Ref: Proxi al parque puesto el 5/10/99 0:38 |
Oraciones con cartílago Si estás angustiado se te presentan dos opciones: escribir una novela o reventar el escaparate de una joyería. Comprarte ropa nueva, cambiar de coche y descubrir un vino nuevo son alternativas comunes que no te aliviaran de tu aburrimiento vital. Conozco mujeres que aligeran su angustia biográfica contándote su raspado de matriz, pero sé de otras mujeres, muchacho, que tienen esa extraña y distinguida manera de andar que sólo se consigue si te metieron un balazo en la cadera. Una puta de carretera me dijo en una ocasión: Esta vida es arrastrada, sórdida y enfermiza, es cierto, pero te aseguro que a los hombres, como a los coches, se les conoce mejor cuando una se echa de espaldas debajo de ellos" También me dijo que los seres humanos son todos iguales y que la única diferencia está en el mal sabor de boca que te dejan. Era de una asquerosa franqueza:"Diez años en este maldito abrevadero me enseñaron que que el hombre es un producto lácteo: mucha publicidad pero te jode el estómago". No me gusta mi vida. No tengo problemas económicos, mis hijos carecen de antecedentes penales y almuerzo cosas con cuyo buen aspecto podrían ganar un concurso de belleza. Pero no me gusta vivir en un cementerio de ocho pisos. Y echo de menos los benditos malos tiempos, muchacho, cuando en tu coche viajaban tres tipos con cuyas cicatrices podrías haber hecho un cesto de mmbre. El sexo reglamentario me interesa poco. Necesito regresar donde soliía, con aquellas mujeres que te masticaban entre las piernas y en cuyas bocas tus besos salpicaban como una pisada en un charco de semen. A veces no sabías si aquel rictus en sus labios era una sonrisa o un maldito arañazo. Esa clase de mujer, amigo mío, no se anda con cumplidos. A una de ellas la llevé de cena a un sitio elegante y después de haberse comido cien gramos de caviar, dijo: " No entiendo que te cobren tanto dinero por echarte en el plato dos cucharadas de de moho. Esta clase de comidas no va conmigo. Una mujer como yo está asqueada de las cosas fláccidas. Te juro que en el club de alterne incluso las heces del barman tienen hueso". ¡Cosas con hueso! Eso es la vida: cosas vertebradas, algo sólido, el beso escalofriante de una de esas mujeres, muchacho, la clase de gente con la que me he jugado la salud y el dinero, ¿sabes?, tipos que calientan las manos meando en ellas, mujeres, maldita sea, por cuyo cuerpo el sudor core como una hebra de ámbar, como un fibroma en llamas, como el cartílago de una oración... Jose Luis Alvite. Hoy tambien sembrado en la última de diario 16 |
Ref: Proxi al parque puesto el 5/10/99 0:48 |
Buenas noches Leía yo esa columna de Alvite, esta mañana, cuando vi a esa mujer con "esa distinguida manera de andar que sólo se consigue si te metieron un balazao en la cadera", poco después se reía mucho y preguntaba ¿pero que es esto? y yo tampoco lo sabía. Solo supe que la peseta que quedaba de non, fue a parar a la hucha de la mas pequeña. Uno nunca fue muy partidario de respetar las prohibiciones, pero si consecuente con la palabra dada y complaciente con las sugerencias hechas en voz muy baja. ***Proxi con una risotada resonando todavía dentro de mi coche. |
Ref: Sigfrido puesto el 5/10/99 0:56 |
Buenas noches, literarios. |
Ref: SOCRATES puesto el 5/10/99 9:29 |
De los anales de la "LA ULTIMA CARGA DE LA BRIGADA LITERARIA" (III) Querido General LONXE: Todo está presto para iniciar la gran ofensiva. Finalmente subiremos a las alturas de SHAN-TI-AGO en tres oleadas. Llegaán en priomer lugar las fuerzas aerotransportas de la teniente PALPITO, que se pondrán bajo su prudente mando la jornada del viernes. Segun el plan descenderán varios kilómetros al norte del objetivo (esperemos que no vaya a caer en pleno océano, ju ju) Seguirán las aguerridas huestes de los comandantes YOI & CANDELA cuyos hazañas cuando eran conocidos como Bonnie & Clide de seguro que sembrarán el pánico entre las fuerzas enemigas. Casi a la par iniciarán su ataque la sargento NOVA, cuya potencia de fuego resultará a todas luces demoledora para abrir brecha. A la vez, la capitaana ARGA realizará una maniobra envolvente desde el norte completando la pinza aprisionadora que nos hará con el contraol de la ciudad. Al anochecer llegaré yo e iniciará la limpieza calle por calle, casa por casa, taberna por taberna, restaurante por restaurante, pub por... estooooo, bueno, lo que usía tenga a bien ordenar... Aún está pendiente de confirmar la presencia de nuestra zapadora DUENDE, que tiene en la enfermería a alguno de sus muchachos y no desea arriesgar innecesariamente sus valiosas vidas. He procedido a transmitir la orden de que habrá reunión de todos los mandos en el #parque de GIO el miércoles 6 de octubre, a las 23,30, donde se dará cuanta de los últimos detalles para la operación, se distribuirán mapas actualizados de la zona, así como puntos de abastecimiento, y se repartirá un ágape de camaradas que estreche los lazos de nuestras aguerridas tropas y eleve la moral hasta el máximo que las ordenanzas y la buena cuna permitan ¡hip! ¡hip! ¡hurra! Una vez preparado todo, esperamos que tan sólo la suerte no nos sea adversa, pero ya sabemos que aunque "fortuna regis mundi" también sonríe a los audaces y en audacia no tenemos mucha competencia. Suyo affmo. Mayor SOCRATES |
Ref: Mackay a Pálpito y Lía puesto el 5/10/99 10:44 |
Perdón por la extensión de todo esto, pero es que no he podido reducirlo más. Es un desenlace, aunque supongo (y espero :-) ) que se os ocurra algún epílogo, o algo así. Por eso no pongo el "FIN" (escribid, escribid, atad cabos :-) ). |
Ref: Perdigón y Ancara (I) puesto el 5/10/99 10:46 |
Iroste, que se había adelantado a su padre, sus caballeros y Ancara, se detuvo cuando vio venir a Marmenn. El demonio, al reparar en el príncipe, dejó de reír, pero siguió sonriendo mientras le miraba con odio. Ordenó a los demonios que le acompañaban que se detuviesen, y se aproximó en solitario al príncipe. Detrás de Marmenn, sus tropas terminaban de exterminar a las fuerzas de Atfal. Iroste notó que alguien se le acercaba por detrás, y supo que se trataba de Ancara, que se detuvo a escasa distancia de su espalda. Marmenn se mostraba exultante. Se detuvo, sujetó la funda de su espada y dirigiéndose a Perdigón, le dijo: - Atfal ha muerto, Majestad. Ha sido una gran victoria. Perdigón repuso con el silencio; tampoco Iroste, Ancara o caballero alguno pronunció palabra. El príncipe se mantuvo inmóvil, mirando fijamente a Marmenn. Su sola presencia allí lanzaba un desafío mudo al demonio. Éste centró su atención fugazmente en Ancara, y luego, mucho más tiempo en Iroste. - Ancara, Iroste. No esperaba veros tan pronto. Supongo, Alteza, que no habréis venido a felicitarme por mi victoria. Iroste repuso con todo el aplomo que fue capaz de reunir, el cual consideró escaso. Tuvo la sensación de que la voz le tembló levemente: - He venido a exigirle que deje libre a mi padre, el rey Perdigón, y que salga de nuestro reino. El sarcasmo de Marmenn fue máximo. - ¡Oh! Venzo a Atfal, salvo al reino y mi recompensa es el exilio. ¡Qué ingratitud! - Hizo una pausa teatral -. Sólo hay un problema: me gusta este sitio, y no voy a marcharme. El príncipe tuvo que reprimir un suspiro. Aquel era su destino. Cuando respondió, se sintió como si pronunciara su parte del diálogo que, en una obra escrita desde el principio de los tiempos, le correspondía. - Si no accede de buen grado, serán las armas las que le harán obedecer. Marmenn cerró la mano sobre la vaina de su arma y sonrió confiado. Lo sabía tan bien como el príncipe; ningún ser humano era rival para un demonio. En esto, Ancara se agarró al brazo de Iroste y, en voz baja, incapaz de reprimir su angustia, le dijo: - ¿Por qué haces esto? Sabes que no puedes con él. Iroste la miró con una pena infinita. - He de hacerlo, y sabes tan bien como yo por qué. - Déjame hablar con él, te lo ruego. El príncipe asintió tristemente. Marmenn se hallaba ebrio de orgullo; todo sería inútil, pero Ancara tenía derecho a intentarlo. Su prometida se acercó al demonio un paso más de lo que lo estaba Iroste. Su voz sonó mucho más firme que la del príncipe. - Has hecho un trabajo magnífico, has derrotado al mayor enemigo que la oscuridad ha tenido nunca. No lo estropees con esta estupidez. Pero Marmenn no quería hacer caso de las palabras de Ancara. - ¡Ancara! Te has vuelto muy amable. La última vez no fuiste nada considerada conmigo; ¿por qué este cambio? - Se calló teatralmente - ¿No será porque ya no puedes hacer otra cosa que suplicarme? Ni el más leve gesto traicionó a Ancara; hizo caso omiso de la provocación y continuó. - Mi alma pertenece a la oscuridad tanto como la tuya; pero he pasado muchos años en la superficie. He padecido con la luz, con el amor, con la alegría... pero he llegado a entenderlo. La luz y la oscuridad están entrelazadas tan profundamente que no pueden separarse. Incluso en las noches más oscuras, el negro del cielo se ve salpicado de estrellas, y en los días en que el sol más abrasa, los árboles dan sombra y las cuevas siguen sumidas en la negrura... Atfal pretendía destruir todo eso. No persigas lo mismo; aprovéchate de tu victoria, pero respeta el orden de las cosas. Marmenn, que también estaba ligado al destino, representó el papel que le correspondía en esta obra inevitable. - Te olvidas de las tormentas, Ancara. En las noches de tormenta, las nubes cubren el cielo y la negrura es completa; y el mundo sigue ahí. Querida Ancara, estás muy equivocada; la luz puede ser hermosa, pero podemos vivir sin ella; yo lo he hecho toda mi vida. Creo que estás deslumbrada, o que te han engañado, porque no entiendo qué ves en ese humano insignificante. No te creía tan estúpida. Iroste se admiró de la firmeza que mostró su prometida al contestar - Estoy dispuesta a morir por él. - Pues hazlo. Con Atfal muerto, ya no me importa ser el nexo de la oscuridad, porque la luz será destruida. Nadie va a impedirme que acabe con Iroste, y menos tú, que ya no tienes manera de hacerlo -. Y concluyó, repentinamente conciliador -. Apártate Ancara, en esto debes quedar al margen. La muchacha bajó la cabeza. - Marmenn, por favor, no lo hagas... A Iroste le partía el corazón ver cómo la humillaba el demonio, y la detuvo posándole la mano en el hombro. Ancara, al sentirlo, bajó la vista hasta mirarse los pies. - Tiene razón. Soy yo quien tiene que luchar - Y tras una pausa, djio -. Te quiero. Al fin, Ancara alzó la mirada. Le brillaban los ojos. - ¿Por qué tiene que acabar así? No es justo. El príncipe no supo qué contestar. Dio dos pasos y desenvainó la espada, gesto que imitó el demonio. Iroste blandió su arma a dos manos mientras su mente se dedicaba casi por entero a buscar una salida a aquella situación. |
Ref: Perdigón y Ancara (II) puesto el 5/10/99 10:47 |
Y de pronto, oyó la voz furiosa de Ancara. - ¡Estoy harta! ¡Harta de todos! - Y adelantándose a Iroste, le gritó a Marmenn - ¡Si no atiendes a razones te expulsaré de este mundo! El demonio la miró, borrada la sonrisa de su rostro. - No tienes poder para hacer eso... No tendrás valor. Cuando el príncipe la tocó para convencerla, tuvo que retirar la mano; había comenzado a invocar el poder de la oscuridad. Iroste retrocedió atemorizado, y por el rabillo del ojo comprobó la expresión atónita de Marmenn, que fue pasando del asombro al temor a medida que Ancara avanzaba en la preparación del hechizo. Convocó sus poderes y preparó una defensa, pero se le notaba en la expresión que la consideraba insuficiente. Y cuando Iroste vi que el dolor invadió el rostro de Ancara, tuvo la confirmación de que aquello era inútil. Su prometida era testaruda, y se negó a reconocer que no tenía habilidad para terminar lo que estaba haciendo; pero al fin, interrumpió el sortilegio y se tambaleó. Iroste la cogió antes de que se cayera y la dejó suavemente en el suelo. Lloraba por pura desesperación, sin embargo, salvo, quizá, en su orgullo, no estaba herida. Mientras Iroste se levantaba, aún le suplicó varias veces, lo que llenó de tristeza el corazón del príncipe. Detrás de él, la voz de Marmenn sonó alegre. - Sabía que no ibas a poder. Está loca. Iroste odió aún más al demonio, y avanzó decidido, pero fue éste quien cargó primero. Al tercer choque de espadas, el príncipe ya estaba en el suelo. Ni el mejor de los espadachines era rival para Marmenn, ¿cómo iba, entonces, un luchador mediocre a resistir? La respuesta se la daban las profecías. El destino de Iroste era perecer allí, a manos de su rival. Pero su muerte no sería en vano, la tierra reaccionaría y el equilibrio entre la luz y la oscuridad sería restablecido. Quizá transcurrieran años, pero sucedería. Sin embargo, Marmenn reinaría todos esos años. Aquella parte de la obra que representaban parecía fruto de un escritor despiadado. Iroste se levantó y retrocedió en actitud defensiva. Entonces, el demonio le dijo alegremente. - ¿Por qué no te dejas matar? Será más cómodo para los dos. Como respuesta, embrazó el escudo negro y se preparó para otro asalto. El demonio destrozó el escudo, lo que salvó la vida del príncipe, le derribó de nuevo, e Iroste escapó a la muerte de milagro. Mientras se mantuviera a la defensiva podría aguantar algún tiempo. Marmenn sonrió. - Después de ti irá Ancara. Te prometo que sufrirá mucho. Iroste cayó en trampa y se le echó encima. Marmenn le esquivó con facilidad y le asestó una cuchillada tremenda. Le alcanzó en un brazo, y por muy poco no acabó con él. El demonio le golpeó sin piedad mientras estaba en el suelo, pero escabullirse era lo que mejor se le daba al príncipe. Volvió a distanciarse de Marmenn, que no parecía tener mucha prisa en terminar el combate; se estaba exhibiendo frente a sus futuros súbditos. Le dolía mucho el brazo, y lo tenía lleno de sangre; pero lo que más le afectaba era reconocer lo estúpido que había sido. Iroste retrocedía un paso por cada uno que avanzaba su oponente, y no dejaba de buscar una salida. Recordó todo lo que le había sucedido hasta entonces, las profecías, las ayudas que había recibido, todas y cada una de las palabras de Ancara, de Marmenn, de Niarca. La daga de Niarca le pesaba en el cinto. Recordó las palabras de Uarck, le dijo que su destino no estaba escrito... ¿se había equivocado al enfrentarse a Marmenn? ¿Tenía él alguna forma de expulsarle de la superficie? La daga de Niarca dejó entrever su hoja, como un súbito relámpago. E Iroste recordó la conversación entre Ancara y Marmenn, y comprendió. Si la luz y la oscuridad estaban tan entrelazadas, el poder de ambas tenía la misma fuente. Y recordó las palabras de Niarca una vez más. Y supo lo que tenía que hacer. Se detuvo y se irguió, mostrando por última vez su orgullo de príncipe. Clavó la daga en la tierra de un certero lanzamiento, y por primera vez, la voz de aquel muchacho demasiado impulsivo y mediocre sonó con la misma firmeza que la de Perdigón. - En las peores tormentas, cuando todo el cielo se ha cubierto de negro, de repente, un rayo desgarra las nubes -. Y extendiendo una mano, concluyó -. Y, de una forma u otra los rayos terminan en la tierra. De la daga de Niarca partió un relámpago continuo, que fue a morir en la palma de Iroste. Niarca había sido la más sabia de todos sus consejeros. El verdadero enemigo de Iroste, desde un principio, había sido la indiferencia. Nadie le había hecho caso, porque era un ser mediocre e insignificante, ni Almedo, ni Perdigón, ni siquiera la luz. Y hubiera muerto frente a Marmenn por la indiferencia del mundo. Sólo su muerte habría hecho reaccionar a la tierra... O bien, la daga de Niarca. Marmenn le miró consternado, y por primera vez, Iroste no le tuvo miedo, porque ahora poseía toda la fuerza de la luz renacida. El demonio, dominado por la frustración, cargó y le atacó desesperadamente, pero Iroste ni se movió, envuelto en un manto de relámpagos. |
Ref: Perdigón y Ancara (III) puesto el 5/10/99 10:48 |
Y llegó el momento de su elección. Aunque, en el fondo, por mucho que le doliera, ya lo había decidido. En el tiempo que pasó con Ancara mientras regresaban junto a su padre, había podido comprobar cómo su prometida se resignaba a recibir sus besos y su afecto. Ella y la oscuridad eran una, y si iba a sufrir por culpa de su amor, no valía la pena seguir. Había dos maneras de librarse de Marmenn: expulsar a todos los demonios, y dejar a Ancara igual que siempre, o llenar todos los corazones vacíos de aquel valle, lo cual ningún demonio soportaría. La opción era muy clara para el príncipe. No necesitó más que un acto de voluntad, y por un instante, la luz lo cegó todo. Cuando el brillo se desvaneció, Iroste creyó haber despertado de un mal sueño. El sol relucía como antes de que sucediese todo aquello, los muertos vivientes habían vuelto a la tierra, y no había un solo demonio. Se oyeron gritos de júbilo por todas partes, pero Iroste estaba triste. Se volvió y buscó a Ancara con la mirada. Estaba al lado de Perdigón, que la había apartado del campo de batalla cuando perdió el sentido. Los pocos sobrevivientes le aclamaban, pero él apenas les oía. Su corazón alberga una esperanza absurda, que mataron del todo los ojos de Ancara. Ya no quedaba amor en su mirada; sólo incertidumbre y una pizca de temor. El mayor sentimiento de un corazón vacío es insignificante al compararse con los anhelos normales de una mujer corriente. El amor de Ancara se había vuelto tan poco importante en su corazón que, en la práctica, ya no existía. Aún y así, Iroste fue capaz de sonreír. - ¿Cómo te encuentras? Ancara le miraba con una expresión extraña, y Perdigón no tardó en darse cuenta de que sucedía algo. - Confusa. Había bajado la cabeza, pero volvió a mirarle de forma rara. Iroste sabía que buscaba en él algún atractivo, algo que explicase lo que, en el pasado, había sentido por él. Y no lo encontraba. Habló indecisa. - Recuerdo que me prometí a vos. Recuerdo haberos amado; pero... Pero ahora no comprendía que había visto en él. Sólo el resplandor de la luz, que ya se había apagado, consumido al librar al mundo de Marmenn. Ancara tenía miedo, temía que Iroste le obligase a cumplir el compromiso; pero el príncipe era incapaz de hacer eso; la quería. La respuesta de Iroste dejó estupefacto a Perdigón. - Os comprendo. Todos hemos pasado muy malos momentos. Necesitamos descansar. Haré que os escolten hacia Nandir. La parte sur del reino no ha sufrido apenas; allí podréis olvidar todo esto. Por primera vez, Perdigón comprendió lo que estaba haciendo su hijo, y lo repetó. Aquella era una forma elegante de disolver su compromiso. Ancara respondió con una levísima reverencia, sin sonreír, porque era muy capaz de leer en los ojos del príncipe. Pero Iroste sí lo hizo. Y, como siempre, se negó a plegarse sin más a su destino. A su derecha había una amapola, roja, delicada y diminuta. La cortó y se la dio a Ancara, y le dijo. - Como recuerdo de lo que una vez sentimos el uno por el otro. Ancara le miró a los ojos por última vez, y a Iroste ya le dolía. Con aplomo, se despidió. - Hasta siempre. La que había sido su prometida, se inclinó levemente, lanzó una mirada fugaz a Perdigón, que no se dio por aludido, y se marchó, sin mirar atrás ni una sola vez. Mackay. |
Ref: Mackay a Pálpito y Lía puesto el 5/10/99 10:48 |
La historia tenía algo de romántica, pero no podía dejar que acabase bien en ese aspecto, porque no creo en el amor - creo que ya lo había dicho antes -. Me entendéis, ¿verdad? Por cierto, me he divertido como un niño escribiendo todo esto, y leyendoos a vosotras. Hasta vuestras próximas líneas. |
Ref: javi puesto el 5/10/99 14:32 |
dispuesto a conocer a Irene para formar parte de la familia de Arga y amarla en silencio |
Ref: SOCRATES p/javi puesto el 5/10/99 15:50 |
Pues vas bien encaminado. :)) |
Ref: The Little Flower puesto el 5/10/99 17:08 |
Te odio porque no se quererte mas, y me duele tanto haberte perdido, porque eres tu lo único que yo he querido, y ahora ya no sé ni donde estás. Sé que no podré olvidarte jamás, eso es algo que ya he asumido, mi corazón no lucha, se ha rendido, porque sabe que nunca volveras, perdón si por mi culpa has llorado, yo sé que me quisiste alguna vez, aunque nunca lo hayas confesado, este poema va a ti dedicado, porque antes me faltaba madurez, para admitir que me habia equivocado. FIN |
Ref: TU VOZ- puesto el 5/10/99 17:29 |
Tu voz, campana de plata de melodioso sonido, ¡ qué dulcemente resuena qué dulcemente en mi oído ! No importa que tus palabras halagos sean o agravios; es tu voz, y tiene aroma del perfume de tus labios... Cuando hablas y yo te escucho, tu voz no se va en el viento; mi alma guarda avaramente el tesoro de tu acento. Y luego, cuando estás lejos, yo vuelvo a escuchar el son de tu voz, hecha recuerdo dentro de mi corazón. Lía |
Ref: A lía de Pálpito puesto el 5/10/99 17:36 |
Es precioso el poema, realmente hermoso. |
Ref: Perdigón y Ancara ¿final? puesto el 5/10/99 18:06 |
Y así, mientras Ancara se marchaba en silencio y sin volver la mirada atrás, la noche comenzaba a clarear para dejar paso al alba de un nuevo día en la ciudad blanca de Kovar. Los partidarios de Aftal y Marmem fueron castigados sin crueldad y los mercenarios de su ejercito encarcelados o desterrados. La tiranía se había acabado para siempre. Las fiestas por la victoria de Iroste y perdigón duraron varios días y en honor a ellos se celebraron concursos, iluminaciones, fuegos , danzas y bailes. Todos acogieron al Rey con júbilo y esperanza. Y el sol se abrió paso entre los rayos mortecinos que doraron la ciudad de la luz. Lía. |
Ref: A palpito y Mackay de Lía puesto el 5/10/99 18:12 |
Ha sido todo un honor y orgullo escribir con vosotros. Espero que coincidamos en otro relato. ( Gracias pal por tu piropo, que viniendo de tí, seguro que debe ser el poema bueno).. Muchos besos de Lía que os aprecia y os quiere, como sí nos conocieramos de toda la vida. |
Ref: Halcón Peregrino puesto el 5/10/99 18:15 |
Tú, aquí delante mirándote yo qué bodas tuyas, mías con lo exacto. Si te marchas que trabajo pensar en ti que estás hecha para la presencia pura todo yo, a recomponerte con sólo recuerdos vagos te equivocaré la voz el cabello ¿cómo era? te pondré los ojos falsos tus recuerdos, eres tú misma. Ahora, ahora ya puedo olvidarte porque estás aquí a mi lado eres todo para mí. Para mi Orquídea |
Ref: Halcón Peregrino puesto el 5/10/99 18:23 |
Sabes, quisiera poder correr y que el tiempo fuera más rápido para descubir así mi vida sin estar en tus brazos. Quisiera poder tener un sexto sentido para ser capaz así de oír mi vida tus pensamientos aquí en mi oído. Quisiera un embrujo de amor para traerte a mi lado mi cielo, por siempre. Quisiera tener un agujerito para verte cuando duermes, para saber aquello con lo que sueñas. Quisiera ser para ti amor vida, amor, alegría, quisiera ser, un espacio en tu corazón quisiera ser un trocito de tu alma quisiera ser un pedazo de tu cielo quisiera ser para ti tanto, como eres para mí, mi alma, mi cielo, mi todo. Para mi Orquídea |
Ref: Halcón Peregrino/Lía puesto el 5/10/99 18:29 |
Dicen que a veces se puede acariciar sin apenas rozar a la otra persona, algunas caricias son con la mirada, otras con las palabras llenas de sentimientos, pues todo este rollo es debido a que tu poema de hoy Lía es una suave y tierna caricia para quienes tenemos el honor de leerte, enhorabuena por ese don. Un saludo |
Ref: RaJYM puesto el 5/10/99 20:16 |
Perdido Los laberintos usan sus tentáculos un vuelo buscó su gorrión la jaula alarga extraños túneles al invierno cuando es primavera la luna no aparece la nube esta llena ¡¡aun menos el sol!! cuelga del cuello una mueca a pesar de no ver por los ojos sabe del ardor de la piel de los oceanos aunque no puede salir de las selvas aunque no puede entrar Desde el rincón la mueca se llena de sonrisa la piedra llegará arriba para volver a caer y sonreirá hasta las carcajadas Perdido y feliz Un abrazo transoceánico |