Sus ojos brillaron un instante en la penumbra del rincón, su nariz inquieta olfateando el aire, para mostrarse huidizos luego, al emprender una relampagueante carrera hacia el centro de la estancia. Se detuvo a unos dos metros de su objetivo, justo en el límite del rectángulo de luz en el suelo, y finalmente alcanzó a saltitos el cuenco donde aún se resecaban los restos de la cena. La mujer no pareció advertir su presencia. Sus brazos, abatidos contra el suelo, no hicieron el menor intento de alejar al repugnante animal. Demasiado cansados y doloridos a juzgar por las manchas de sangre en las argollas que atenazaban sus muñecas, indicio, sin duda, de luchas y forcejeos recientes. …………………
Tenía los ojos abiertos, pero la mirada había quedado enredada en algún lugar de su memoria. Ni siquiera atendía ya a los sonidos apagados, murmullos de una actividad ahora rutinaria, que llegaban a través del ventanuco. Al menos había cesado la melodía de la muerte: sierras, martillos, voces apresuradas de los carpinteros inundando el inmenso patio interior. La luz del sol había alcanzado el rostro desplomado y acariciaba las heridas aliviando su espíritu vencido por los últimos acontecimientos. Sabía que su final estaba muy cerca pero ya no la paralizaba la angustia y su cuerpo entumecido había dejado de rebelarse. Ni siquiera sentía curiosidad por anticipar el escenario de la ejecución. Cuando se iniciaron los preparativos para la construcción del patíbulo, llegó a perder los estribos. Poco a poco vio alzarse, allá abajo, el monstruo terrible del que colgaría su cuerpo dentro de unos días. Cada martillazo, cada golpe que llegaba a sus oídos destrozaba sus nervios y el pensamiento atroz de la muerte inapelable era tan intenso y doloroso, tan irreal, que la llevó incluso a orinarse descontroladamente. …………………
Ahora, sin embargo, parecía haberse aislado de la realidad. Su mente barajaba instantes de su vida en libertad. Desfilaban imágenes inconexas: sus lágrimas en las tierras del lago, cuando el sol se descompuso en los trece colores señalando las 12 puertas del infierno y la gruta del Ayun Add; una tarde de otoño y sudor partiendo leña con Atrox; el rostro difuso de su padre y el sentimiento de abandono; las estrellas vigilando la noche mientras, arropados en raídas mantas, oían crepitar el fuego acompañando el relato de historias increíbles de duendes, profecías y misterios; la voz cascada de Atrox descifrando antiguos libros sagrados, pronunciando hechizos y destilando enseñanzas arcanas; el pulso firme de su madre asando en la candela un trozo de tocino, el olor de la grasa derretida y el sabor amable de su carne; las aguas límpidas del río Tszá abarcando su cuerpo adolescente durante los añorados veranos de la época del tránsito y los baños del atardecer; el miedo reflejado en los ojos de los posaderos que les negaron hospedaje al descubrir sus identidades; la noche fatídica en que fueron capturadas en aquel claro del bosque. …………………
Sus mejillas se humedecieron al recordar la que debió haber sido la noche mágica del advenimiento del Ayun Add. Todas las promesas estallaron en mil pedazos el mismo día en que tuvo la certeza de que su padre andaba errante en su búsqueda. Atrox, en trance, había permitido a su verdadero padre habitar aquel cuerpo agonizante. Así fue cómo vio el rostro y el alma de su padre, desaparecido cuando ella era aún una niña de apenas 14 meses. Su padre le habló de alguna forma y ella entendió sus palabras; y sus sentidos se inundaron con dulces melodías que transmitían serenidad, fuerza, victoria sobre las fuerzas malignas desatadas sobre la tierra. Pero sobre todo, aquella noche, tras el poderoso conjuro invocado por Atrox, había percibido en toda su intensidad el amor de su padre hacia ellas. Lo sintió vivo en alguna parte y supo que las buscaba. No fue una alucinación, sino un encuentro real. Cuando volvieron de nuevo las facciones de Atrox a reemplazar el rostro de su padre, el venerable anciano se incorporó, clavó sus pupilas en ella y dejó oír su voz: "Alba, nunca te abandonaré". Luego vino la impotencia al sentir desmadejarse el cuerpo del anciano, al comprender que la vida huía demasiado aprisa de su débil envoltorio. Tal vez fuera el llanto lo que le impidió advertir la presencia de los mercenarios de Chat, el Terrible, que surgieron de entre las sombras como lobos asesinos cayendo sobre ellos gritando salvajemente. El cuerpo de Atrox fue arrojado al fuego allí mismo y, tanto Alba como su madre, hechas prisioneras y conducidas al castillo del Estado de Irthes, constituido en guarida de Chat, el Terrible, desde que fue conquistado por las armas pasando a cuchillo a todos los que lucharon con lealtad junto su antiguo señor. …………………
Desde aquella noche, sólo quedó en su ánimo el resentimiento, la desesperanza y un dolor intenso que la atrapaba en cuanto que su consciencia se adueñaba de su cuerpo y de sus actos. …………………
Una vez que la bolsita de cuero fue arrancada del cuello de Alba y la diminuta llave dorada pasó a manos de Chat, el curso de los acontecimientos adquirió una vivacidad inusitada. Durante 15 interminables años, los lacayos del mal había sembrado el terror a lo largo y ancho del mundo conocido en una cruenta operación para localizar a la niña de los ojos del arco iris y despojarla de la última llave que permitiría abrir la decimotercera puerta del infierno. Ahora tenían la llave y sólo faltaba devolverla al lago donde aguardaba la cerradura. Sin embargo el pueblo llano aún transmitía de boca en boca la promesa del Ayun Add. Aún mantenía viva la esperanza de que la llave sellara el advenimiento de la libertad al introducirse en otra cerradura: la que un campeón elegido por las trece tribus, padre de la niña de los ojos del arco iris, fuera a buscar a tierras lejanas. Por eso Chat, el Terrible, había organizado la pantomima de un juicio popular y, tras la condena a muerte de la bruja y su madre, la ejecución pública para demostrar al mundo que eran vanas sus esperanzas. Las trece tribus habían sido convocadas por Chat para presenciar la ejecución. Además había hecho coincidir la fatídica fecha con el aniversario del primer Ayun Add, cuando Atrox anunció, frente al lago, que había llegado el momento en que se cumplirían las profecías de los antiguos. A falta de dos días para el cumplimiento de la condena, los aledaños del castillo comenzaban a poblarse de las delegaciones representativas de cada una de las trece tribus, así como de cientos de curiosos de todo el estado que acudieron bien por curiosidad, bien atemorizados por las advertencias de los sicarios de Chat. Entre la multitud que se iba congregando en torno a las chozas improvisadas, la figura encorvada de un tabernero deambulaba custodiando celosamente la mítica cerradura del Ayud Add… Mientras tanto, en el interior de la celda, la rata había desaparecido dejando a la mujer ausente de sensaciones. … … … … … … … … … … … … … ……………………::::::::::::::::::::::::::::::::DAJO,.el.carcelero:::::::::::::::::::::::::::…………….
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