Ref: Joey a Chicas puesto el 17/11/97 0:23 |
Hola! |
Ref: Estreno de Página puesto el 17/11/97 0:30 |
Maestras Argentinas: Clara Dezcurra
de Roberto Fontanarrosa Clara Dezcurra toma la pluma y escribe la fecha: "16 de Julio de 1840". Luego, con la misma letra minúscula y erguida, agrega el encabezamiento: "Querida Juana". Finalmente, tras alisar el papel que tiene la textura y la consistencia del hojaldre, embebe la pluma en la tinta negra, y redacta: "Ayer decidí cambiar el método que siempre utilizamos. Quise darle a mis chicos una alternativa diferente que los arrancara de la enseñanza rutinaria. Esta vez, en la clase de Habla Hispana, dejé de lado nuestra clásica composición 'Voyage autour de mon bureau' y quise sorprenderlos con algo propio, conocido, cercano. Fue entonces cuando les propuse escribir sobre 'La Vaca'." Clara Dezcurra no lo sabe, pero ha introducido un hábito de escritura que será, luego, por décadas, indicador y modelo en las escuelas criollas. En realidad, poco y nada decía para sus alumnos la temática de la anterior composición-tipo, "Voyage autour de mon bureau" ("Viaje en derredor de mi pupitre") impuesta por el maestro modernista francés Alphonse Chateauvieux a fines de 1815. La escuela de Clara Dezcurra, apenas un simple salón de tierra apisonada, no tiene pupitres, ni bancos, ni siquiera sillas. Los alumnos se apretujan sentándose en rejas de arado, tocones de ceiba o simples calaveras de vaca que relucen como si fuesen de mármol. La calavera de vaca es el asiento más fácil de conseguir, el más frecuente, porque la escuela nocturna de la señora Dezcurra es, durante el día, un matadero clandestino. Clara humedece con la saliva de su lengua el reborde pringoso de la tapa del sobre donde ha metido la carta. Lo cierra y luego, aprovechando el calor del candil que la alumbra malamente, derrite casi un centímetro de lacre sobre el vértice de la juntura. Le llega, desde afuera, el olor pesado aue viene desde el saladero de cueros, el tufo casi irrespirable a pescado podrido de la costa, y el mugido profundo de algún animal que ha olfateado, quizás, el aroma premonitorio de la sangre. La escuela ni siquiera está en el centro de Buenos Aires. Ahí, frente al portalón de la Iglesia de los Cordeleros, como se lo había prometido don Juan Lezica, cuando era alguacil segundo del Municipio, para luego decirle que, aquello, era imposible. El episcopado, o, mejor dicho, el obispo Alcides Melgarejo, le había recordado a Rosas que no debían permitirse escuelas ni queserías en las proximidades de los templos. Y entonces le habían dado a Clara ese quincho --porque de otra forma no se lo podía denominar-- cerca de los corrales de Mataderos, a metros de la puerta de Santa Brígida, detrás del saladero de don Felipe Echenaugucía. Y la escuela era nocturna. Y los "chicos", como ella los denominaba, eran ya gente grande: puesteros de los corrales, matarifes, carreros cachapeceros, pero muy especialemente, federales. Hombres de la Santa Federación que llegaban a clase luciendo la divisa punzó, mazorqueros que, en el primer día de clase, habían degollado a un negro por robarse una goma de borrar. Clara, todas las tardes, mientras escucha dar las siete en el carrillón de la Merced, baldea el piso para quitar los oscuros cuajarones de sangre que quedan de la actividad del frigorífico clandestino, y echa hacia los potreros las reses que no han sido aún sacrificadas. Espera, en tanto, desde el Alto Perú, la respuesta de Juana, su compañera de promoción. Intuye que su puesto al frente de la precaria escuela peligra. Sin ella saberlo, ha permitido la inscripción de más de un unitario. Algunos le han confesado su condición, como Juan José Losada. Otros le han dicho que la vincha celeste que llevan recogiéndoles el pelo, es en honor de la bandera. "Pero nadie viene a controlar lo aue pasa en estos parajes, Juana --le ha escrito a su amiga--. Estamos dejados de la mano de Dios. Mis chicos escriben con trozos de ladrillos o pedazos de tripa gorda y yo utilizo las paredes como pizzara. Don Martin de Agüero me ha prometido tizas, pero me dicen que el barco que las trae encalló en las proximidades de Recife." Un zambo iza la bandera. Le dicen "Falucho", pero es en broma. Tomó parte del sitio de El Callao, pero no logra aprender la tabla del cuatro. No ha llegado aún al país el sistema inglés de los palotes, y los alumnos trazan una línea acá, otra allá, sin ton ni son, sin orden ni medida. Clara es la primera en entonar "Oda a la Bandera", de Balmes y Vespuci. Hija y nieta de educadoras, recuerda las anécdotas de su abuela, Irma Dezcurra, de cuando aún la joven nación no tenía divisa, antes de aue don Manuel Belgrano la crease. Los niños --contaba la anciana-- se reunían en los patios escolares antes de entrar a clase y no sabían que hacer. Daban vueltas sobre sí mismos, se chocaban entre ellos o giraban tontamente como tiovivos sin acertar con una conducta. Alguno, quizás, gritaba consignas emotivas, o repartía chanzas contra los españoles. Alguna maestra, tal vez más devota, entonaba salmos religiosos. Hubo quien --recordaba abuela Irma-- aguardando la entrada a clase, se empecinó en vocear los números de la lotería de cartones, el juego que tanto entusiasmaba a Manuelita, y así nació la "cifra", el canto que, junto a vidalas y pericones, habría de animar numerosas y encendidas veladas patrias. Clara come un pastelito dulce y lo acompaña con té de cardosanto. La respuesta de Juana Azurduy tarda en llegar. Hoy Clara ha tenido que sosegar a un federal muy alcoholizado. No la desvela tanto la indisciplina, pero se le duermen en la clase. Y a veces se pelean. Los mazorqueros sospechan que uno de los muchachos es unitario. Es un mozo joven, bien parecido, que viene siempre de bombachas de fino fieltro y botas altas. Tiene la patilla larga que baja y dobla luego hacia arriba, para unirse con el bigote, dibujando una "U" provocativa. Pero los mazorqueros aún no han llegado hasta ese punto del abecedario. Solo Isidro Gaitán, un sargento, puede memorizar las letras hasta la hache que, al ser muda, lo desconcierta. Los demás apenas si se han familiarizado con las letras hasta la "D". Clara duda si continuar con la enseñanza. Apenas sus chicos descubran que la "U" tiene un dibujo similar al que se lee en las mejillas del joven unitario, pude arder Troya. Clara no quiere tener más problemas con el gobierno. Pero habrá de tenerlos. Antes de que llegue, por fin, la carta de Juana, ya don Artemio Soto conoce la noticia de su innovación pedagógica. Algún mazorquero la ha comentado en algún boliche. Tal vez un tropero alcanzó a contar las desventuras de su composición-tipo cerca del oído de algún correveidile del poder. Tras seis meses de espera, la carta de Juana llega, como una premonición, días antes que la de Domingo Faustino Sarmiento. A la luz vacilante del quinqué, Clara lee la esquela de su amiga. "Tené cuidado, Clara" es todo el texto, entre sucinto y fraternal. Sin duda Juana, preocupada, consciente del tiempo que llevará a su carta llegar de nuevo hasta la capital, optó por escribirla lo más rápido posible, casi con características telegráficas. Clara bebe una copita de oporto, al que enturbia con hojas de regaliz. Duda si abrir o no la carta de Sarmiento. Sin embargo, la redacción de esta, lo comprobará luego, es de advertencia mas no llega a sonar admonitoria. "No veo de buen grado --le escribe el sanjuanino-- el cambio por usted introducido en la enseñanza de nuestra lengua criolla. Somos un país incipiente aue requiere de ejemplos y el modelo del maestro Chateauvieux aún está en vigencia. Somos todavía como el joven retoño que precisa de la rectitud y firmeza del tutor para crecer derecho." Clara garrapatea una carta de respuesta plena de formalismos y ambigüedades, lejos de su habitual estilo franco, y decide continuar con sus planes. La hace persistir en su esfuerzo el entusiasmo que observa en sus alumnos. Por primera vez, muchos de ellos escriben más de dos páginas de composición, cuando con el tema "Viaje en torno a mi pupitre" algunos no alcanzaban ni a los tres renglones. Un matarife de Achiras Altas, Juan Sala, redacta, incluso, casi diez páginas de un relato estremecedor, fruto de su conocimiento de la tropa vacuna. Tiempo después, será la base de un libro paradigmático: Amalia. Josefa Paz de Hurlingam invita a Clara a tomar chocolate en su casa de la bajada del Marquesado. Recibe en una sala solariega desde donde se ve el patio interno de la casa, impregnado con un perfume fresco a magnolias, glicinas y santarritas. Hay un jardín, también, con lilas del lugar y patos criollos. Una morena carabalí sirve el chocolate en bandeja cubierta con una mantilla bordada por la misma señora Josefa. Josefa le cuenta a Clara, animosa, que en el colegio adonde va su hija, en clase de Habla Castellana le pidieron una composición sobre el tema "La Vaca". Josefa cuenta esto con risa amable y, cada tanto, se toca el ñandutí de su pechera impecable. Clara no tiene tiempo ni de alegrarse. A la noche siguiente, una frágil figura desciende de una calesa frente a su escuela, siendo de inmediato rodeada por perros coléricos y becerros supervivientes. El nocturno visitante es don Benito Agudo Ersilbengoa, mano derecha del nuncio apostólico y amanuense del alguacil Ordóñez. "Hemos recibido las quejas de Monseñor Brizuela --comunica a Clara Dezcura-- con respecto al tipo de temas que uted está haciendo escribir a sus alumnos." Clara conoce bien a monseñor Bizuela. Se corren muchos rumores en torno a su persona. Se decía de él que a su arribo a nuestras costas, cuatro años atrás, era un hombre afable y comprensivo. Pero que había sufrido un doloroso accidente durante las invasiones británicas, cuando transportaba trabajosamente un pilón con aciete hirviendo. Aquella desgracia, se comenta ahora, ha dado origen a la sabrosa fritura de pastelería puesta en boga por todos los panaderos: la "bola de fraile". "Es indigno --continúa don Benito Agudo Arsilbengoa-- que nuestros guardias federales, nuestros soldados, sean obligados a escribir sobre un tema tan poco épico y glorioso como el que usted les impone." Clara comprende que ha llegado el momento de defender sus convicciones. Escribe a Sarmiento explicando su postura y la ventaja de educar a sus alumnos a partir de vivencias que a ellos le sean familiares. Seis meses después, puntualmente, recibe la contestación. Y de allí en más, día a día, irá recibiendo cartas del maestro sanjuanino. Sarmiento no falta un solo día al Correo. Algunas de sus cartas, no todas, muestran sobre el pergamino largos trazos de un pegote blancuzco, como si alguien hubiese moqueado sobre ellos. Clara deduce que Sarmiento las ha escrito bajo su histórica higuera, buscando aislarse, tal vez, de los rayos solares. "No me opongo a que usted trabaje sobre 'La Vaca' --le dice el autor de Facundo-- en lugar de hacerlo sobre el modelo francés. Habrá un día, solo Dios puede saberlo, en que nuestro país se quitará de encima la influencia europea, y quizás entonces usted será considerada una precursora. Pero déjeme sugerirle otra variante; ya que el debate se ha instalado en torno a si es conveniente o no gastar papel, tinta e ingenio sobre un animal tan rasposo y de índole infeliz como la vaca le propongo que sus composiciones sean sobre otro animal todavía más cercano y afín a nuestra tradición libertaria como el caballo. Más de uno de nuestros centauros, que regaron con su sangre generosa el suelo americano, sabrá agradecérselo." Clara lo piensa. Supone, con su intuición de maestra, que el del caballo puede ser un paso posterior. Incluso no deja de lado la gallina, con su doméstica convivencia. Pero la cercanía de los corrales, la vital actividad del matadero y, fundamentalmente, la creciente importancia del ganado vacuno en la suerte de nuestra economía, la deciden a continuar con el plano trazado. Es febrero de 1845 y el formidable estío de Buenos Aires embalsama la brisa con aromas fuertes. Clara ha recibido el paso del aguatero llenando dos odres grandes para sus muchachos. La composición-tipo "La Vaca" se emplea ya en casi todos los establecimientos educacionales de la ciudad. Hasta las familias patricias que contratan institutrices británicas han encontrado pertinente el uso de la redacción impuesta por Clara Dezcurra. Sentada sobre una rueda de carro, Clara observa el patio a través de la puerta del salón. El calor del día ha exacerbado el olor a bosta y escucha las risotadas de sus chicos disfrutando el momento plácido del recreo. Se oye el punteo de alguna guitarra, alguna relación intencionada, el repique constante de un tamboril. De pronto alguien grita, hay un revuelo. Clara presta atención, inquieta. Sus muchachos son buenos, pero si se los vigila son mejores. Escucha un violín y se estremece. Son los sones de la "refalosa", la danza con que los mazorqueros acompañan los saltos despatarrados de sus víctimas cuando resbalan sobre su propia sangre. Clara se levanta y sale a ver qué pasa. Pero, en este caso, la víctima ya ha caído sobre el patio de la escuela. Es Juan José Lozada, el joven unitario de las patillas en "U". Lo han degollado. Ante la pregunta enérgica de Clara, nadie dice saber nada, nadie dice conocer a los asesinos. Pero hay risas torvas, sofocadas. El grupo de mazorqueros se aleja un tanto, empujándose unos a otros, como sorprendidos o avergonzados por la reprimenda. Clara escribe a Juana, el 24 de febrero de ese año. "Los eché a todos. No me importa, Juana, que sean mazorqueros, hombres del Restaurador de las Leyes o lo que sea. Hoy degüellan a un compañero y mañana pueden llegar a hacer cosas peores. A estas situaciones hay que cortarlas de raíz, antes que pasen a mayores." Entre los expulsados de la escuela está el sargento federal Anacleto Medina, héroe de Cepeda. Clara estudia al jinete que ha llegado hasta su escuela. Ella estaba calentando agua en la pava de latón peruano para prepararse un caldo, cuando escuchó el galope. El hombre es un soldado de Rosas y le estira en la mano, un rollo de papel sujeto con una cinta: por supuesto, punzó. Clara desenrolla el mensaje y lee el texto. La trasladan. Ha estado dando clase durante siete años en un tinglado con piso de tierra que, durante el día, hacía las veces de frigorífico clandestino. A pocas varas del matadero de reses y del solar donde se envenenan los cueros. Alumbrándose con velas de grasa. Educando a una clase compuesta por matarifes, soldados federales, negros, zambos, convictos, renegados y mal entretenidos. Ahora la letra pareja y grande del Restaurador le indica que será trasladada a un lugar de menor jerarquía. No lo dice con esas palabras. "La patria --le escribe Rosas-- demanda de usted un nuevo sacrificio. Y hemos decidido destinarla a una escuela marginal, con alumnos que detentan problemas de conducta. Sé que usted, con su firmeza de espíritu, sabrá encarrilarlos y superar los problemas de presupuesto que, de aquí en más, habrá de sufrir." Clara Dezcurra sabe que ya no tiene sentido aguardar el cargamento de tiza. Intuye que su alejamiento obedece, más que nada, a su particular obcecación en persistir con el tema de "La Vaca". "Creo que todo ha sido inútil --escribe a su amiga Juana--. Comprendo que, hoy por hoy, se hace muy difícil cambiar algo de lo ya dispuesto. Supongo que, con el paso del tiempo, todo el mundo se olvidará de mi tema de composición y volveremos a 'Voyage autour de mon bureau', o a cualquier otra imposición venida de afuera bajo el engañoso rubro de aporte cultural." Deja gotear el lacre, morosamente, sobre la juntura del cierre, antes de moldearlo bajo la presión de su anillo de sello. No puede dejar de pensar en la fugacidad de su iniciativa educacional. No sabe cuán equivocada está. Una gota de lacre, lustrosa, ha modelado un diminuto montículo sobre la mesa. de "La mesa de los Galanes", © 1995 by Ediciones de la Flor. ~~~ Manu ~~~ a pedido del público |
Ref: Joey a Chicas puesto el 17/11/97 0:31 |
SI HAY UNA CHICA POR AHI, ME GUSTARIA CHARLAR CON ELLA. |
Ref: Joscript a... puesto el 17/11/97 0:36 |
Pal, Manu, Dajo, Proxi, Alec y Sacarino: Cuando niños, a veces, cogemos pelusa, nos ponemos un poco envidiosillos cuando creemos que los amigos o los hermanos mayores no nos hacen caso, centran su atención en una novedad, cosa, circunstancia o persona ajena a nosotros, extraña. Entonces nos sentimos infantilmente estafados, imbécilmente entristecidos y solos en la sempiterna habitación de incomprensiones en la que todo ser humano repudia dormir. ¿Pero cómo, qué he hecho yo para que nadie me acaricie con su mirada de afecto antiguo, con sus palabras no aduladoras sino cómplices y hasta incluso entrañables, como rubricando un vínculo misterioso, indecible y secreto?... Y es cuando el niño llora o hace el tonto o el indio. O qué sé yo. El viernes, por una suerte de azares que no vienen al caso, me sentí niño, niño desamparado, niño solitario, niño incomprendido. Y me sentí mal, bastante mal. Y fui un bocabierta. Y lloré. Gracias por vuestras miradas. Gracias por vuestras palabras. Sobre todo, gracias por sentiros, a pesar de la distancia, cerca. Muy cerca de mí. |
Ref: Manu explicando... puesto el 17/11/97 0:40 |
El cuento anterior se refiere al tema de compsición que todas las maestras de enseñanza primaria (E.G.B. aquí) usan en Argentina, haciendo alarde de su gran capacidad imaginativa. Es autor desea buscar los orígenes de este afamado mamífero que tantas veces he imaginado y pocas he podido sacarle el partido literario deseado. Aclarar a los no versados en la historia argentina, que Rosas era el Gobernador "Federal" del Buenos Aires. Domingo Faustino Sarmiento era por esas fechas presidente de la República y aunque es considerado "el padre del aula" era por lo que he podido informarme bastante conservador y fachorro (aunque aún no existía por aquellas fechas este término). Espero haber aclarado algunas de las dudas que seguramente habrán tenido por leer el anterior cuento y quedo atento por si alguna otra se me ha pasado. ~~~ Manu ~~~ |
Ref: a Pal y a Todos puesto el 17/11/97 0:49 |
No me furula el correo de Lettera. Me han hablado (el buen Magnus, Pal) de Infomail.inf, pero estoy en un tris de engancharme a Inet. Os mantendré informados. P.D: Alec: Suerte mañana (hoy ya), tío!! |
Ref: El de antes era yo (Jos) puesto el 17/11/97 1:02 |
Ref: Te echo de menos puesto el 17/11/97 1:22 |
Decir que te echo de menos suena a poco. Tendría que decir que sin tus ojos los míos están ciegos, que sin tus manos las mías están vacías, que sin tus labios los míos no saben besar. Tendría que decir que las estrellas sólo son candiles, que el negro de la noche sólo es gris, que la luna sólo es una luciérnaga. También podría contarte que te siento tan cerca que me sorprendo cuando miro hacia tí y no te veo, y se me queda en la boca una frase a punto de ser pronunciada. Cuando me despierto, me pregunto si ya habrás fumado tu primer cigarrillo; cuando me dirijo hacia el trabajo pienso en si estarás sintiendo el mismo frescor de la mañana que yo; cuando estoy comiendo me preocupo por si tú no tendrás tiempo de hacerlo; cuando voy de compras me pregunto si te habrás acordado de anotar que ya no tienes leche, ni mermelada; cuando me acuesto cierro los ojos, y, en silencio, te doy las buenas noches y me acurruco a tu espalda. Te podría decir muchas más cosas y, sin embargo, todas son la misma: te echo de menos. |
Ref: tia a viento puesto el 17/11/97 7:40 |
imposible entrar en irc. arrakis.es |
Ref: Alec. puesto el 17/11/97 8:17 |
Buenos... Felices... y Radiantes Buenos Díassss!!! Alec... madrugando por un día. (Uffffffff!!!) |
Ref: Para Te echo de menos puesto el 17/11/97 9:11 |
Y si le/la echas de menos ¿A que esperas para salir en su busca?. |
Ref: al Parque puesto el 17/11/97 9:50 |
BADA... ¿Qué...? Rellisca la fina pluja per les teulades. Toca el dos la boira amb el garbí i una taca verda d'ortigues mullades tremolen al costat de la tàpia del ferrocarril. Hi ha passa de tristesa aquesta tarda no hi ha massa paraigües pels camins. Al Carrer del Mar es baixen les persianes quan la foscor del cel es menja el gris. A la Rambla les palmeres bressen les seves melenes quan s´encenen les faroles en la nit, gemeguen una i altra vegada les ones entre les runes humides de Badalona com un infant que vol de la mare el pit. La ciutat te un anima de cendra que segueix com tothom el seu destí BADA...¿Qué...? Resbala la fina lluvia por los tejados. Se va la niebla con el garbí Y una mancha verde de hortigas mojadas tiemblan al lado de la tapia del ferrocarril. Hay contagia de tristeza esta tarde no hay muchos paraguas por los caminos. En la calle del Mar se bajan las persianas cuando la oscuridad del cielo se come el gris. En las Ramblas las palmeras mecen sus melenas cuando se encienden las farolas en la noche, lloriquean una y otra vez las olas entre los muros húmedos de Badalona como un bebé que quiere de su madre el pecho. La ciudad tiene un alma de cenica que sigue como todos su destino. ETílico (con una lengua bífida) |
Ref: al parque puesto el 17/11/97 10:02 |
No todos los catalanes somos nacionalistas (ni del Barça) porque, no todos los catalanes somos tontos... ETílico: "Mi patria es el mundo y mi familia la humanidad" P.D. Al que le suene ridículo este lema: que se ponga una lavativa de pan rayado.(br( |
Ref: A Bono de LuPo puesto el 17/11/97 11:41 |
Es lunes, esta mañana ya he aterrizado del planeta Deseo, ha sido un viaje maravilloso, tu yo y nuestro ardiente amor se han unido una vez más para formar un extasis de placer... (ups como estoy :). Bueno beth era simplemente recordarte q. te quiero, nos vemos ;) |
Ref: Halcón Peregrino puesto el 17/11/97 12:23 |
Bandadas de gaviotas surcando el cielo azul como presagio de un hasta luego en esa orilla, en esa playa nuestras miradas, fijas hablándose, transmitiendose, esos sentimientos, tan hermosos, tan profundo, tan díficiles de comunicar a travez de la palabra. Mirabamos ese mar en calma ese mar que tanto queremos pero también ese mar que nos separa con la distancia de mi tímida voz, sólo un susurro "Te quiero" Para mi orquídea más bonita. |
Ref: Viento a tia puesto el 17/11/97 12:54 |
Fija tu la cita. Sobre la 1:30 volvere. |
Ref: Viento a tia puesto el 17/11/97 13:57 |
Para encontranos la mejor formula es el mail (LSOROG@nexo.es) |
Ref: Viento a tia puesto el 17/11/97 14:00 |
Para encontranos la mejor formula es el mail (LSOROG@nexo.es) |
Ref: GIS puesto el 17/11/97 16:00 |
Hola, gente. He vuelto. Y estoy contenta. No sé, el viernes (o el sábado, no recuerdo), fue un día mágico. Me sentí realmente feliz. Quién sabe, tal vez la vida tenga sentido después de todo. No lo sé. Un beso para todos vosotros; EILINEL, AGUANIEVE, DAJO, ALGUIEN... |
Ref: Joey a CHICAS puesto el 17/11/97 16:01 |
HAY ALGUNA CHICA PARA CHARLAR CONMIGO?????? |
Ref: Joey a CHICAS puesto el 17/11/97 16:01 |
HAY ALGUNA CHICA PARA CHARLAR CONMIGO?????? |
Ref: a LuPo de bono puesto el 17/11/97 16:41 |
Yo también quiero recordarte, que lo pasé genial...que fue maravilloso, que te quiero muchísimo...cada vez mucho más y todavia te deseo más...eres muy especial, lo sabías????? Un besazo. Y luego hablamos. Beth,. |
Ref: a LuPo de bono puesto el 17/11/97 18:37 |
Hola!!!! como estas??? ocupadillo como siempre, tal vez???. Yo estoy un pelín fastidiada, la pastis son un rollo, uffff, he tenido mareos...y demás te lo puedes imaginar...tenías razón...el las indicaciones.. Además me ha recetado una caja entera, así la próxima vez, que espero que no llegué por ahora...no tendré que ir a urgencias!!!! Bueno, bueno, hoy el chat es un desmadre, allí nadie manda, todo el mundo hecha a todo el mundo, me han pateado con la op...jo!!! me siento mal, he hechado a elguan, y a ichi..jejeje eso me hace sentir algo mejor...es una lástima que no lo hayas visto, he vacilado un rato...jejeje Bueno, yo me largo...espero que tu no estés camino de Caudete, me alegraría que estuvieras aki, para verte mañana, y besarte, abrazarte...acariciarte...ummmm, que recuerdos, sabes, estoy deseando estar contigo, de la forma que sea. A veces pienso, que no se si esto es amor, o enfermedad... TE QUIERO, lo sabes verdad??? pues claro que si, eres lo mejor que me ha pasado en la vida... Pase, lo que pase, te seguiré queriendo, pero NO!!! va a pasar nada, jejeje, todo arreglado. Solo te pido una cosa, ya se que es dificil, pero no te separes nunca de mí...no dejes de quereme, no se estar sin ti, en serio...te hecho de menos las 24 horas del día...si ya lo se!!! hay ocho que duermo, pero tb te hecho de menos cuando duermo, porque sueño contigo. Un beso muy dulce en tus labios. Beth. |
Ref: a Bono de LuPo puesto el 17/11/97 19:15 |
Joer vaya cabeza que tengo se ma había olvidado: F E L I C I D A D E S! ! ! ! ! ! F E L I C I D A D E S! ! ! ! ! ! F E L I C I D A D E S! ! ! ! ! ! F E L I C I D A D E S! ! ! ! ! ! |
Ref: hola puesto el 17/11/97 21:29 |
pajarito sin cola |
Ref: proxi al parque puesto el 17/11/97 22:08 |
¡Que extrañamente desangelado está el parque hoy! Quizá esta noche se complete de nuevo de una manera mágica. Hoy he estado con Ramón Trecet, al que se que seguís tambien alguno mas que yo. Era con motivo de la presentación de un disco recopilatorio seleccionado por el, y al que titula "Dialogos 2, el fin de la nueva era" y ha explicado desde su peculiar punto de vista, por qué la New Age, es vieja en este momento. En su programa de Radio 1 ha empezado con una coña marinera muy simpática con respecto al manido tema de cuando empieza el siglo XXI, y me he reido tanto que le he escrito esta carta, que le he entregado en propia mano hace media hora. Como el destinatario ya la tiene, no creo que infrinja la constitución española si pincho aquí una copia: Madrid, 17 Noviembre 1997 Estimado Ramón: Hoy has sacado la retranca en la primera media hora de tu primer programa de la tarde. El asunto consistente en saber cuando comienza el tercer milenio puede acabar en guerra como las posturas sean tan firmes como hemos visto hasta hoy. Y seguramente la solución sea sencilla (basta mirar en la última página para decir:¡claro es lo que yo pensaba!), aunque para mi no lo sea tanto. Me explico: Si la medida del tiempo responde a una convención bastará con ir al texto y mirar lo que ahí ponga. Desconozco su contenido, pero es muy fácil que diga cosas como "se toma como base el día, ahora bien teniendo en cuenta que cada uno de los días es distinto, la base será el día del equinoccio de primavera, que aunque suele caer por el veinte de Marzo, ningun año coincide en el mismo día del anterior. A partir de ese día definimos el año, de 365 días, aunque no siempre, cada cuatro años será de 366 pero alguna vez nos saltaremos también esa excepción. Con el año en la mano todo será mas fácil: cien años son un siglo y mil un milenio. Ademas damos por firme y no rebatible que nunca hubo año cero (¿O eso no lo pone?). En el caso de que encontremos una convención por el estilo, todo será mas fácil, aunque como debe estar fechada en el siglo VII, mas o menos, es mas que discutible de que el año en que se "convino" por la Santa Sede la implantación del calendario fuera precisamente ese año desde el nacimiento Cristo. Seguramente la controversia venga dada por que el convenio no habla del año cero, ni a favor ni en contra. Yendo por otros terrenos, en los puros de la medida del tiempo, parece claro que los milenios se empiezan a contar desde el uno así como los siglos, los años, los meses y los días, pero a partir de ahí ¡ay! las horas, los minutos y los segundos se empiezan a contar desde el cero. El día tiene 24 horas y finaliza justo despues de las 23:59.59 (1999, traducido años) Los tiempos de los partidos de baloncesto empiezan a contar desde el 00:00.00 hasta el 20:00.00 y no hasta el 20:00.99 y dura veinte minutos. ¿No dirá la famosa convención que el primer siglo tiene 99 años, y así la medida del tiempo estaría acorde con la grafía? ¿Porque hay tantas excepciones, y ésta no se considera? Todas las culturas consideran al equinocicio de primavera como el comienzo del año, hasta que el calzador católico impuso la artificiosidad del 1 de Enero. Dando eso como bueno cualquier cosa cabe. ¿ Y Einstein?.¿Ha nacido ya? Estamos a finales del siglo XX, y creo que hace tiempo que murió. Parece ser que demostró que el tiempo no discurre siempre a la misma velocidad...Entonces ¿Puede ser que el tercer milenio ya haya acabado? Puede ser: todo es relativo. La continuidad del tiempo nos permite establecer los intervalos desiguales con comienzos y finales allá donde queramos. ¿No habrá empezado el primer milenio con la primera primavera acabandose mil año despues? ¿Y el segundo, no ocupa desde la segunda primavera hasta mil años mas tarde? Y ¿No es mas cierto que empieza un milenio con cada Luna Llena, con cada amanecer, con cada beso, con cada respiración? Pero si con cada beso, el tiempo se para, los milenios en los que amamos son mucho mas largos. Y el caos (del que se escriben muchas teorias ahora) felizmente se adueña del tiempo y del mundo. Mientras tanto, usaremos los calendarios para entretenernos con crucigramas de este estilo, y para saber cuando llegará la próxima nómina, que es la mejor utilidad que se le ha encontrado al cambio de mes. Ramón, despues de este pequeño divertimento, permiteme robarte algún segundo mas para hacerte llegar mi agradecimiento por las buenas tardes que nos haces pasar, unas veces con buen humor y crítica como hoy, otras simplemente protestando: buscando y encontrando la belleza para nosotros. Un abrazo En fín que no solo me reí un buen rato esta tarde oyendo sus programas, sino que en la pequeña sala donde se ha dejado ver, hemos compartido sus risas y su última cruzada musical: intentar saber si José María Cano ha escrito o no una ópera, porque lo unico que se sabe de ella es el bombo y el platillo de una partitura desconocida si es que existe. Buenas tardes a todos. ***Próxi, que va a leer despacio el literario de hoy |
Ref: Lo prometido puesto el 17/11/97 23:41 |
. ________________________EL SONAJERO DE PLATA________________________ Un frío gélido recorría los amplios corredores que cruzaban el ala norte, se escuchaba como abría las puertas para entrar, peleándose por ocupar las salas con el fuego que en alguna de ellas estaba encendido. Una lucha breve ya que siempre ganaba él. En todas las habitaciones se metía, sin embargo había una a la que nunca se le ocurrió entrar, el lloro de un bebe se lo impedía. Ese lloro era de la hija del rey, una niña de menos de un año, con un cabello todo lleno de tirabuzones rubios como el sol. Siempre lloraba desconsolada, no tenía unos brazos que la cogieran, las amas no tenían el permiso para hacerlo, y su madre nunca iba a verla, le recordaba el momento en que fue concebida. Ante tres brujas pidió un hijo para su esposo, él quería un descendiente, un portador de su corona que continuara con su casa. La reina temiendo que la repudiara echo mano de las brujas. Estas le dieron lo que pedía a cambio de casi nada. - Ja ja ja -rió, y con una expresión de satisfacción en la cara les preguntó. -¿Tan poco vale un futuro rey? Os daré eso y mucho más. Todo lo que queráis- Ese fue su error, le pidieron su sueño, sus ganas de vivir, sus risas, el mañana. A cambio le dieron una hija que nunca podría reinar. Una niña que solo sabía llorar, llamar la atención de cuanto ser hubiera a su lado para que le dieran un poco de calor, no quería el fuego que ardía día y noche, no quería las mantas de la mejor lana, no quería los braceros en su cama con sabanas de franela, no quería la rica leche antes de cantarle una nana para dormirla. En realidad nunca dormía, solo cuando las fuerzas la abandonaban cerraba los ojos y hacía parecer que el sueño la vencía. En unos minutos recuperaba las fuerzas y se iba a caminar un rato por las galerías solitarias. Hacía apenas unos días que había aprendido a andar, con eso le bastaba, unos pasos tambaleantes, imprecisos, llenos de duda. -¿Dónde será mejor poner el pie sobre la alfombra roja o sobre la madera labrada?- Casi siempre se quedaba con la madera, le gustaba sentir la dulzura del barniz que la cubría y la cálida sensación que le trasmitía. En su torpe caminar llegaba siempre hasta a la puerta que el rey utilizaba en sus salidas nocturnas. Por eso tuvo la reina que echar mano de las brujas, el rey llegaba siempre tan agotado que no podía engendrar ningún hijo. La princesa sabía que ella no era hija de aquel hombre que la miraba con un poco de desgana. Ella era hija de un fantasma, de un recuerdo de la reina en su juventud. Su amor primero y más grande, más puro, ya que en su inocencia solo cabía el amor espiritual, etéreo, sin carne de por medio. La primera y única vez que él la besó se terminó todo. La reina estaba comprometida desde su nacimiento y para que llegara virgen a su matrimonio cada mañana las ayas le ponían un poco de carmín en los labios. Un carmín rojo intenso, tentador, pero lleno del más terrible de los secretos, era un veneno que solo podía ser evitado con la ausencia de amor. Por supuesto la amaba muchísimo, más que a él mismo, si es que esto es posible. Y cuando le dio su primer beso, ese lleno de amor, deseo, miedo, asombro y cariño, cayó muerto a sus pies, el veneno era tan poderoso que fue fulminante. Por eso cuando las brujas le pidieron sus ganas de vivir a cambio de un hijo ella no dudó un momento, ya no las tenía, ya las había perdido. Sin embargo con la magia de las hechiceras había conseguido el último resquicio de él, su único amor, su amor verdadero, una hija, una princesita bella y dulce como el único beso que él le dio. Cada vez que la miraba el recuerdo del dolor la trastornaba, no podía verla, no podía cogerla en brazos. Y la princesita deambulando sola por esas galerías oscuras por las que apenas entraba la luz, solo corría por ellas un frío húmedo que llegaba hasta el ultimo lugar del cuerpo haciéndolo quebrarse. El rey no podía coger a la princesa, sabía que no era su hija, y sin embargo no podía decir nada, no podía abrir su boca y decir esa niña es el engendro del amor no hecho realidad de mi esposa. Un rey con una corona muy particular, sería el descrédito para él y su reino. Si ni siquiera un rey era capaz de hacer que sus hijos heredasen sus territorios como podía hacer frente a los paises extranjeros que intentaban invadirlos. No, de ninguna forma podía decir lo que había pasado, esperaría que la reina tuviera otro hijo, un hijo suyo y si esto no ocurría la pobre princesa tendría un terrible accidente que la llevaría a una muerte en plena juventud o quizás antes de que dejara de ser una niña. Los años pasaban y esa niña seguía sola, totalmente sola, entre encajes y terciopelos, entre sonajeros de plata convertidos con el tiempo en joyas y muñecas de porcelana, entre platos de codorniz y naranjas de la china. Toda una bella cárcel llena de lágrimas y soledad. Y seguía sin dormir, las noches las pasaba leyendo viejos libros llenos de historias fantásticas, héroes legendarios, piratas tuertos, mercenarios a la orden del mejor postor, pájaros sin canto y norias que rodaban alrededor del mundo entero. Una noche de invierno pensó huir, coger solo lo imprescindible y recorrer el mundo en busca de algo, algo que todavía no sabía lo que era, algo que la hiciera vivir y no como su madre que vivía vacía y su padre, un pobre fantasma, que deambulaba por los recuerdos. Por más que intentó reducir el equipaje no consiguió dejarlo en menos de 30 baúles. Con tal cantidad de vestidos, sombreros, enaguas, medias, guantes, sombrillas, blusas, corpiños..., ¿como iba a dejar palacio sin ser vista? Imposible de realizar. Tenía que cambiar de planes, se iría solo con una pequeña bolsa, en la que metería su libro preferido, su sonajero y unas semillas de rosas. Dejó su habitación, con sigilo recorrió un ancho pasillo que llevaba hasta una escalinata, bajó y salió por la puerta por la que el rey cada noche abandonaba palacio. Ya no volvería a aquel lugar en que nunca fue feliz. Consiguió salir del país sin dejar sospechas, hasta pasados unos días nadie se dio cuenta en palacio de su falta. El rey estaba encantado, había desaparecido sin que él tuviera que intervenir, sin tener que hacer absolutamente nada. De esta forma podría dar la corona a uno de sus innumerables hijos bastardos. Solo tenía que pensar cual sería el más indicado para llevar el peso del gobierno. ¿Sería Luis? No, con su carácter débil no sobreviviría ni un solo día. ¿Carlos? Tampoco, es demasiado tarambana. ¿Felipe? No conoce las costumbres de este país, siempre vivió fuera. ¿Alfredo? Es listo e inteligente, pero no sería aceptado, no da la talla. Entonces, ¿cual? Empezó un caminar, un vagar por tierras extrañas, donde no conocía a nadie, donde se tenía que abrir camino y luchar por su vida todos los días. No sabía hacer gran cosa, solo recordaba las historias que habían llenado toda su vida y las iba contando por los pueblos. Los niños soñaban al escucharlas, las mujeres derramaban alguna lágrima y a los hombres les brillaban los ojos al imaginarse protagonistas de las batallas. Caminaba por carreteras sin asfaltar, entre bosques llenos de peligros, solo rodeada de ella misma. Y seguía buscando algo con lo que llenar su vida, hacer ausente el vacío. Quería las risas y los besos, quería la dicha y los abrazos, los amigos y los hijos, el amor y el respeto. En su andar llegó hasta tierras llenas de sol, llenas de luz y sal. Entró en una ciudad de la que no sabía ni el nombre y subió hasta el castillo, allí ofreció sus relatos al guardián de la puerta: -.Se contar bellas historias, cuentos imposibles, vidas de fábula, sueños de ayer para mañana. -.¿Cuentos? Ya tenemos varios contadores de cuentos. Bueno, pasa, mañana empieza una semana de fiestas y harán falta mucha gente para divertir a los reyes. -.¿Y que se celebra? -.La vuelta del príncipe de lejanas tierras. Estuvo más de un año fuera haciendo grandiosas gestas que han llenado de orgullo a todo el pueblo. La princesa empezó a imaginar una nueva historia para contar cuando fuera a otros lugares. Y según iba imaginando caminaba como ida, llevándola los pies hasta la sala real. -.¿Quien anda ahí? -Pregunto alguien desde detrás de una cortina.- No sabes que aquí esta prohibida la entrada, venga fuera, largo, no molestes. -.Oh, perdón. No quise molestar. No sabía por donde andaba, solo pensaba en una historia, un cuento para contar a los reyes, uno que les agrade, que les llenara de alegría. Aunque eso es dificil de hacer. -.¿Dificil? Ni que los reyes fueran de piedra. -.No, si no lo digo por eso. Es que después de la inmensa dicha que les llena no se me ocurre otra historia que les pueda alegrar más. -.¿Dicha? -preguntó en tono sorprendido el interrogador que aún no había salido de la cortina. -.Si por la vuelta del príncipe. ¿Me podíais decir con quien hablo? Aún no os he visto. -.Soy el rey. -dijo dando un paso y saliendo de las sombras. -.Oh, no quería molestar. Perdonadme, por favor, no me hubiera atrevido a hablaos si hubiera sabido que era vuestra alteza. -.No pasa nada. Además me gusta como hablas. Debe ser una delicia escuchaos contar cuentos. ¿También sabéis recitar poesías? -.No, lo siento, no sé. Nunca leí libros que las contuvieran, de donde yo soy están prohibidas, a la reina le molestaban que las compusieran, le dolían demasiado. Si queréis dejadme alguna y os la recitaré al anochecer. -.Ja ja ja -rió el rey con grandes carcajadas-. Pues vaya reina egoísta, privar a su pueblo de ese placer. Ella calló y una mirada triste salió de sus ojos clavándose en el suelo, en una loseta con dibujos de naturaleza muerta azules y rojos, un leve suspiro le hizo recordar lo mal que lo había pasado hasta que logró salir de aquella cárcel, cárcel con paredes de oro y nácar, maderas preciosas y ricas telas. Un mundo que no soportaba, que la iba a dejar morir por la hipocresía de unos reyes. -.Bueno, no te pongas triste, que estás casi a punto de llorar y una chica tan bonita como tú no puede hacer esas cosas. El reflejo de su pelo le hizo entrecerrar los ojos por un segundo, aprovechando ella para salir rápido de aquella estancia. -.No, espera, no te vayas. Aún no te he dicho lo que quiero que nos recites, pero no hoy, las fiestas comienzan mañana al atardecer. Justo cuando el sol guarde su último destello, pero aún nos ilumine su luz, quiero que nos llenes los oídos con tu voz, esta noche te daré lo que has de aprenderte. Ella no pudo decir nada, las palabras se quedaban enganchadas en la punta de su lengua sin poder salir. Solo pudo hacer un leve movimiento de cabeza, haciendo entender que volvería para recogerlas. Los días pasaron y llevó la belleza a los oídos de cuantos la escuchaban. Los reyes estaban encantados con ella. Su voz los trasportaba al deleite, su imaginación los paseaba por lugares insospechados, los cambios de tono con subidas y bajadas, la melodía de sus palabras, el ritmo y la entonación los hacia mecerse en el placer. Decidieron que no se podía marchar, se quedaría por siempre en aquel lugar. A ella no le gustaba que le impusieran las cosas, había huido buscando algo y tenía que encontrarlo. -.Majestades agradezco su trato especial hacia mi. Me llena de orgullo que me aprecien tanto, que quieran que me quede siempre para recitarles, pero no puedo quedarme para siempre. En otros lugares me esperan, solo les puedo prometer que plantaré mañana un rosal y me quedaré hasta que salgan las primeras rosas en primavera. -.¿Solo hasta entonces? ¿Cómo es eso? ¿Donde te esperan? ¿Que mejor lugar vas a encontrar que este? Bueno, respetaremos tu decisión, pero hasta que el rosal florezca te quedaras, ¿no? A la mañana siguiente sacó las semillas de rosas que había traído consigo y las sembró en una tierra negra de jardín. Estando de rodillas con las manos llenas de tierra alguien se le acercó por la espalda y en un susurro le preguntaron: -.¿Es verdad que nos queréis dejar? Nunca había escuchado aquella voz, pero sabía de quien era, era el hijo de los reyes. -.No es que os quiera dejar, es que busco algo y tengo que encontrarlo -respondió con un pellizco en el estómago y dándose la vuelta se encontró con los mas bellos ojos que nunca había visto. -.¿Qué buscas para que sea tan importante? -dijo convirtiendo sus labios con una leve sonrisa en algo irresistible. -.¿Buscar? Busco tantas cosas que no os podría decir. Él le cogió una de sus manos toda embadurnada en barro y la ayudó a levantarse. -.Como has dicho que no te iras hasta que las rosas nazcan le pediré a Dios que este rosal sea estéril, que te retenga aquí. Abriendo los ojos con asombro y preguntándose que es lo que quería para no dejarla marchar apenas musitó: -.¿Por que? -.Simplemente me gusta escucharte, aunque no te lo había dicho antes. Podía parecer que cuando nos contabas cuentos yo no te prestaba atención, que yo estaba por otros lugares, pero no es así. Entonces, ¿estás firmemente decidida a marcharte? -.Si, dentro de poco. -.En tal caso aprovecharé estos últimas semanas para escucharte a todas horas, en todo momento. -.Pero tenéis miles de obligaciones, vuestro pueblo os necesita, no podéis perder el tiempo conmigo. -.Es verdad el día lo tengo todo lleno, pero me quedan las noches. En las noches os escucharé. De esta forma las noches se convirtieron en un dialogo continuo. Ella contaba y él la interrumpía llevando el desenlace de los cuentos por otros caminos, haciendo nuevas versiones, y construyendo miles de nuevas historias. Al ocaso ella subía a su alcoba, él siempre la esperaba impaciente, deseoso de inundarse con sus relatos, con sus bellas palabras que lo trastornaban. Se negaba a admitir que ella podía marcharse un día y quedarse sin todo ese encanto. Las palabras lo iban moldeando, le abrían nuevos sentimientos que a veces negaba con un no, pero que sabía perfectamente que estaban allí y no podía cerrar los ojos ante ellos. Sabía que la amaba y también sabía que su amor nunca podía ser posible. Él sería rey algún día y solo se podía casar con una princesa. Por muy grande que fuera su amor lo único que podía hacer es disfrazarlo de amistad, encerrarlo dentro de su corazón y aliviarlo con la presencia, en las largas noches, de ella. Al final él siempre terminaba quedándose dormido con el alma llena y el espíritu sosegado. Mientras, ella, lo miraba intentando buscar, quizás, la respuesta en su sus párpados cerrados, en la forma en que respiraba, en los dibujos que formaba su aliento con la diferencia de temperatura. Sabía que no estaba allí, pronto marcharía aunque le doliera, ella también empezaba a sentir algo especial por él y no quería que esto le impidiera seguir su caminar. Los rosales que ella plantó eran luneros y esa noche era luna llena, a la mañana siguiente se marcharía, si no lo hacia quizás no lo haría nunca. Él leyó en su pensamiento o intuyó lo que iba a pasar. Echado en la cama con dosel que lo acogía coda noche la miraba examinando como nunca todos sus movimientos, sus detalles, sus facciones, intentando quedarse con ella en el recuerdo. Sabía que sería la última noche, que al día siguiente ella no estaría allí. Mientras ella, apoyada en el quicio de la ventana, miraba la luna, esa luna que la hacía soñar, volar, ser todo y nada, convertirse en mil personajes. Y relataba su última historia. Ya habría un final. Cada noche engarzaba de alguna manera el cuento que empezaba con el anterior, hoy tendría que darle un final definitivo. En mitad del cuento se volvió y mirándolo con una ternura enorme le dijo: -.Mañana me voy, florecerán las rosas rojas, y las blancas, y las amarillas, y las rosas, todas florecerán al amanecer. Tengo que irme, he de continuar. -¿Por que? -le salió de los labios con gran dolor-. ¿Por qué te marchas? ¿Acaso no ves que te amo más que a nadie, que te necesito, que no puedo vivir sin ti, que me falta la vida cuando no te tengo? Nunca había podido decírtelo, pero al ver que te pierdo prefiero dejarlo todo, irme mañana contigo a donde tú quieras. Todo a cambio de ti, si es que tú me amas. Sé que no puedo tenerte a ti y ser rey, pero si me dices que tú también sientes lo mismo por mi lo dejaré todo, seré lo que tu quieras, pero no puedo perderte. El asombro y el miedo se apoderó de ella. ¿Tanto la amaba para hacer tal cosa? Ella estaba segura de lo que sentía, pero por eso, porque lo quería y lo amaba prefería no tenerlo a que dentro de un tiempo él se diera cuenta de que todo había pasado y no era feliz. Eso no podría soportarlo. Negándose a si misma tomo valor y le dijo que no lo amaba, que lo quería como a un amigo, como a un hermano, pero que la llama del deseo, de la pasión no ardía por él. Eso lo destrozo, esas palabras fueron como si una daga afilada el atravesara el corazón. Cayó de rodillas y el llanto se hizo con él. Ella no podía soportarlo, se dio la vuelta y cuando pretendía dejar la estancia él la abrazo. La rodeó con sus brazos y buscó sus labios. Un beso dulce, cálido, intenso y largo los unió. Tras ese primer beso vinieron muchos más, y caricias y abrazos. Ella lo amaba más que a nadie, ¿como iba a dejarlo? Sus cuerpos desnudos yacían en la cama, hechos un ovillo, entrelazados, en un abrazo tierno. Ella por primera vez en su vida pudo dormir. Él lo tenía todo. Al alba ella no quiso despertarlo y muy despacito se levantó preguntándose si era el sueño lo que buscaba. Dejó la habitación y bajó a su estancia. Escuchó unos fuertes golpes en la puerta. Parecía que algo horrible había sucedido por los terribles sonidos que se dejaban escapar de la madera. -.Tú, ladrona, ¿a que has venido a este lugar? Hemos encontrado entre tus pertenencias esta joya. ¿Qué más pretendes? Alguien rebuscando entre sus cosas había encontrado su sonajero de plata y brillantes, aquel que la acompañaba desde que nació. La trasladaron a una oscura mazmorra. Ella pensaba tengo que ver al príncipe, él me sacará de aquí., le contaré toda la verdad, que soy una princesa que huyó de una muerte segura. Y mientras, en palacio, empezaban los gritos y los lloros. El príncipe había sido envenenado, yacía como muerto, había aparecido esa mañana desplomado, sin apenas respirar. Alguien la vio salir muy temprano de la alcoba. Ella, la contadora de cuentos era sin duda la que había intentado asesinar al heredero. Bruja, era una bruja. Pronto en todas las bocas del castillo corrían unas palabras: -.La mujer de bellas palabras es una bruja que intenta hacerse con el reino. Lo intentó con el embelesamiento y como no lo consiguió ha envenenado al príncipe. Hasta ella llegaron los rumores, nadie le decía nada, pero los escuchó a través de la puerta. -.No, por favor Dios, que la historia no se vuelva a repetir. No, con una vez ya hubo bastante mal. No, le amo. Si, más que a mi misma, más que a nada ni a nadie. Por favor que no muera. A ella, también como a su madre, las ayas le habían puesto el veneno en forma de carmín en sus labios. Hacía más de un año que ella marchó de palacio, pero en lo profundo de sus labios aún quedaban restos y con los besos de amor había salido hasta llegar a él. Solo había una persona que podía ayudarla, su padre, él había muerto de eso y sabría la forma de sacarlo de donde estaba y llevarlo a la vida. Pero, como podría llamarlo. Si, había una forma, con el sonajero. Tenía que conseguirlo. Ella recordaba que cuando su llanto se hacía muy intenso las amas lo hacían sonar y siempre aparecía un hombre que la cogía en brazos y la consolaba, era su padre. Consiguió ver al rey y le confesó la verdad, ella había sido la responsable de que el príncipe estuviera al borde de la muerte, que era una princesa guardada que había huido. Y había una forma de que se recuperase, pero para ello necesitaba que le devolvieran el sonajero de plata. Todos se negaron a ello, todos menos el rey que confiaba en ella. Se lo dieron y fue hasta donde él yacía inerte. Lo hizo sonar unas cuantas veces y no aparecía nadie. La duda empezó a volar por su cabeza, quizás esa no fuera la solución. Temió perderle de verdad, no volver a sentirlo, que sus caricias y sus besos no regresaran, que su forma de mirarla no la hiciera azorarse, que su admiración no la hiciera crecer. Se preguntó si eso es lo que buscaba, a él. Una vida toda llena de amor, ternura, cariño, respeto, consideración y que ahora se le escapa. La respuesta era no, amarlo más era imposible, pero no era eso lo que buscaba. Ahora sabía que era, tanto caminar, buscar, andar, indagar, averiguar y lo tenía allí. Se buscaba a si misma, a ella, así de simple y de complicado, su interior, sus pensamientos, sus ideas, sus modos y sus comportamientos. Siempre había estado encarcelada, clausurada y ahora era ella, solo ella. Podía mostrarse realmente y no como la habían educado, podía decir y expresarse como quisiera, sentir y amar a quien la hiciera temblar. Esa era la respuesta. Por supuesto aquí no acaba el cuento. Después de mucho hacer sonar al sonajero apareció el fantasma-padredelaprincesa y le dijo que la forma de despertar al príncipe era besarlo. Ella lo besó, se casaron y fueron a recuperar la corona que le correspondía por derecho de sucesión ya que el padre de la princesa había muerto poco después de marcharse ella sin ningún heredero. Fueron felices y no comieron perdices, ya que lo que mas le gustaba era un buen platito de jamón y una botellita de Carpe Diem. ¿O era Carpe Dien? No si ahora no sé escribirlo. Buaaa, tanto príncipe y tanto castillo me ha trastornado. Bueno en español: "Aprovechad el momento" o se os escapará el tiempo persiguiendo algo que solo esta en vuestro interior, como le pasó a la princesa. Un beso con alas. Mar y Luna |