Ref: Montecassino ( III ) puesto el 29/11/98 0:04
La segunda destrucción tuvo lugar en el año 883, y fue protagonizada por los sarracenos. Tal fue la aniuilación que se emplearon setenta años en volverlo a poner en pie. A partir de entonces comienza la edad de oro del monasterio. Mientras los monjes se dedicaban al ideal benedictino de santidad a través de la oración , el estudio y el trabajo, las posesiones de la abadía habían alcanzado las 100000 hectáreas. La labor del monasterio consistía principalmente en la copia de obras clásicas de la antigüedad. Entre las autores que se copiaron figuran Varrón, Ovidio, Cicerón, Horacio, Séneca y Virgilio. De esta manera, los monjes de Montecassino ejercían la función que seis siglos después sería propia de la imprenta, creando además un lazo entre la civilización del pasado y el presente aún bárbaro. En los días oscuros que siguieron a la caída del Imperio Romano de Occidente, custodiaron la cuna donde se fundieron y nutrieron elementos de la ética cristiana y de la cultura latina y helénica para luego difundirlas a las misiones benedictinas que existían por toda Europa. ***TIBERIO. MCMXCVIII***
Ref: Tiberio/yoi puesto el 29/11/98 0:05
Me alegra el estar de acuerdo. Ya va siendo hora de desmitificar al Tio Sam. Venga un saludo.
Ref: jevy puesto el 29/11/98 0:05
que coño eseso
Ref: jevy puesto el 29/11/98 0:06
que coño es eso
Ref: jevy puesto el 29/11/98 0:07
Ref: jevy puesto el 29/11/98 0:08
pero esto que coño es?
Ref: Ese pobre hombre puesto el 29/11/98 0:08
Dedicado al ilustre Franceso Cossiga.
Suetoino, en su magnífica "Historia de los Doce Césares", describía como bromas algunas de las acciones de Calígula : el gritar a la luna para que se acostara con ella o el subirse a la estatua de los dioses y preguntar a los demás quién era más joven. A raíz de esto ¿ cómo calificaría Suetonio las excentricidades de otro personaje que no le va a la zaga como Sabino Arana ?. Dejando a un lado las cuestiones idelógicas, resulta sorprendente lo que este individuo hizo en su vida privada. Cuenta su biógrafo, Pedro de Basaldúa, que el fundador del nacionalismo se enamoró de una muchacha que vivía en la calle Hurtado de Amézaga, y según Rafael Picabea, que era militante nacionalista, era "una buena moza" y "gallarda". Pero nuestro entrañable Sabino Arana la despreció porque sus apellidos eran "del erderismo", o sea, de familia de emigrantes. Arana, de este modo, pretendía dar buen ejemplo a sus seguidores para mantener la pureza racial. ***TIBERIO. MCMXCVIII***.
Ref: F.M.L. puesto el 29/11/98 0:39


Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gustos apetece,
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía.

Puto es el gusto, y puta la alegría,
que el rato puteril nos encarece;
y yo diré que es puto a quien parece
que no sois puta vos, señora mía.

Mas llámenme a mi puto enamorado,
si al cabo para puta no os dejaré;
y como puto muera yo quemado,

si de otras tales putas me pagare;
porque las putas graves son costosas,
y las putillas viles, afrentosas.

EL DESENGAÑO DE LAS MUJERES.-
Francisco de Quevedo y Villegas.
Miembro Honorífico del Frente Misógino de Liberacion.
Ref: MUERTE puesto el 29/11/98 3:07
BAZOFIA, HIJO DE PUTA MACHISTA, MARICA DEPRABADO...
Ref: puesto el 29/11/98 11:15
Y quien de putas ando, que no se queje
Cuando la picha a cachos le caiga
Que lo que goce fue, dolor a de padecer.

No es más sucia la puta,
Que los hombres que de ella gozan

P.C.A.P. "Putañero Conocido, Anónimo Poeta"
Ref: puesto el 29/11/98 16:19
Pues sí que estamos inspirados hoy
Ref: Proxi al parque puesto el 29/11/98 17:39
VILANCICO


Ya está el niño en el portal
que nació en la portería
San José tiene taller
y es la portera María

Vengan sabios y doctores
a consultarle sus dudas
el niño sabelotodo
está esperando en la cuna

Dice que pecado es
hablar mal de los vecinos
y que pecado no es
besarse por los caminos

Que se acerquen los pastores
que me divierten un rato
que se acerquen los humildes
que se alejen los beatos.

Que pase la Magdalena
que venga San Agustín
que esperen los Reyes Magos
que les tengo que escribir.

Gloria Fuertes
Ref: CARTAS A JOSCRIPT puesto el 29/11/98 21:53
                                         LA MAGIA, LOS MÁGICOS Y LOS MAGOS

    No sé qué magia especial le envuelve, admirado señor Ilustrado, que cada una de sus cartas acierta de pleno en la diana de mis más íntimas y preciadas fibras sensibles. Dio usted en el clavo también con la magia. Giro la cabeza hacia la derecha y localizo desde mi asiento ocho libros que tratan abiertamente sobre la magia, además de otros sobre juegos matemáticos, física recreativa, acertijos y adivinanzas. Justo al lado, se distinguen en la estantería los volúmenes sobre ciencias ocultas y esoterismo que han sobrevivido a mis múltiples cribas anuales.

    Puede usted hacerse una idea de cómo me atrajo la magia desde que era un chaval de mente crédula aunque ya por entonces con muchas preguntas en la recámara. Un día supe que Mortadelo no tenía la facultad de transformarse en lo que quisiera, sino que sólo se “disgrazaba”. Cuando comprendí que los magos se valían de trucos, de engaños, fue uno de los más decepcionantes de mi vida. Pero entonces hice ver a mis amigos que había diferencias entre un mago y un “mágico” de verdad. En mis juegos seguían apareciendo “magicos”, que eran personas con cualidades excepcionales y que podían realizar las mismas cosas que los magos, pero sin trucos. La “Magia Borrás” acabó con mi edad de la inocencia. Y aunque hoy me he reconciliado con la Prestidigitación, no cabe duda que echo de menos mi mundo infantil, en donde todo era posible si uno lo deseaba con todas sus fuerzas.

    Pero me estoy saliendo del contexto mágico donde usted, señor Ilustrado, ha situado su debate epistolar. Porque usted ha evidenciado la magia que chispea en las risas de los niños y en el amor, en los ojos que enamoran y en el deseo, en la literatura que nos apasiona y en la propia vida.

    La magia de los libros. mencionó usted a Ana María Matute. Recuerdo que una obra suya fue uno de los primeros libros que adquirí juntando dinero de mi asignación semanal de cinco o diez duros. Y recuerdo que lo leí imbuido en su prosa fascinante. Años más tarde descubriría otra magia magistral, la de García Márquez (también citado por usted) y otros autores que inventaron el realismo mágico. He ido a buscar hace un momento aquella primera novela, que además fue premio Planeta en 1954, sólo para acariciar la magia que desprendía al abrir sus páginas. Pero me la he encontrado antes, mucho antes. La he encontrado en la propia portada. El nombre de la autora, el título (“Pequeño teatro”) y una fotografía en blanco y negro de una marioneta de palo. Había planeado escoger un párrafo para ilustrar esta magia beneficiosa de la que le hablo, pero me han acorralado cientos de sortilegios desde los simples lomos de los libros. “A una hora de la media noche”, “El lobo estepario”, “El árbol de la ciencia”, “Historia de una escalera”, “Las gafas del diablo”, “Rayuela”, “Parábola del náufrago”, “Bajo las ruedas”, “Los silencios del Dr. Murke”, “Los pasos perdidos”, “Años y leguas”, “Siddharta”, “Opiniones de un payaso”, “Las edades de Lulú”, “¡Aire, que me lleva el aire!”, “Confieso que he vivido”, “El vagabundo de las estrellas”, “Sexus”. “Dublineses”, “El hombre que fue jueves”, “Servidumbre humana”, “Rayuela”, “Pedro Páramo”, “Las sombras recobradas”, “El siglo de las luces”, “Pantaleón y las visitadoras”, “La tía Tula y el escribidor”, “La casa verde”, “La ciudad y los perros”, “Conversación en la Catedral”, “La guerra del fin del mundo”... Son algunos de los libros, sin orden ni concierto salvo en el tramo final, que velan armas en las estanterías de la habitación en donde me hallo ahora mismo. ¿No le parece que los simples títulos son ya una celada, una emboscada que nos acaricia los ojos y la imaginación con promesas de mundos mágicos, de sueños imposibles, de libertad?

    Pero también habla usted de la magia de las cosas y las personas. La magia que convierte lo cotidiano en irrepetible y único, la magia que nos salva de la dolorosa conciencia de la cortedad de la existencia. La magia que convierte el acto utilitario y pragmático de follar (cuyo debate se ha suscitado aquí días atrás) en un universo de caricias y jugos y besos y sollozos y goces cuando hacemos el amor. La magia del amor, la que es capaz de convertir un mensaje aséptico vía móvil en un volcán que desencadena los impulsos más deliciosamente primarios y queridos, la que transforma los puros procesos químicos de nuestras hormonas en una conducta alocada, torpe, feliz, limpia de egoísmos, amorosa, enamorada.

    Como usted dice, señor Ilustrado y amigo mío, cosas de Magia.


    ## DAJO ##
Ref: PEQUEÑO TEATRO, fragmento puesto el 29/11/98 21:54
    Inconscientemente, los pasos de Ilé le llevaron al tabuco de Anderea. “Voy a enseñarle mi cortaplumas”, se dijo. Desde la noche de la farsa, no había visto a su anciano amigo. Anderea estaba retocando los rojos labios de Colombina, pero abandonó su trabajo para examinar concienzudamente la navaja.

    –Es muy hermosa –dijo–. Vamos a probarla.

    Tomó un pedazo de madera y cortó algunos trozos. Ilé Eroriak miró en derredor. “Todo sigue igual. Esto es mío”. Se encaramó al estante y apoyó la cabeza contra la madera. Muy cerca, tanto que casi le rozaban la cara, unos ojitos de cristal le miraban. Eran dos bolitas de vidrio verde, como cascotes de botella rota. Ilé Eroriak dijo, en voz muy baja:

    –¡Hola, amigo! ¿No sabes?, hemos salido a la mar.

    Los cuerpecitos de madera, las pupilas de vidrio verde, donde se reflejaban diminutos y convexos mundos, parecían escuchar. Ilé Eroriak limpió con la mano el polvo que cubría aquellas pequeñas esferas transparentes, y el muñeco pareció agradecérselo con un súbito brillo en la mirada. Ilé continuó quedamente:

    –Pensé que si el mar se lo llevase...

    Ilé Eroriak continuó enumerando peligros, posibles desgracias. Y también el modo como él deseaba salvar a su amigo. Pero los muñecos no le comprendieron. Las pequeñas caritas de madera reían, reían sin cesar, aunque sus invisibles corazones se hubieran secado de dolor. Ilé Eroriak sintió una rara congoja y miró hacia Anderea, que seguía tallando aquel trozo de madera. Pero no se atrevió a decirle nada. Por dos veces intentó comunicarle la emoción que le llenaba. Pero no podía: las palabras morían en su garganta.

    –Adiós, Anderea–dijo. Le pidió el cortaplumas y salió de allí.

    Cuando salió a la calle, el corazón le golpeaba fuertemente dentro del pecho. Oyó, lejana, la campana de San Pedro, y levantó la cabeza. El cielo palidecía.

                                                   Ana María Matute




## DAJO, desembalando historias mágicas ##
Ref: de DAJO puesto el 29/11/98 21:54
Puestos a imitar, me quedo también yo con Eli y lanzo un par de preguntas...


                                               ¿QUÉ ES PARA USTEDES LA MAGIA?                                                

                                               ¿DÓNDE ESTÁ LA MAGIA DE LAS COSAS?
Ref: puesto el 29/11/98 23:16
La magia está en la belleza
que pone el amor en todo
Ref: As de Picas puesto el 29/11/98 23:37
Gracias Mackay! Lo consegííííííí acabo de entrar por infobirria plus
:-DDDDDD.
...................As de Picas feliz de seguir conectado.........