Hacia tantos dias que no nos veiamos, que el tiempo se me estaba haciendo eterno. Llevaba toda la tarde sin hacer las cosas a derechas, pendiente del reloj y de que pasaran las horas. Por fin dieron las diez de la noche. Esa era la hora en la que vendrias a buscarme. Puntual como siempre, llamaste a mi puerta y cuando abri, te encontre con una sonrisa radiante en tu mano dos rosas rojas que me ofreciste como saludo. Ya estaba vestida y dispuesta para salir, de forma que despues de poner las rosas en un jarroncito, cogi mi bolso y bajamos a la calle. Hablamos poco, como si la emocion de estar juntos fuera suficiente para los dos. Cogimos el coche y te propuse ir a cenar a una venta que hay en los montes de Malaga. Desde alli, hay una vista preciosa de la ciudad, sobre todo por la noche. Toda iluminada y con el puerto en el centro. Es una vista de postal. Como no conocias el camino, te indique la carretera que tenias que tomar. Hay muchas curvas hasta llegar a la venta y no hay mucho trafico, por lo que se puede ir muy tranquilo. Ademas es un placer el respirar el aire con olor a pino y sentir el frescor de la noche. De vez en cuando, soltabas una mano del volante y la apoyabas en mi muslo, cosa que hacia que me entraran pequeños escalofrios y que te mirara con ternura. Llegamos a la venta y nos sentamos en una mesa junto al ventanal que da a la ciudad. Mientras se acercaba el camarero me comentaste que te habia gustado mucho el paseo hasta alli y que la vista merecia la pena. Durante la cena hablamos de mil cosas sin importancia, pues lo verdaderamente importante, era el estar juntos. Me contaste cosas de tus viajes y actuaciones mientras yo te miraba a los ojos y escuchaba con atencion cuanto me decias. Con la comida nos terminamos la botella de rioja que habias pedido para acompañar a la carne. Y como siempre que bebo un poquito, se me estaba empezando a subir a la cabeza. Para terminar nos tomamos un chupito al que nos invito el camarero y nada mas salir de la venta y camino del aparcamiento, te abrace para sentir tu presencia, mientras tu acariciabas mi pelo y te inclinabas sobre mi para besarme. Nos metimos en el coche y comenzamos el camino de regreso a la ciudad. Por el camino, te dije que pararas en un recodo de la carretera. Despues de apagar el motor, nos quedamos los dos en silencio, cogidos de la mano, como si fueramos dos colegiales. Desde esa parte de la carretera no se veia la ciudad y al estar en completa oscuridad, habia una panoramica fantastica del cielo estrellado. Me encanta mirar las estrellas en los dias calidos del verano, sobre todo desde los sitios apartados en los que ninguna luz distorsiona tan magnifico espectaculo. Me deje caer hacia ti para permitir que pasaras el brazo por encima de mis hombros y contemplar las estrellas asi, muy juntos. Deseaba que volvieras a besarme y tu te inclinaste sobre mi para morder suavemente mis labios, mientras mi lengua entraba en contacto con la tuya y las dos juntas iniciaban una especie de baile ritual, mientras se perseguia una a la otra. Tu mano se apoyo sobre mi pecho y lo presionaste delicadamente, cosa que hizo que un escalofrio recorriera mi espalda. Cada vez mi deseo por ti se estaba haciendo mas grande. Despues de estar un rato asi, pusiste el motor en marcha y continuamos en camino de regreso hacia mi casa, pues ese era el punto final de nuestro viaje y al cual estabamos los dos ansiando llegar. Presintiendo lo que alli iba a ocurrir entre los dos y sintiendo que la noche aun era muy joben y que tendriamos tiempo para amarnos hasta el amanecer... |