Ref: al Parque puesto el 30/6/99 0:12 |
Dicen por ahí las malas lenguas que solemos apreciar lo que teníamos cuando nos empieza a faltar. Mentira cochina:-) Lo mío con este parque debió de ser algún flechazo, porque me gustó desde el momento en que, casualmente, paseé por él primera vez. Estos días ausencia me han servido, simplemente, para ratificarme en mis sentimientos. Argaencariñada |
Ref: al Parque puesto el 30/6/99 0:13 |
Y si no, dónde iba yo a comentar lo que he oído hoy al mediodía por la tele en un programa "cardiaco" (¡ay!, qué marujil se pone una nada más empezar las vacaciones:-DDD). Pues resulta que estaba tan ensimismada aliñando la ensalada para que estuviera en su punto, al mismo tiempo que aprovechaba para ponerme al día del último alarido en tratamientos de belleza (que sí, que se puede estar atenta a dos cosas a la vez, o eso pensaba:-), cuando una señora nos ha dicho a todos los que estábamos en el ajo, o sea, viendo la tele, que el tratamiento que estábamos viendo, a base de algas, era muy bueno para reducir la celulitis . Era el mejor de todos porque esas algas que contenía, tomad nota, "eran inéditas"... Y me he quedado tan alelada que continuaba echando aceite sin percatarme de que estaba poniendo el suelo perdidico del preciado líquido:-DDDDD ...(bueno, ya se que alguien va a ir a mirar el diccionario y replicará...pues que replique, leñe, que a mí me seguirá sonando muy mal la palabreja. Y me pregunto si este parque no sería un buen lugar para que renaciera una institución (amable, por cierto), que tuvo sus momentos de esplendor con "La Codorniz"; me refiero a "la comisaría de papel". Yo, desde luego, tendría varios acusados (sin ir más lejos, "meteduras" mías, pero esas no las voy a decir yo, jeje); como muestra, un botón: LUGAR: Ayuntamiento de Pamplona. MEDIO DE EXPRESIÓN: un cartel bastante grande con la siguiente información: "Horario de oficinas: de 8 a.m. a 14 p.m." Pues sí que son ganas de trabajar...:-) Arga, recordando que hace poco compré, aunque no lo creáis, un tubo de "dentrífico" :-( |
Ref: duende... puesto el 30/6/99 0:17 |
ufffffff, que alivio ver el fondo amarillo. El sudor me corría todas
las noches sin poder verlo, mis dedos tecleaban el vacio. Me preguntaba sin cesar si lo ocurríria a todos o era cosa de mi viejo y querido pc. Y si se han ído todos a otro lugar y no me han avisado.Esta era mi situación en estos días. Pense en llamar a información, al quíen sabe dónde, o reservar plaza este verano en una clínica de dexintosicación, pues realmente lo que me pasaba es que estaba enganchada a las historias de cada día de este lugar. Coño, es que una tiene su corazoncito y os quiere. |
Ref: de Arga (y III) puesto el 30/6/99 0:21 |
¿Hay alguien para chatlar? Estaré un momentico por #parque. |
Ref: de Arga (y III) puesto el 30/6/99 0:22 |
¿Hay alguien para chatlar? Estaré un momentico por #parque. |
Ref: puesto el 30/6/99 0:24 |
Vaya, ya empieza a fallar otra vez:-( |
Ref: lía puesto el 30/6/99 0:24 |
Hola, Arga |
Ref: a Arga :*) puesto el 30/6/99 0:25 |
Jajajaja, qué buenos recuerdos aquella cárcel... Yo metería al 'plubicista' del 'dentrífico', que don Álvaro el director ya lo decía: "donde no hay publicidad, resplandece la verdá..." Y al responsable de tenernos 'in albis' durante estos días, de tenernos desenwebaos...:DDDD ¡Qué suerte tienen algunas! ¡de vacaciones! Servidora hasta oct., agachando el lomo... Buena idea la de poner por aquí eso de la "cárcel de papel...amarillo", en el buen sentido... Me voy a dar una vuelta por el otro parque ;) Un beso* Tamara |
Ref: puesto el 30/6/99 0:29 |
El viento se esfumo con otros aires por otros senderos ¿ Era la brisa más fresca?. |
Ref: Dajo.... puesto el 30/6/99 0:31 |
Es que a veces cuesta mucho calentar el alma, el corazón el cuerpo... Es que a veces lo dejamos enfríar demasiado... Pero por eso existen los besos de chocolate y miel. duende... |
Ref: Blue Moon puesto el 30/6/99 0:46 |
Hoy la luna está más llena de amor que nunca. :-************ |
Ref: puesto el 30/6/99 0:46 |
¿será posible?:-((( |
Ref: ¿Será posibleeee? puesto el 30/6/99 0:56 |
Eso mismo me digo yo. El otro #parque no me deja entrar :( Arga, lo de chatlar ¿lo dejamos para otra noche? Siempre nos queda el mail ;))) Tamara :*) |
Ref: Blue Moon puesto el 30/6/99 1:11 |
Te equivocas: mañana aún estará más llena :-********* |
Ref: TARDES SIN TI puesto el 30/6/99 1:13 |
La tarde se echa, la tarde nos encuentra y nos arropa entre el calor intenso, entre el embolado astro que arde. Estamos envueltos en una cultura de sangre, en una cultura de muerte, de pasiones, de arrebatamientos del alma y del cuerpo encendido. Se extrañan al vernos besarnos en una plaza, se extrañan al ver como la carne se pega a la de otros, como el rubeo abrazo se enrosca y nos voltea el sentir, como el mar nos traga y aun así seguimos con las risas, y los llantos se confunden con el vivir diario, y las lágrimas se aúnan al mar, lo agrandan y somos más azules y más rojos y más verdes, como todos los colores se funden a nuestro alrededor. Se sorprenden al ver como lloramos y sentimos, y como amamos y volvemos a besar la boca y los labios y la cuerda que nos ata a esta tierra. Se asombran y se maravillan al comprobar que somos inmortales, que la muerte nunca nos vence por que es parte nuestra, por que aquí ella es la que está en desventaja, aquí huye del baile desenfrenado, de la danza corpórea y del ardoroso bocado en la piel, huye de la cadencia del pecho que amamanta al hijo y al amante, huye por que está sola y el negro no es luto, es noche, es deseo y erotismo de unas caderas que se cimbrean. Pero aun así la tarde se confunde, se pierde entre la sal y tu ausencia, entre esta hambre que no hay forma de saciar y el anhelo vehemente de tu beso, de ese deseo que no puedo acallar por más que te empeñes en decirme adiós, hasta dentro de muchos meses, de mucho tiempo, con el afán de que te olvide, que te borres de mi piel y ella es incapaz de borrar el tatuaje indeleble de tus amores y mi mente y mi alma incapaces de cambiarte por mucho que te emperres en dejarme para siempre. La tarde estará continuamente mirándonos, uniéndonos a pesar de las inmensas distancias, a pesar de que tú beses otras bocas y otras frutas, de que tus dientes se claven en otra carne, que tus manos saquen placeres en otros cuerpos -los cuerpos de ellas, tardantes y sublimes- por que yo siempre seré impalpable, etérea, te rodearé como el aire, sin que me notes pero estando siempre ahí, faltándote la respiración si yo no estoy...... Besos con alas encarnadas y de luna. Maryluna |
Ref: al Parque puesto el 30/6/99 9:23 |
Buenos días!!!!! Pero, venga, fuera esa pereza, que el día está esperándonos:-) Casi si me había olvidado cómo era ésto a estas horas... Arga, mentalizándose para las larguísimas vacaciones (que luego resulta que no lo son tanto). NO es por dar envidia, ¿eh?;-) |
Ref: a Tamara y Lía puesto el 30/6/99 9:33 |
O sea, yo con ganas de chatlar y ni tan siquiera pude ver mis mensajes en los que invitaba al parque, ni los vuestros, claro. De ahí que no saludase. ¡Que no soy tan antipática !. En fin, otro día será... Besos a ambas:-) Arga |
Ref: Arga puesto el 30/6/99 9:34 |
¿qué pasa aquí?. No salen mis mensajes:-( |
Ref: puesto el 30/6/99 9:38 |
Ref: para ARGA puesto el 30/6/99 9:47 |
A lo mejor es que no tienes conectado el ordenador |
Ref: Denada para DAJO puesto el 30/6/99 10:08 |
Vayamos por partes que me parece que existe error de lógica en su discurso. Si le he comprendido bien ("...Y allá por agosto, nos pondrá los cataplines de corbata..."), el ciclo de la página pasa en verano por una fase de RECESION que desemboca, pasado el periodo estival, en "una explosión de entusiasmo, renovación y creatividad", que podríamos denominar de EXPANSION. Así pues : VERANO -) Recesión = Colapso (bien empleado) = Gran Descuajaringamiento (no es para tanto !!!) = Crunch-Summer-Bang "VUELTA AL COLE" -) Expansion = Gran Estallido (tampoco es para tanto !!!) = Big-Autumn-Bang Y así, de este modo, se nos pasa la vida tan... (pero éste es otro tema). Respetuosamente...Denada |
Ref: Diario de Maruja puesto el 30/6/99 10:46 |
¡Ay los anuncios! Y no es que tenga nada en contra de ellos, que en el fondo son lo más ameno y distraído de la caja tonta, pero hay cada uno que me pone de una mala leche impresionante. Sin ir más lejos estaba yo la otra tarde más aburrida que una ostra, cuando se me ocurrió poner la tele para ver que espacios de sobremesa hacían en los diferentes canales. Después de cambiar todas las cadenas en un zapping vertiginosos, concluí que en todas ellas estaban dando anuncios. Así que en vista del éxito me planté en una cualquiera embelesada por un coche casi atómico de un precio increíble y con conductor más increíble aún. Aun no superado el impacto de aquel rostro varonil que conducía en pelota picada un utilitario, apareció ante mis enervados ojos una chica con cara angelical diciendo que se sentía especial esos días concretos. Compresa en mano, mostraba los avances tecnológicos que habían ido adquiriendo las compresas en cuestión, abriéndolas por la mitad, (cosa que me recordó a otro anuncio en la que un hombre de mediana edad se dedica, con una sierra, a cargarse un colchón en el que duermen apaciblemente dos personas de distinto sexo). La joven sonreía y aclaraba que no había problema si se usaba esa marca, y la amiga de turno, parecía la tontal'haba diciendo que su marca no tenía esas ventajas, mientras dos amigas más se reían aconsejándole que probase la que su amiga experta le ofrecía. ¡Hay que joderse!. Y ya no es que los anunciantes de compresas tengan la imaginación en el talón de Aquiles, por no decir en el culo, ni que la originalidad se les haya extraviado con tanta celulosa abierta en canal... ¡Ni que tener el periodo le reconfortara a una por usar una compresa con alas, absorbente, ultra plana y con chip prodigioso!. Eso me hizo recordar otro famoso anuncio en la que salía la tontalbote de turno diciendo que podía montar a caballo, jugar a tenis, bailar, y hacer la vertical en espiral por el mero hecho de tener la regla. O ese otro en el que salía Silkien ( creo que se escribe así), o Rossi de Palma contándonos una historia digna de una esnifada de coca más que de un simple y mero proceso físico femenino. Y es que la tontería aumenta por momentos. ¿No sería más simple - por no decir más serio- que enseñaran el paquete de marras suprimiendo las conversaciones altamente estúpidas y dignas de una subnormal profunda, añadiendo las ventajas del producto en vez de vendernos que los días del ciclo es algo maravilloso y - vistos los anuncios- produce en la mujer una dosis de estupidez que no se cree ni el anunciante?. Porque digo yo, que en esos días no estamos para muchas gaitas, y más que felicidad, lo que nos produce es una fuerte dosis de irascibilidad y mala leche que ni un tampax, ni una compresa a colores logran frenar. Y lo peor es que dejan al personal como si fueran poco más que vegetales que tras haber consumido fuertes dosis de gas de la imbecilidad aprovecharan el momento para salir por la tele flotando entre nubes de algodón. ¿ Qué pasa en este país ? ¿ Es que los anuncios dedicados al mundo femenino están elaborados por personas que consideran que las mujeres somos poco más que estúpidas integrales?. Porque no me negará nadie que la historia interminable de las Marujas que lavan su ropa y queda más blanca que la de la vecina, no se ha explotado hasta la saciedad, reflejando una poca imaginación y falta de reciclaje social impresionantes. Lo dicho, que con "Norit", lavo más blanco; que "Mimosín" es suave, suave; que el "Perlán" no tiene igual, que el "algodón" no engaña, y con "evax", te sentirás limpia y segura... Lo dicho, ¡ País! |
Ref: A Tamara de Pálpito puesto el 30/6/99 10:47 |
Lo tengo desconectado, Tamy, aunque lo escucho de vez en cuando. :- DDD Con respecto a lo otro, confirmado que en quince días salgo volando sin problema alguno, cosa que reconforta un montón. Cuando tengas arreglado lo del correo, me avisas y te escribo. Un besote inmenso y gracias . |
Ref: puesto el 30/6/99 10:49 |
Lo tengo mal. He de salir media mañana. Nos vemos luego. Un beso |
Ref: Del Profesor Milhombres.- puesto el 30/6/99 11:40 |
Bueno. Las vacaciones ya comenzaron, el curso escolar acabó. Y he observado que se nos escapan muchas, muchísimas faltas de ortografía. Este verano, en horario de 10 a 12 de la mañana le daremos un repaso. No todo va a ser piscinas, playas, juergas, regocijo y alboroto. BREVE ORTOGRAFÍA ESCOLAR (I) Reglas Generales: 1.- Delante de "p" y "b" siempre se escribe "m" y nunca "n". Ej.: Bombilla, lámpara. 2.- Se escribe "d" a fin de palabra cuando el plural lo hace en "des". Ej.: De bondad, bondades. 3.- Se escribe "z" a fin de cada palabra cuando el plural lo hace en "ces". Ej.: De juez, jueces. 4.- Se escribe "y" final de palabra cuando no sean agudas terminadas en esta vocal. Ej.: Muy, ley, rey, hoy, doy. voy. Excepciones: Colibrí, manití, hurí... 5.- Después de las consonantes l-n-s("lunes") y al principio de palabra se escribe "r" aunque se lea como "rr". 6.- Se escribe con mayúscula los nombres propios, al empezar un escrito y después de punto. 7.- Las palabras derivadas se escriben con la misma ortografía que las primitivas de donde proceden, menos las siguientes: De hueco, oquedad. De huérfano, orfandad, orfanato. De hueso, óseo, osario, osamenta. De huevo, oval, ovoide, ovíparo. De Huelva, onubense. De Huesca, oscense. Y por hoy, basta de teoría. Antes de irme una curiosidad para el correcto uso del lenguaje escrito como tarea para mañana: ¿Cómo distinguir los nombres comunes abstractos de los adjetivos calificativos? Muy sencillo: Si la palabra analizada concuerda con persona-animal-cosa, será adjetivo y si no concierta, nombre. Probad con esperanza, memoria, voluntad (nombres) y con estudioso, inteligente, ligero (adjetivos). **** Hazte amigo de tu diccionario. Milhombres. |
Ref: Lía.- " Mareo "-(br) puesto el 30/6/99 12:25 |
Alguien empujó al hombre del columpio y empezo el vaivén El hombre del columpio se alejó por los aires, sin sonreir siquiera y descendió deprisa, de nuevo hacia mí. Casí me rozaron sus pies la cara Yo estaba inmóvil De nuevo se distanciaba. Pero ahora las cuerdas se trenzaron y el hombre me volvió la espalda. Era una espalda roja El columpio roto cayó sin estrépito. Y el hombre continuaba su danza, arriba,abajo, arriba, abajo...yendo de lo lejos a mis ojos. Otra vez vi su cara sin facciones. Quise gritar y sólo susurré Se acercaba otra vez con sus enormes pies. Se alejaba con su espalda roja. Entonces me di cuenta de que el hombre extraño estaba muerto De repente abrí los ojos y vi ante mí el palpitar radiante de la vida. oí el latido de mi corazón y quise gritar y grité El hombre se alejaba, arrastrando el columpio, caminando deprisa y riéndose.... |
Ref: al anónimo de las 9:47 puesto el 30/6/99 14:00 |
Pero si no tengo ordenador....:-DDDD Arga |
Ref: a Maruja la del diario;-) puesto el 30/6/99 14:01 |
Gracias, sabia mujer. Me has hecho reconciliarme con mi femineidad...y es que yo, cuando me viene la regla, resulta que ni vuelo a países exóticos, ni me pasa nada que sea digno de contarse en un anuncio. Ya empezaba a considerarme bicho raro:-DDDD Apuesto lo que quieras a que dentro de no mucho, inventarán algo para que "eso" aparezca transparente. Quien no la use, se sentirá marcada con la despreciativa mirada inteligente de sus tontolinas amigas. Arga, por fin de vacacionessssssssssssssssss ¡yupiiiiii!!!!! |
Ref: Bebé de Lucia (Aligator) puesto el 30/6/99 15:33 |
Conoceis a Lucia?, esa muchacha alegre que recorría el pueblo y los alredeores, siempre con una sonrisa, siempre con una canción en los labios. El primer dia de la primavera corrió al bosque, era un dia maravilloso, el sol formaba un universo de cuentas brillantes, que llegaban hasta el suelo, el aroma del musgo, de las hojas aun humedas del invierno, y las primeras flores le salieron al encuentro, se entretenía en un juego alegre con las sombras que formaban extrañas figuras en el ambiente, cantaban los pájaros, y todo el bosque herbía de vida. Escucho un rumor que conoció en seguida, por algo era la mayor de cinco hermanos, y sobre todo a los últimos casi les había hecho de madre, era el susurro plácido de un bebé, sus medias risas cortas, apenas inteligibles. Aguzó la oreja y los sentidos, y detectó un pequeño movimiento en el suelo, entre las ramas que aun seguían en el suelo, se acercó y al apartar las hojas vio un pequeño bulto blanco que hacía pequeños movimientos coincidiendo con los ruidos que había oido, se acercó más y entrevió, a medias cubierta, la pequeña coronilla de un bebé, se acercóa aun mas y con toda delicadeza lo giró lentamente, muy lentamente, entonces el pequeño bebé la miró con sus ojos iluminados y rojos y le sonrió con su boca con la dentadura completa, y su luz se apagó. |
Ref: Halcón Peregrino puesto el 30/6/99 15:39 |
Para mis amigos
Los dos posiblemente lo comprendamos, nos hieren demasiado las distancias, al ver de repente la desnudez de esta noche, es un eco terrible, un eco como de imagen sin tocarla, y no hay falsas apariencias porque en estas horas, no valen medias tintas, y tampoco hay llanto de alcayatas al abrirse la puerta. Acercando esa distancia que nos separan a ti a mi, para sentirnos más libres, para aprovechar este tiempo que tenemos entre las manos, antes de que se nos vaya y seguir construyendo puente como una necesidad. Como una fuerza incólume que nos arrastra, y que nos acechan seguramente las palabras no valgan para nada, o seguramente para todo, seguramente sirven para emborronar papeles, de todas formas yo necesito palabras, palabras que me sepan a par y a paz, palabras que me sepan al aire que respiro cada mañana. Palabras que se renuevan y regeneran mi espíritu, de igual forma que en medio de la urbe a veces hasta se puede respirar, necesito una palabra que te cuente que se siente cuando uno ve atardecer, que se siente cuando uno ve ese amanecer. Cómo transmitir con palabras la alegría, o los dolores del alma, yo no sé que palabras utilizar para definir la incompetencia, el horror, cómo contarte desde ésta isla de sueños, que la vida no es siempre tan feliz como quiero pintártela, que la vida también es cruenta y que a veces fastidia, y tú sabes mejor que yo cuánto fastidia tener que adaptarse. Quisiera jugar contigo a caballito volador o a los cromos o al parchís, seguramente porque sería el mejor medio de llegar hasta tu alma tan clara sin palabras. Hoy quizás más que otras veces y no porque sucedan grandes cosas, sino que sucede más de lo mismo, quisiera ser esa estrella que brilla por y para ti, algo parecido a un sueño de esos que se acarician y se hacen realidad, e inventar contigo un cuento dulce y contarte tantas y tantas cosas. |
Ref: puesto el 30/6/99 15:51 |
Te espero |
Ref: atenas puesto el 30/6/99 16:42 |
alguien ahí? |
Ref: atenas puesto el 30/6/99 16:55 |
sigo aquí, soy nueva, no me dejeís sola!!!!!!! |
Ref: Pálpito puesto el 30/6/99 16:57 |
Anoche quise ser niña, regresar al principio y sonreír con la dulce sonrisa de esa niña que aun recuerdo. Anoche como muchas otras de mi vida, quise regresar a mi infancia, revoloteando por aquella vieja casa que ya no es la mía y en la que pasé muchas horas de juego, al calor de sonrisas y mimos, al calor de abrazos y tiernos besos. Cerré los ojos en un intento de alcanzar lo inalcanzable, y me vi sonriéndole al mar, ese que llevo tan adentro, quizá porque me vio crecer y yo le vi cambiar a medida que me iba haciendo una adolescente. Lo miré como se miran las cosas que se quieren de veras, con el temor de perderlo y no volver a verlo nunca más, con el deseo de conservarlo en mi interior como hasta ahora, con esa primera visión asombrosa de algo que nos sobrepasa... Anoche, anduve por los recodos de mi mente buscando reminiscencias del principio, de la verdad que llevo dentro y a veces se niega a salir. Y corrí por cada uno de los barcos que me alejaron de mi puerto, por cada una de las estrellas que me guiaron hacía otros nortes, por cada una de las manos que así y me elevaron cuando caía. Entre lágrimas y silencios, entre sonrisas y esperas... Anoche conseguí romper mi propio yo para viajar más allá de lo que nunca me permití, y encontré a una niña sonriente que me esperaba en una piscina llena de agua y pétalos de rosa, me sonría, si, con la primera sonrisa del verano, con el eterno don que me fue concedido por segunda vez, y alargué mi mano de adulta, la cogí entre mis brazos y la acuné dulcemente. Me miré a mi misma, niña y agua, y salí a respirar con ella cogida de la mano, llena de vida, y mi corazón volvió a palpitar recordando que siempre hay que mirar al futuro, que siempre hay un futuro por el que merece la pena luchar. Anoche miré las estrellas, aquellas que sabiamente pusieron unas manos para que las contempláramos aunque fuera desde distintos cielos, y sentí que muy despacio podía ver tus ojos, sentir tu aliento, recibir tus abrazos... Y seguía siendo una niña. |
Ref: Aligator a Atenas puesto el 30/6/99 16:57 |
Cuna de dioses, no te abeume tu soledad, deja que los que en tui moraron llenen tu futuro, mas si quieres compartir con un vil animal del fango ... admirare tu arte |
Ref: atenas a aligator puesto el 30/6/99 17:00 |
difícil me lo pones, amigo! poco hay que admirar y mucho que lamentar; ¿tú por aquí con este calor? |
Ref: lu puesto el 30/6/99 17:41 |
¿por qué no hay nadie? |
Ref: puesto el 30/6/99 17:45 |
Me haceís todos pasar unos ratos muy agradables. Lo que de verdad siento es no haber pasado antes...mucho antes por este bello, interesante, saleroso y poético parque. Espero Halcón Peregrino poder incluirme entre esos amigos a los que deleitas con tus sentidos Aligator...¿ Era el lobo?..¿ O era la boca del mundo?. Abrazos a todos de Lía.... Que prometo ser una pelmaza y vuelvo ya...dentro de unos segundos |
Ref: Halcón Peregrino/Lía puesto el 30/6/99 18:04 |
Por supuesto que sí, las personas que entran este parque no suman una lista, suman sentimientos y cada sentimiento es una amistad nueva. venga un abrazo |
Ref: lu puesto el 30/6/99 18:07 |
te vale uno mío, Halcón Peregrino? |
Ref: lu puesto el 30/6/99 18:13 |
estoy sola,necesito hablar con alguien |
Ref: lu puesto el 30/6/99 18:14 |
estoy sola,necesito hablar con alguien |
Ref: lu puesto el 30/6/99 18:19 |
Hace un ratito eramos unos cuantos los que paseábamos por aquí; ahora hablo sola y no pierdo la esperanza de que alguien conteste; me siento como un naufrago echando su mensaje en una botella a un mar más calmo de lo que yo pensaba. |
Ref: a lu puesto el 30/6/99 18:19 |
Podrías hablar con alguien en Amistazz. Aquí, cuando no se habla se escribe, se suelta un poema, una parida, no sé, se sueña...o, simplemente se lee... Esto es Literario y, a veces, también una especie de "chat" ;)))) Atrévete a escribir algo así como que te salga de muy adentro, verás qué gozada... Tamara |
Ref: a lu puesto el 30/6/99 18:22 |
¡jo, qué botella más ultrarápida...! :DDDD Tamara :))) |
Ref: lu a Tamara puesto el 30/6/99 18:23 |
lo haré en cuanto supere el pudor |
Ref: carol puesto el 30/6/99 18:24 |
Hola, hoy estoy contenta, hace sol, cantan los pájaros, y parece ser que la gente está contenta y también transmiten esa alegría. Hacía tiempo que no me sentía asi. La verdad es que el invierno es deprimente, tanto frío, el día es oscuro, tendemos a vestirnos de oscuro,, en fin, horrible. Parece que te falta la vida. En cambio en verano, nos vestimos con colores alegres, con poca ropa, lo que nos permite movernos más rápido y darle cierta gracia a nuestro movimiento, no se, he decidido que EL VERANO ES GENIAL |
Ref: a maruja :D puesto el 30/6/99 18:25 |
Chica, yo aún me sigo preguntando aquello de... "PERO TAN FINA ABSORBE? (esta ultima palabreja no se si se escribe asi, pero "me se entiendi no?" :DDD ··Amara·· |
Ref: a lu puesto el 30/6/99 18:28 |
El pudor se supera desconectando mientras escribes, no sea que los muñones pinchen sin querer cuando has escrito algo que puede ser una verdadera gilipollez...así tienes tiempo de resctificar :))) mientras escriber no lo mira nadie bobita, luego, cuando lo leas igual te gusta y todo... (entonces no lo publiques, como diría mi "amigo undergraun", el maldito :) Y eso, ánimo y sino, si lo que quieres es harlar, pues en Amistazz que son muy acogedores, no te miento... Hasta Luego... Tamara. |
Ref: A Amara de Marujilla puesto el 30/6/99 18:41 |
Pues es algo que suelo preguntarme a menudo. :-DDDDDDDDD No pierdo la esperanza. Besotes mil |
Ref: A Tamy puesto el 30/6/99 18:42 |
Tas por estos lares?. ¿ Nos vemos en huevo?. |
Ref: Lía puesto el 30/6/99 18:45 |
Ya estoy aquiiiiiiii |
Ref: Para Pálpito puesto el 30/6/99 19:00 |
¡Qué alegría! Lo celebro contigo :*) Ojalá que esas alas te traigan por estos océanos...luego está el vión....:DDDD y... ya sabes, volando con viajes Halcón :DDDDD Mis sueños son de este estilo últimamente, y... del otro 'estilo' también...ejem. Pues sí, mi niña, hay mujeres que les encanta ser "conejitas de playboy" y hasta disponen de compresas para 'tanga'. Eso sí, es un milagro de la técnica compresil :DDD Y como los spots son, a veces, más interesantes que las pelis, me los trago casi todos...y cuando empieza la peli me voy al baño, a la cocina...Algunos parecen "cortos" de cine, y cuando te tienen embelesá, zas! un desodorante, una compresa, un limpia dentaduras, un braguero... Te avisaré cuando ésto funcione ma o meno. Con tantas teclitas y botoncitos a pinchar, me lo he vuelto a cargar. Inténtalo que igual me llega. Un beso, preciosa. Tamara :*) |
Ref: Lía- Bailarinas puesto el 30/6/99 19:01 |
Ahora no es vijo ni joven. Es un hombre muerto Yace en su lecho, embutido todo en el blanco de la sábana. Parece más pequeño. Dos cirios a ambos lados de la cama arden crepitando, balanceando en sus puntas de luz dos bailarinas de humo Ahora ya no es nada. Es un hombre muerto. Y las bailarinas de sandalias blancas danzan y danzan inquietas, gráciles, como sí ríeran. Le conocía bien. Ahora ya no es mío. Es algo extraño Un cuerpo envuelto en la sábana blanca Envuelto todo en la penumbra de la habitación. Envuelto todo en los rezos de la familia Envuelto todo en la ciudad y sus ruidos. Envuelto todo en el mundo y sus miserias Envuelto todo en el universo de las leyes inmutables. Envuelto en la nada. Mañana se lo van a llevar metido en una estrecha caja, como una boca hambrienta, de horrible dentadura de gusanos. Mañana. mañana se irá él. Y también se apagarán los dos cirios llameantes Se irán las dos bailarinas blancas. Se irán con sus sandalias desatadas, riéndose en voz baja Se desvanecerán en el techo con su postrer pirueta risueña. |
Ref: mas Anuncios puesto el 30/6/99 19:08 |
Que cosas tienen los anuncios verdad maruji? A mi me "chifla" ese de timofonica, en la que van dos capullos en un ascensor hablando de la lentitud de sus lineas y de repente habla "Cristina" , metiendose en medio de una conversacion privada, con muy mala educacion y una actitud de chula que es para darle cuatro hoss.. y diciendo: deberian aprovechar sus lineas rdsi bla bla bla y de fondo la voz que dice : Cristina es una trabajadora de timofonica y bla bla bla y fijate por donde, la tal Cristina tb interviene en el anuncio del pan integral , es la que se come el pan que no sabe a nada mientras la otra se desc... de la risa , andaaaaaaaa si tb sale en el anuncio de un detergente!! Pobres empleados de timofonica, se ve que no ganan lo suficiente y se tienen que pluriemplear :D Cosas de la publicidad :DDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD ··Amara·· |
Ref: a Pal puesto el 30/6/99 19:25 |
No puedo entrar en el canal que me dices. Y eso que no toqué nada desde la última vez que entré...de verdá 0:) Espero tu mail. Tamara :*) |
Ref: DAJO para DENADA puesto el 30/6/99 19:28 |
Que no, que no. Ya sé que tiene usted tentaciones adivinatorias, vocación de vidente, visiones de la Virgen de la Vitoria Sin C. Pero créame, le garantizo que aunque a usted le parezca lo contrario, no tenía la menor intención de utilizar su término sugerido (ni traducción equivalente más o menos literal) para expresar en metáfora lo que viene sucediendo por estas páginas amarillas cada verano, señor Denada. Quédese el tiempo suficiente y tal vez lo entienda por sí mismo. Y de paso escriba algo interesante sobre qué sé yo, el Big Lump It Crunch, por ejemplo (que no le pienso traducir), o tómese unas vacaciones por la bañera de su casa. O ajuste las antenas parabólicas porque parece que capta usted ondas extraterrestres, microondas del Universo Primitivo y patatas onduladas, pero no capta lo más evidente de mi anterior respuesta, señor Denada: mi voluntariosa falta de estima hacia los esforzados aventureros que envían impertinencias sin firmar. ¿Sigue siendo esto demasiado sutil, señor Denada? |
Ref: DAJO para TÁMARA puesto el 30/6/99 19:28 |
Sospecho que tiene usted algún material ya elaborado para el citado concurso... Alguien me propuso en cierta ocasión escribir algo a medias para la Sonrisa, pero mis aptitudes no dan para tanto. No obstante, sí que me agradaría ver publicadas (en amarillo al menos) sus disquisiciones verticales ;-DDD |
Ref: DAJO para DUENDE puesto el 30/6/99 19:29 |
Esto no es cuestión de besos, niña de miel... Tiene que ver más con proyectos de vida :-*** |
Ref: DAJO para AMARA puesto el 30/6/99 19:30 |
El que yo odio es el del capullo de una imprenta autosatisfecho con los servicios que le presta Timofónica. ¡¡¡Le daría de hostias al borde!!! Un beso, pressiosa. Y a ver si vas mandando esa invitación para que yo tenga argumentos, joer!! |
Ref: DAJO para LIA puesto el 30/6/99 19:33 |
Inquietante tu relato y la atmósfera que lo envuelve. Me encanta. |
Ref: Aligator a Lia puesto el 30/6/99 19:36 |
Era lo desconocido amiga, era lo que en cada rincón de plácida candidez se nos aparece como desconocido, como inabarcable, como los pasos de tus bailarinas que agitando sus caderas con los brazos alzados al cielo, escoltan el paso a lo desconocido de un ser, con una canción de crepitares, el bebé no era más que tus bailarinas, una puerta hacia lo desconocido. |
Ref: a DAJO puesto el 30/6/99 19:41 |
¿Qué quiere? ¿que la página se ponga roja? Así, amarilla queda mejor... ;DDD (Qué, ¿de nuevo desenvainando espadas detrás de la ermita, al amanecer? ;DDD ) Tamara :))) |
Ref: Blue Moon puesto el 30/6/99 20:27 |
¡¡¡Correo entrante y saliente atascadooooooo!!! |
Ref: Lía- RELATO CORTO- puesto el 30/6/99 21:29 |
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario . Éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente.
Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿DONDE ESTÁ LAURA ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando algunos asfaltos presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza. Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre : - ¿ Ha llegado Laura ?. Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados. En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas". En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios. A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta : - ¿ Ha llegado ya Laura?. Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser. Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta : - ¿Ha llegado Laura?- Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura. Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado. A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular. Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo. -¿Cómo no me había dado cuenta antes?. Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar : ¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡. Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.- cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta : - ¿ Ha llegado ya Laura?. Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser. Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta : - ¿Ha llegado Laura?- .Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura. Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado. A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular. Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo. -¿Cómo no me había dado cuenta antes?. Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar : ¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡. Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.- |
Ref: Lía- AVISO IMPORTANTE puesto el 30/6/99 21:36 |
¿
NO LEER RELATO CORTO ¿DONDE ESTA LAURA?...PORQUE LO HE PLASMADO FATAL....creo que como tres veces...Ejem..perdonen las molestias.
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿Donde está Laura ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando el asfalto presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza.
Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre :
- ¿ Ha llegado Laura ?.
Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados.
En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas".
En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios.
A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta :
- ¿ Ha llegado ya Laura?.
Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser.
Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta :
- ¿Ha llegado Laura?-
.Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura.
Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado.
A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular.
Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo.
-¿Cómo no me había dado cuenta antes?.
Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar :
¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡.
Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.-
¿DONDE ESTÁ LAURA ?
Corrían los años setenta, cuando aún el aire impregnaba olores a jazmines y azahar, aún cuando algunos asfaltos presumía ser de piedra y se veía el brillar de los rojizos rayos del sol, así lo veíamos porque éramos muy jóvenes, apenas habíamos saltado el peldaño de la adolescencia a la exaltada juventud. Éramos la típica pandilla de doce a quince amigos que nos reuníamos ya caída la tarde en el mismo bar, aquí hablábamos y discutíamos, coqueteábamos y nos enfadábamos, defendíamos la existencia como orden natural prioritario , éramos jóvenes y con ganas de descubrir todo lo que antes no habíamos podido , compartiendo carcajadas, y enroscándonos en los sueños venideros. Menos mi amigo Juan que parecía estar siempre abatido por su propia naturaleza. Cuando entraba la figura de Juan por las puertas, nos mirabámos con complicidad, esperando la misma pregunta de siempre : - ¿ Ha llegado Laura ?. Juan era el más pequeño de una familia humilde ; su padre era Ordenanza del Instituto Nacional de Previsión, y su madre cuando podía cosía y tejía para la calle ; tenía dos hermanos varones, los cuales se forjaron por sí mismos un futuro, el mayor se hizo electricista y el otro fontanero, pero a Juan no le animaba hacer un oficio, él quería estudiar una carrera universitaria; se empeñó tanto que sus padres accedieron obligados. En su casa no reinaba un ambiente de cariño, no había apego alguno entre ellos, los padres en sus ratos libres lo dedicaban a enfundarse en las pesadillas ingratas del alcohol y esto hacía que no dedicaran a sus hijos el tiempo y la atención suficiente. Juan era un chico tímido, apenas hablaba con nosotros, se había centrado completamente en los estudios y comenzó una carrera fría y cerebral como la de "Ciencias Exactas". En estos años todos nos sentíamos muy comprometidos con la política; por nuestras vidas pasaron hechos muy importantes, como la muerte del Dictador hasta la etapa de la Transición, estábamos implicados en la vida sindical a un nivel social, pero Juan nunca se decantó por nada de esto ; él siempre estaba ausente de todo. Estaba como obsesionado, en su cerebro sólo había dos cosas : Laura y los binomios. A comienzo de los años ochenta, casi toda la pandilla de amigos, cogimos rumbos diferentes, unos se casaron, otros se fueron de la ciudad y otros por inercia cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta : - ¿ Ha llegado ya Laura?. Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser. Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta : - ¿Ha llegado Laura?- Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura. Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado. A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular. Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo. -¿Cómo no me había dado cuenta antes?. Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar : ¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡. Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.- cambiaron de amigos; no obstante nos veíamos de vez en cuando; llegando la primavera hacíamos una barbacoa en el campo y mientras nos comíamos unas chuletas de cordero a la brasa, intercambiábamos opiniones y experiencias vividas; y allí estaba Juan, sentado sobre una piedra, mirando al cielo y a los pájaros y pronto volaría su pregunta : - ¿ Ha llegado ya Laura?. Mis amigos parecían reirse entre dientes, pero a mí me desconcertaba hasta en lo más profundo de mi ser. Una tarde llamaron al portón de mi casa, era Juan y traía en una mano una flor y en la otra una cajita de pasteles; me dio mucha alegría verle, me puse la flor en un ojal del vestido y preparé café para acompañar a los dulces, nos sentamos y aún no habíamos dado el primer bocado al pastel, cuando me hizo la pregunta : - ¿Ha llegado Laura?- .Me levanté de la silla furiosa y le recriminé que siendo ya un hombre que iba a cumplir los treinta años, actuara de esa forma , intenté que comprendiera que tenía una gran carrera y una buena posición económica, que era un muchacho atractivo, alto, de ojos negros y grandes, de una complexión fuerte y atlética; en definitiva que era un hombre muy agradable. Le animé para que olvidara a Laura, porque lo único que iba a conseguir era enfermar y que le diera otras oportunidades a la vida y a él mismo, e incluso me atreví a desafiar su sueño y hacerle ver que lo de Laura era todo un producto de su imaginación, que nunca había existido, que dejara abierta su mente para que volase de una vez por todas el fantasma de Laura. Me di cuenta de que no le había gustado nada mi sermón, pues se levantó, dio tres volteretas sobre la silla, se frotó los ojos que aparecían fatigados e inexpresivos y se marcho con paso apresurado. A medida que iba pasando el tiempo, Juan estaba cada vez más delgado, las canas se le acentuaron hasta en las cejas, y se había dejado una barba larga y de forma triangular. Una tarde paseaba por el parque y le vi sentado en un banco con la mirada extraviada y perdida, le miré desde lejos y entonces comprendí todo. -¿Cómo no me había dado cuenta antes?. Era tan sencillo y estaba tan a la vista que parecía más difícil de descifrar : ¡ Era cariño y afecto lo que le faltaba a Juan¡. Entonces me acerqué a él, le cogí de la mano, le acaricié las mejillas, le besé en los labios y me dijo : -¿Por qué has tardado tanto en llegar, Laura?.- |
Ref: Lía- LO SIENTO- puesto el 30/6/99 21:39 |
NO LEER DONDE ESTA LAURA... NO SE QUE PASAAAAAAA. PERO SALE DEMASIADAS VECES... LA CALÓ, ES LA CALÓ.- |
Ref: yoi puesto el 30/6/99 22:45 |
¡¡¡ Buenas noches !!! Algunos días sin escribir ..., y los que quedan. La obra de casa, que ya nos han asaltado los albañiles, hasta ahora, y algún viajecito a partir de hoy me alejan del Parque, pero os leo a la carrera, u os guardo para hacerlo de prisa. Ya nos veremos por aquí, para seguir compartiendo ese trocito común de corazón ..... *** yoi, de " proxi " este fin de semana: Huelva-Granada-Santander-Huelva. ( De jueves a Domingo ?? ). Y me temo que cuando pase por Talavera no habrá nadie allí .... |
Ref: puesto el 30/6/99 22:59 |
estoy sola, ¿me hace compañía alguien? |
Ref: Lía puesto el 30/6/99 23:16 |
¿¿Estoy perdonada ya??...¿ Puedo volver ?. |
Ref: SOCRATES p/PARQUE puesto el 30/6/99 23:20 |
Se nota el mono de amarillo ¿eh? Tres días más de carencia y nos ingresan a todos para una cura de deshabituación, como dice Duende. Veo que el parque necesita más que una visita un análisis de fondo de lo que se deja por aquí, pero no esoy para tales trotes, después del dá que llevo y el que me espera mañana. Mañana, si, mañana parto para Pontevedra, mi primer periplo por la tierra celta de Galicia. Espero que el verde, el agua, el marisco y nuestro querido LONXE me hagan olvidar los problemas ajenos que se hacen míos durante gran parte de su propia existencia, justamente hasta que los elimino o me derrotan. |
Ref: De SOCRATES puesto el 30/6/99 23:23 |
Muchas veces la palabra "sola", que desde luego no está "sola" en cuanto a significados y, sobre todo, significaciones. ¿De qué clase de soledad se trata, solitaria? |