Ref: p/DAJO DE YOLA puesto el 21/12/96 1:48
DAJO ASOMBROSO-CAMALEON. COMO VEO QUE LO DE APARECER POR EL CHAT SE HA CONVERTIDO EN ALGO IRREVOCABLE, ME CONFORMO CON LEERTE AQUÍ (CUANDO TELEFÓNICA ME LO PERMITE Y NO ES MUY A MENUDO). ME HUBIERA GUSTADO HABLAR MÁS DE UN DÍA CONTIGO, PERO ME FALTA TIEMPO PARA DEJAR AQUÍ MIS MENSAJES Y SIEMPRE LEO CON RETRASO LOS TUYOS. TE DEJO MI E-MAIL. myola@axis.inf. ESPERO RECIBIR NOTICIAS TUYAS. YOLA
Ref: CUCALTERMINATOR puesto el 21/12/96 21:48
Nunca antes me había producido mas placer que aplastar ahora una cucaracha de un pisotón. Sorprenderla, seguirla, acorralarla y ¡zas!; dejarle sus asquerosas tripas esparcidas en el suelo. Dicen que la vida es cruel, pero más cruel es morir despachurrado por unos Martinellis del cuarenta y uno, color negro, en mitad de un pasillo y no haber tenido la oportunidad a una sola alegación. Nunca antes eso me había producido mas placer que ahora, y me preocupaba. Recurrir a un psiquiatra para recibir sus estúpidas conclusiones de mi nuevo deleite resultaría ridículo, además de costoso. Lo que no significa que algún día me vea abocado a ello si el problema va a mayores, cosa que espero no ocurra. Mi animadversión a esos repugnantes bichos no es de siempre; mas bien es de hace poco. Nuestro desagradable encuentro se produjo una tarde de caluroso verano, en un asfixiante y oscuro portal de una calle de mi ciudad. Esperaba a la chica con la que últimamente compartía mis sueños; a veces compartíamos mutuamente otros menesteres, pero estos no vienen al caso; ya que además de incontables, eran los menos. Mientras desesperaba, me hice un descanso en un escalón de aquella sombría escalera y me encendí un Ducados. De reojo volví a mirar el reloj; los minutos pasaban tan rápidos como los goterones de sudor por mi frente. El calor era sofocante. Al tercer cilindro nicotinado me levanté enrrabietado y aún más desesperado. Al dar el primer paso, un chasquido sordo se escuchó desde abajo de mi zapato. Parecía algo viscoso y pequeño, pues me deslizó unos milímetros. Levanté el cuarenta y uno y observé el objeto no identificado, no sin antes sentir verdaderas nauseas al comprobar que era una monstruosa cucaracha rubia de ilimitado tamaño y asquerosidad. Sus tripas llenaron todo el escalón y por supuesto mi zapato recién comprado para la ocasión. Fue tal el regocijo que ello me supuso, que olvidé la desesperante espera de mi chica y me ocupe, y preocupe, en buscar más animalajos repugnantes que poder desnucar. Al final tuve suerte y cayeron diez. ¡Qué tarde de caza mayor y tripas esparcidas!; ¡qué gozada!. Hoy ello, aunque me produce un inmenso placer, también me preocupa. ¿Tendré instinto asesino?, ¿seré un ser vil y despiadado sin ningún tipo de escrúpulos?, ¿me estaré volviendo loco?. Una respuesta debo encontrar. ¡Ah! ya tengo la solución; lo mejor será probar este instinto con otros animalajos de similares repugnancias, eso me dará la verdadera dimensión de mi problema. ¡Temblad malditos escarabajos, ahora voy a por vosotros!. (=RedRose=).