Ref: De Mackay a TODOS puesto el 26/9/98 0:02 |
Aquí está el cuento que me leyeron por la radio, para los que no pudisteis oírlo. He incluido las dos pausas breves que hizo Alicia Sanchez, ya que están muy bien hechas (se tratará de dos líneas en blanco). Como fondo musical, aunque esto ya lo he dicho, sonó "Dark Light" de Davy Spillaine. |
Ref: De Mackay a TODOS puesto el 26/9/98 0:04 |
NACERÁS BAJO UN NUEVO SOL. Nacerás bajo un nuevo sol. Eva le daba vueltas a aquella frase, sin saber bien la razón. La noche pasada apenas había dormido, y al final de un sueño repleto de imágenes y situaciones absurdas, una voz le había susurrado aquellas palabras. E ignoraba por qué su recuerdo la inquietaba tanto. Cruzó la calle y prosiguió su trayecto por el paseo marítimo, oyendo el rumor de las olas al morir en la playa, oscura porque era de noche. Tratando de apartar tales pensamientos bajó a la arena, y sin quitarse los zapatos, caminó sobre ella. Pronto vio un grupo de muchachos que hablaban animados junto al mar, cerca de las hamacas de un merendero próximo, y dejó de sentirse preocupada. Eran sus compañeros del instituto, e iban a pasarlo muy bien aquella noche. Sin embargo, Eva no podía librarse de su leve preocupación, a pesar de que habían llegado casi todas sus mejores amigas. Habían traído suficiente de beber, e incluso una radio que animaba la fiesta, y se estaba divirtiendo como siempre; pero la apatía no cejaba en su empeño de entristecerla. En esto reparó en que, a lo lejos, desde el mar impresionante en su negrura, se acercaba una tormenta, y comprendió que ese era el motivo de su preocupación. Desde niña había sido muy sensible a los cambios del tiempo. En general, era muy receptiva a casi todo y al ir creciendo, terminó por creerse poseedora de un don, de una percepción especial; aunque, a menudo, consideraba este pensamiento una tontería. Se apartó unos pasos de sus compañeros y se sentó cerca de la orilla. Dejó que el susurro de las olas la tranquilizase y embargara su espíritu de aquella sensación dulce que sólo el mar le inspiraba. Mientras, las estrellas brillaban con fuerza en un cielo sin luna. Y aquellas nubes seguían avanzando. Eva las contempló con aprensión y no tuvo que basarse en ningún don; le bastaron sus ojos, los de una muchacha corriente de dieciséis años, para convencerse de que esas nubes no eran normales. Se movían demasiado rápido y eran muy densas como para no extrañarse. Eran blancas, con una extraña tonalidad rojiza, y parecían absorber las estrellas al avanzar. Se levantó nerviosa y regresó con sus amigos, a refugiarse entre sus risas y su alegría. Pero las nubes ya habían cubierto la mitad del cielo, y una brisa muy leve comenzaba a soplar desde el agua. Eva le enseñó a sus amigos las nubes, y les contó sus inquietudes; sin embargo, no vieron nada raro en la amenaza de la tormenta, y se limitaron a discutir acerca del sitio en que continuarían la fiesta si llovía. Las nubes habían cubierto todo el cielo, y por primera vez en su vida, Eva tuvo la certeza de que su percepción inusual la avisaba con urgencia. Alzó la vista al cielo y supo que iba a suceder algo terrible. Los latidos de su corazón se desbocaron, y estaba tan absorta mirando las nubes que no hizo caso de los tirones amables de su amiga Marta. Y, de pronto, le cayó una gota de agua en la mejilla. A esa siguieron otras, y sus compañeros de juerga recogieron apresuradamente sus cosas para resguardarse mientras la lluvia arreció con una rapidez poco habitual. Y repentinamente, Eva comenzó a oír gritos de pánico; sus amigos corrían en todas direcciones chillando, y ella, desbordada, no acertó a otra cosa que a mirarles horrorizada. De pronto, toda la ciudad pareció volverse loca. Alaridos, carreras y pánico era lo único que mostraban sus compañeros y la gente que quiso disfrutar de la noche caminando por el paseo marítimo. La lluvia les estaba abrasando. Eva intentó correr, pero se detuvo para auxiliar a una de sus amigas, que había caído al suelo. Y la soltó con un grito al comprobar que estaba inconsciente. La lluvia cobró más fuerza aún, hasta convertirse en una verdadera cortina de agua, y la muchacha, impresionada, se tambaleó unos pasos y se detuvo. Y Eva clavó las rodillas en la arena, esperando la muerte. Y la lluvia la empapó, la caló hasta los huesos. Pero seguía viva. Lentamente, la tormenta fue perdiendo intensidad, y el sonido de las gotas al estrellarse en el suelo dejó pasar, muy despacio, al silencio. La lluvia cesó por completo y Eva continuó inmóvil. El agua le corría por las mejillas y goteaba desde las puntas de sus cabellos. La brisa sopló desde el mar, a sus espaldas; y la muchacha supo entonces que estaba sola. Las farolas, altas y numerosas, del paseo marítimo se habían apagado casi todas. Eva la miró y vio como, de cuando en cuando, alguna estallaba en un resplandor para sumirse, luego, en la oscuridad. La muchacha se puso de pie y miró a su alrededor. Todo estaba en silencio, y la única luz provenía de las nubes, de tonos rojizos, que se movían demasiado de prisa, en las que se abrían claros que dejaban al descubierto trozos movedizos de cielo negro. Debería haberse puesto a gritar, haberse hundido en la desesperación y en el terror; pero, en vez de eso, se sentía extrañamente tranquila, y evitaba pensar en todo lo que acababa de suceder. Supo que aquello a lo cual había llamado don, aquella sensibilidad tan especial, luchaba por salir a su consciencia, y ya había comenzado a modificar sus sentimientos. Pronto pensó en lo que iba a hacer. Y reaccionó como la mayoría de las personas que han vivido una situación terrible. Con paso cansino, salió de la arena y tomó el camino de su casa. En el fondo de su corazón latía la esperanza de que sus padres estuviesen a salvo, y se animó pensando que era lógico; se había despedido de ellos una hora antes y se quedaron en casa. Recordaba a su madre, que preparaba la cena, y a su padre, que leía el periódico mientras echaba vistazos ocasionales al televisor. Le había dado dos besos, cuidando de no moverle las gafas, antes de marcharse. No tenían motivos para haber salido; seguramente estarían en casa y aguardarían su regreso. De modo que se apresuró, movida por esta última esperanza. Las calles estaban extrañamente desiertas. No había coches, ni siquiera aparcados, lo cual sí resultaba desconcertante. Y la única luz, demasiado tenue, provenía de las nubes. Cruzó la calle para llegar a la acera donde se hallaba su portal, y le extrañó no ver el semáforo que había estado allí desde siempre, al menos por lo que ella recordaba. Avanzaba junto a las tiendas que tan bien conocía, cerradas como era normal a esas horas, y a pesar de que se trataba de lugares tan cotidianos, su inquietud no disminuía. Y la certeza de que algo en su interior pugnaba por salir, cobró más fuerza. Muy en su subconsciente, albergaba el sentimiento de que lo sucedido aquella noche debía acontecer. Y ella lo había sabido siempre. Abrió el portal con llave y entró. No había ninguna luz encendida y el ascensor no funcionaba. Por suerte, las escaleras se hallaban en penumbra gracias a los ventanales, que dejaban pasar la luz mortecina de las nubes. Subió los tres pisos con rapidez, ansiando llegar a casa pero temiendo algo que, en el fondo de su corazón, creía inevitable. Y, en efecto, cuando abrió la puerta de su casa, halló el salón iluminado tan sólo por la luz rojiza de las nubes. Y completamente vacío. Se le hizo un nudo en la garganta, pero se limitó a caminar hacia un sofá, en el cual se dejó caer. La televisión no estaba y Eva hubiera jurado que faltaban muebles. No obstante, lo que más la asombraba eran sus sentimientos. Se notaba inquieta y angustiada, y quizá, asustada, pero, a la vez, resignada, aunque pareciese una contradicción teniendo en cuenta que ignoraba que sucedía. Aquello que latía en su subconsciente empujaba con más fuerza cada vez. En un último intento, vagó por la casa un rato, hasta asegurarse de que no había nadie, y cada vez se sentía más nerviosa. Sin ningún motivo preciso, miró a través de las puertas de cristal que daban al balcón, hacia el cielo. Las nubes rojizas pasaban veloces, adentrándose en el continente, huyendo del mar. La lluvia que habían traído, pensó, había volatilizado a todo el mundo, excepto a ella. Y de pronto, Eva perdió los estribos de una manera tan violenta que estuvo a punto de echarse a llorar. No pudo mantener la serenidad ante tal situación, muertas sus últimas esperanzas. De repente, se había quedado sola y no sabía el motivo. Abandonó su casa corriendo, desesperada por encontrar a alguien, latiéndole el corazón con furia a causa de la carrera y del pánico. Quería ver a cualquier persona, quería despertar de aquella pesadilla espantosa. Pero no se trataba de ninguna pesadilla, y se puso más nerviosa aún cuando vio que las recias puertas que habían comunicado el edificio con la calle tampoco estaban. Sin embargo, del mismo modo brusco en que se había iniciado su ataque de nervios, su pánico comenzó a desaparecer. Aquella otra personalidad que pugnaba por manifestarse, la tranquilizó con una voz que sonaba maternal y le hizo tener la absurda idea de que no sucedía nada raro, de que todo iba bien. De todos modos, acabó por aceptar, carecía de sentido correr; no tenía adonde ir. Cuando contempló los alrededores se dio cuenta de que muchos edificios habían desaparecido, y los demás, envueltos en la penumbra, apenas se veían. Y reparó, a lo lejos, en algo que antes no estaba allí, un objeto enorme que habría reconocido como un árbol de no ser porque sus hojas brillaban como el oro. Se acercó y sintió que la zona le resultaba muy familiar. No tuvo que acercarse mucho para darse cuenta de que, en efecto, era un árbol enorme, de hojas doradas, cuya silueta se destacaba en la oscuridad reinante. Y el sitio donde crecía le era muy conocido. Tardó bastante poco en pararse junto al tronco del árbol, realmente descomunal. Estaba en el centro aproximado de lo que había sido uno de los parques de su ciudad; pero todo había cambiado. Las otras plantas, que fueron grandes, eran ahora pequeñas o, a lo sumo, del mismo tamaño que antes. No obstante, aquel árbol... lo recordó de apenas un par de metros de altura; era pequeño antes de que empezase todo aquello; y ahora, su talla era impresionante. Y le resultaba tan familiar... Y, al fin, aquello que ansiaba alzarse hasta su consciencia logró liberarse y, al instante, la serenidad se adueñó de ella. Comenzó a recordar otras vidas, en otros mundos, en otras dimensiones. Supo que estaba frente a un rulak, que eran seres capaces de arraigar en varios universos a la vez y solían existir en muchos al mismo tiempo, con distintos aspectos, pero siempre con formas similares a lo que los seres humanos llamaban árboles. Y supo que ella era un espíritu errante, que pasaba de un mundo a otro, cobrando formas diferentes, sin permanecer demasiado tiempo en ninguno. La brisa agitó las hojas del rulak, que en aquel universo eran doradas, como la hierba que crecía bajo sus pies. Y entonces, la vocecilla de una muchacha de dieciséis años comenzó a apagarse en su interior. Giró la vista hacia un rumor dulce del cual parecían escapar las nubes rojizas. Aún le quedaba algo de alma humana, y Eva siempre había adorado el mar. De modo que caminó hacia un saliente del acantilado que se alzaba donde antes, en otro universo, hubo una playa, volviéndose alguna vez hacia el rulak, que la impresionaba. En realidad, era a ella a quien se había llevado la lluvia, no a sus padres o a sus amigos. Ellos seguirían vivos en otro mundo, y notarían su falta, la buscarían algún tiempo, pero sería del todo imposible que la encontrasen, porque Eva ya no era una muchacha, y nunca lo había sido del todo. Se sentó y contempló el mar, oscuro por la noche y distinto, de olas enormes que nunca se veían en las playas por las que más de una vez había paseado; pero eso, aceptó, fue en otro mundo. En un último ramalazo de humanidad, la entristeció la nostalgia, se le encogió el corazón y se puso a llorar. Quería volver a su mundo y ser una muchacha corriente. Quería abrazar a sus padres y contarles la absurda pesadilla que había tenido. Deseaba volver a su instituto, ver a sus compañeros, incluso, a sus profesores. Se enjugó las lágrimas y se resignó. Ella no era una muchacha; era un ser eterno e infinitamente sabio, que conocía cientos de realidades, de planetas y de civilizaciones. Había experimentado modos de existir tan dispares que no podían compararse entre sí. Su destino era vagar entre las dimensiones. Las nubes se fueron deteniendo, y comenzó a clarear sobre las aguas. A medida que la luz hacía retroceder a la oscuridad, las nubes iban llenándose de colores; al parecer, algunas cosas no eran como en el universo en que moraban los seres humanos. Se volvió por última vez y contempló el rulak, majestuoso, que ocupaba lo más alto de una colina y se mecía con el viento leve. A su alrededor, se iban perfilando siluetas móviles de líneas extrañas, que debían de corresponder a los que, por un tiempo, serían sus nuevos congéneres. Nacerás bajo un nuevo sol, había oído en sueños mientras dormía en un mundo lejano, al que no regresaría nunca. Y ese nuevo sol anunciaba su llegada con un extraño juego de colores. Y, perezosamente, amaneció. Juan Cuquejo Mira(Mackay) |
Ref: De Poly para todos.... puesto el 26/9/98 0:40 |
Entre tinieblas de días recordados Busco el color del amanecer Intento abrir un hueco plateado Para desde allí, poder ver La niebla esta espesa Encima del tejado Se hace cada vez mas densa Mojando el techo de mi pasado Veo luces brillantes Que hacen un destello gigante Con la niebla, parece más grande Son luces que parpadean incesantes Me acerco con un poco de respeto Con ganas de saber que estoy viendo Si he de ser sincero Tengo un poco de miedo Cuando he llegado Se han ido No sé lo que son Ni lo que han sido Lo que sé Es que no eran sombras Ni un sueño en el olvido Parecían luces naranjas Que unas veces se veían Y otras no se podían ver... Bien... y este ha sido el sueño que he tenido esta tarde en la siesta. Me he despertado algo alterado y nervioso. Ahora ya sé que eran esas luces naranjas que veía y no sabia que eran. Pero eso me lo guardo para mí. Solo espero que ese sueño no se haga realidad. Confiemos en que así sea. Feliz día..........................................Jesús. |
Ref: Gloria puesto el 26/9/98 10:33 |
El pájaro pía, el gato maulla, la araña se esconde por ser tan capulla. Gloria Fuertes.............¿? ¿Que es poesía? |
Ref: NOVATO puesto el 26/9/98 11:18 |
Buenos dias a todos y todas en especial a todas las que esten levantadas y animadas pues si no esto va de aburrimiento. |
Ref: NYVA puesto el 26/9/98 12:36 |
La luna se duerme en mi regazo el sol sobre el universo la luna ronronea el sol gime su lamento los dos duermen una al calor de mi vientre el otro delante de mis ojos descansa mi amor descansa mi cielo entre los dos mis dedos |
Ref: /DAJO puesto el 26/9/98 13:00 |
Ay dajillo, dajillo, ya notaba yo algo extraño en tu forma de escribir... supongo que serán las tiranteces ;DDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD. Bueno, chorradas a parte mu guapas las fotos , gracias, ah! todavia espero esa "explicacion" que me has dejao con la mosca... ··Amara·· un besin |
Ref: Pa el ALEC !!! puesto el 26/9/98 13:21 |
Llevaba ya dos semanas en mi sofá Y vi que la peré había una foto doblá. Me levanto, po no me levanto, Es que estoy muy cansaó Mira que si me levanto Y término hecho polvo y destrozaó. Déjalo, déjalo, Migue, déjalo, déjalo, no te vayas a mové Déjalo, déjalo, Migue, déjalo, déjalo, no te vayas a quebrá, joe. Seguía tirao en mi sofá Y vi en el mueble una maceta Que llevaba dos meses sin regárla Y estaba la pobre seca Me levanto, po no me levanto, Es que estoy muy cansaó Mira que si me levanto Y término hecho polvo y destrozaó. Déjalo, déjalo, Migue, déjalo, déjalo, no te vayas a mové Déjalo, déjalo, Migue, déjalo, déjalo, no te vayas a quebrá, joe. Seguía tirao en mi sofá Y me entraron ganas de comé Pero quien se levanta pa ir a la cocina Me tené que echá una mujé. Tendré que ducharme argún día, Me puse a pensá, Pero es que estoy mu a gusto Aquí tirao en mi sofá. (El Flojo / Mojinos Escozios) Sobran comparaciones +++ KABRON +++ |
Ref: a Honorio puesto el 26/9/98 16:57 |
Pues me estás resultando hipersensible con el Vaticano. O no sé leer o no me pareció que Dajo te llamase Mamoncillo y Cabronazo. Arga, con cara de suegra;-) |
Ref: a Mackay puesto el 26/9/98 17:06 |
¡¡¡Bonito, bonito!!!-)))). Es que a mí lo de la crítica literaria se me da muy mal,así que pongo simplemente lo que siento, sin encontrar muy bien las palabras. Mis felicitaciones. Arga |
Ref: DE FOLLARIN PARA TI puesto el 26/9/98 19:20 |
¡HOLA! YA ESTOY AQUI ESPERANDOTE A TI CONESTA A MI |
Ref: DE FOLLARIN PARA TI puesto el 26/9/98 19:20 |
¡HOLA! YA ESTOY AQUI ESPERANDOTE A TI CONESTA A MI. |
Ref: Cádiz: el siglo XIX (III) puesto el 26/9/98 20:21 |
"También se vende allí pescado frescoque los pescadores colocan sobre el mismo pavimento de la calle tal y como salió de la red. El ruido y alboroto del lugar es absolutamente ensordecedor. Los españoles son dados a hablar en un tono muy alt. Imagínese por tanto, lo que será una contínua batalla vocal entre trescientos o cuatrocientos campesinos juntos, que elevan lo más posible sus roncas voces para informar a los transeúntes del precio y calidad de sus mercancías. En una palabra, es un barullo tan intolerable que asombraría a cualquiera que no haya vivido algunos años cerca de Cornhill o de Temple Bar.
Aunque Cádiz está perdiendo la riqueza y el esplendor de que gozaba mientras tenía el exclusivo privilegio de comerciar con las colonias de Sudamérica*, todavía es una de las pocas ciudades españolas que pueden compararse con las inglesas de segundo rango. La gente es hospitalaria y agradable y las mujeres gaditanas, sin llegar a ser unas beldades, son verdaderamente encantadoras. Hay algunas tertulias, a las que se puede asistir con una simple presentación a la señora de la casa, que son muy alegres y animadas. En ellas no reinan ni el formalismo ni la etiqueta : se puede entrar cuando se quiere y salir cuando viene bien. El recurso más socorrido en estas reuniones es cantar acompañado de la guitarra o el piano, aunque la formación musical de las damas españolas no puede ni remotamente compararse con las de las buenas aficionadas londinenses. Sin emabrgo las gaditanas tiene la gran ventaja de abrir la boca al cantar, lo que las 'misses' inglesas parecen considerar un grave incorrección."(extracto de "Cartas de España" de José Blanco White). *Fue en 1778 cuando Cádiz perdió el monopolio comercial con América, que había heredado de Sevilla a principios de siglo. A consecuencia de su prosperidad comercial Cádiz se convirtió en una ciudad grande, próspera y cosmopolita, en una "nueva Babilonia", según cuenta el padre Blanco. ***TIBERIO. MCMXCVIII*** |
Ref: De Tiberio... puesto el 26/9/98 20:23 |
Como habreís visto, me he equivocado al poner el título de "Cádiz : siglo XIX". El texto que he puesto hoy es la segunda parte. Un saludo. |
Ref: El jeep (y III) puesto el 26/9/98 20:53 |
Su forma cuadrada, una vez que el parabrisas se abatía hacia adelante, le daba la simpática forma de una caja sobre ruedas. En cuanto a las marchas, diré que el "jeep" tenía cuatro más la marcha atrás y además otras dos reducidas. La velocidad máxima que podía alcanzar era de 105km/h y su autonomía era de 483 km. El motor estaba compuets por cuatro cilindros en línea y de gasolina, lograba con 2199c.c. una potencia máxima de 54HP. Era un vehículo sin blindaje, pero de todos modos se usó inteligentemente utilizando en pleno sus dotes principales : agilidad, velocidad y autonomía. Durante la última conflagración mundial, el "jeep" fue empleado de forma muy variopinta : vehículo de reconocimiento, de transporte, ambulancia, puesto volante de mando y, en versiones especialmente adaptadas, como elemento antiaéreo o anticarro, dando excelentes resultados en todos los escenarios desde el Sáhara a la estepa rusa o el Pacífico. Su construcción comenzó en diciembre de 1941 por la Willis Overland Motors. En contra de lo que sucedió con vehículos construidos para fines bélicos, la vida del "jeep" no terminó con la Segunda Guerra Mundial. Tuvo así una nueva existencia, sin duda mejor. ***TIBERIO. MCMXCVIII*** |
Ref: puesto el 26/9/98 23:18 |
Dejaros de jilipolleces malditos hijos de la gran puta pareceis maricones ,por que no hos vais a la camita?que el lunes hay cole. |
Ref: Tarner puesto el 26/9/98 23:25 |
Alguien con ganas de hablar? |
Ref: Tarner puesto el 26/9/98 23:43 |
Busco comepollas. |