permite. Vuelve a caer de rodillas sin acabar de creer que la situación sea real. Por fin, resignada a obedecer, se pone a gatas, y sintiéndose tremendamente ridícula, inicia lentamente el camino que la separa del sofá donde el hombre continua acari-ciando su verga. A pesar de su actitud sumisa Bibi tira de la cadena mientras sigue golpeando con fuerza sus nalgas con el pequeño látigo.
- ¡ Vas a obedecer a mi hombre en todo lo que te mande!
Bibi, esperando que la parte dolorosa del juego haya finalizado, llega hasta los pies del hombre y sentada en el suelo, acomodándose entre las velludas piernas, toma con suavidad la picha y se la introduce en la boca. El hombre se incorpora ligeramente en el asiento realizando un brusco movimien-to con el que introdu-ce su verga profundamente en la boca de Bibi hasta casi chocar con la garganta provocándole nauseas. La polla entra y sale de su boca, aumentando si cabe su tamaño, mientras Bibi lucha a duras penas para evitar las arcadas que cada embestida le produce.
Cuando Bibi comienza a excitarse, Isabel tira violenta-mente de la cadena hacia atrás impidiendo que su felación pueda conseguir el orgasmo del hombre. De nuevo, una y otra vez, B ibi intenta golosamente reiniciar la forzada caricia haciendo que su boca se adapte de nuevo a la gruesa polla, pero tantas veces como el hombre está a punto de derramar-se , el tirón de Isabel disminuye su erección.
- ¡Chupáme los cojones!.
Bibi sujeta la verga firmemente con la mano y bajando la cabeza busca con su lengua el escroto del hombre y comienza a lamerlo con fruición, dejando en su piel un reguero de vello y sali-va. Su mano continua realizando ritmicamente movimien-tos masturba-to-rios que el hombre recibe con evidentes muestras de placer.
Isabel, que ha permanecido hasta entonces a espaldas deBibi, la empuja violentamente haciéndola caer de lado al suelo a los pies del romano. El hombre, excitado por la acción de su compañera la toma brusca-men-te con sus vigorosos brazos y la coloca sobre sus piernas, hundiendo la polla hasta el fondo de su coño.Isabel, evidentemente complacida, comienza a cabalgar sobre el cipote que la atravie-sa, apoyando despectivamente uno de sus pies sobre el cuerpo de Bibi para facilitar su movimien-to. Apenas comenzada la galopada, su interior queda inundado por la espesa y abundante leche del macho. Casi inmedia-ta-men-te lanza un grito frenético y cae exhausta y satisfecha so-bre el hombre, entrelazando sus cuerpos sudorosos.
Bibi permanece olvidada a sus pies hasta que transcurridos unos minutos que le parecen siglos, Isabel se pone en pie y le ordena al macho:
- ¡Méala!
El romano, obediente, coge su verga y la dirige a los pechos deBibi , que recibe el caliente chorro imaginándose que se trata del esperma liberado tras un intensísimo placer que ella no ha provocado. Se siente terriblemente humillada pero se mantiene en silencio mientras el liquido amarillo se derrama sobre su cuerpo.
- ¡Acariciate!, ordena la mujer.
Bibi, lleva su mano al clítoris y comienza a frotarse salvajemen-te al tiempo que logra correrse.
- ¡Méala en la boca!
El líquido se dirige a la cara de Bibi, que lo recibe con profundo placer, pero sin dejar de mostrar los últimos espasmos de su orgasmo.
Esta situa-ción, completa-men-te nueva para Bibi, le hace sentirse ridícula. Una inexperta aprendiza de puta entre dos sádicos que la utilizan como juguete. Lo que Bibi pensaba que iba a ser una noche de placer, en pareja o en trío, llena de nuevas y excitan-tes experiencias se había converti-do en una nueva experiencia de incalculables consecuencias de incierto final.
Sacándola de sus reflexiones, Isabel tomando la cadena que pende del cuello de Bibi, comienza a arrastrarla hacia una de las paredes de la habitación.
- Ahora te vamos a follar ¡puta!
- El hombre y su compañera sacan unas largas tiras de cuero con las que la atan, sujetando sus manos a dos argollas que penden de la pared y sus pies a dos anillas incrustadas en el suelo. Abierta completamen-te de pies y manos, formando una X perfecta, ofrece su sexo, completamente seco a la lujuriosa mirada de los dos desconocidos.
(CONTINURÁ te lo prometo) |