Ref: puesto el 16/12/96 23:10
Hummmmm... no sé porqué me dá que este apartado no ha servido para mucho.
Ref: DE JARA P/ATROX puesto el 16/12/96 23:42
CAPITULO II Los años habían pasado veloces pero en silencio, con esa dulce carga de melancolía que envolvía al valle donde estaba situado el poblado. Atrox, Alba, y la madre se encaminaron una mañana en busca de la Dama Blanca, la única poseedora de la verdad sobre el paradero del padre de Alba. Tuvieron que cruzar bosques, ríos caudalosos y montañas excarpadas hasta llegar al Valle de la Sabiduría, refugio y morada de las sacerdotisas. El Valle era el lugar donde todo parecía posible y la magia parecía prendida de cada uno de los árboles, majestuosos y erguidos, en los que especies desconocidas abrían sus nidos y guaridas. Todo allí respiraba de esa honda paz que se esconde en el corazón de todo hombre que ha hallado, al fin, la preciada sabiduría. La vegetación frondosa, cubriendo con el entretejido de las grandas ramas todo aquel vasto paraje, en el que el sol dibujaba a través de aquel improvisado techo vegetal extraños arabescos en los que la luz del sol era el sutil hilo dorado que se engarzaba en la trama de aquellos milenarios árboles creando así el tapiz casi etéreo donde las sacerdotisas escribían en silencio los sortilegios que servirían para cambiar el destino de los hombres. Atrox, en su fortaleza, había tomado la firme decisión de ser el guardián de las dos mujeres que se habían convertido, poco a poco, en su única familia. Alba era ya una joven en la que brillaba todo el esplendor de una juventud en su mas granada manifestación.Todo en ella respiraba la fresca vitalidad del agua pura, y de la que guardaba hasta la risa tintineante de una cascada en plena naturaleza. La madre, encorvada por los años y el sufrimiento, sólo deseaba llegar al destino para así poder confiar a la Dama Blanca la custodia de su hija, porque sabía que su fin estaba demasiado cerca, tánto como para no poder llegar hasta el paradero de su marido, del que ya los años le había borrado la imagen en su memoria, creando así sólo el recuerdo borroso de un rostro y una voz antes tan queridas. Atrox, caminaba delante de las dos mujeres, que miraban extasiadas aquel lugar en el que el silencio, solo roto por el trinar de millares de pájaros escondidos en el frondoso paraje, ponían un contrapunto sonoro a aquella majestuosidad callada. Cruzaron un riachuelo de claras aguas y escaso nivel, deseando por un momento los tres que aquella belleza virgen y salvaje fuera para ellos su última y definitiva morada. Había en el ambiente un extraño y mágico imán que les hacía desear que una fuerza ajena les impidiera salir de aquel maravilloso lugar. Todas las fuerzas de la Naturaleza en su vertiente magnánima estaban allí representadas, y creaban el escenario perfecto para una vida placentera, tan opuesta a la que habían tenido que soportar durante estos cinco años en los que se habían visto obligados a esconderse en la guarida de Atrox, a fin de no ser apresados por los enemigos que dominaban la zona, llenando de terror a sus habitantes primigenios, los pocos que aún quedaban después de la última y masiva huída en aquellos primeros y trágicos días de la invasión, y que habían tenido que quedarse bajo el yugo de los invasores porque por su edad, salud o el haber sido apresados no tuvieron la posibilidad de huir del terror que reprentaba el cruel Chat y su ominoso ejército. Se acercaron a la zona donde la cascada de aguas sonoras habrían una hendidura en la roca a la que cubrían los líquines y el espesa vegetación que invadía el aquel salto de agua entre la espesura. Atrox sacó de una especie de bolsa de piel de oveja el extraño animal, con forma de ratón, perosin ser una copia fiel del mismo y en el que sobre su brillante superficie de jade estaba escrito la palabra mágica que habría el obstáculo que se interponía entre ellos y la oscura y misteriosa cueva detrás de la rugiente masa líquida que se precipìtaba desde las alturas hasta el pequeño lago de aguas espejeantes. Levantó el precioso talisman y dijo con voz potente en la que se notaba la seguridad de la eficacia del conjuro: Mi Ignoto Reino Cruzaré. Un sordo rumor que parecía provenir por detrás del agua y que fue ganando en intensidad hasta que su eco se perdió por el bosque hasta sus más hondos confines, acallando el sonoro piar de los miles de pájaros que alli anidaban, como si la montaña se desplomara en un inesperado alud, que hizo temnlar a las dos mujeres que no conocían el significado de aquel sonido produndo y ronco igual que Atrox, quien había sido aleccionado en una ocasión por la Dama Blanca, sabedora de su futuro de guardián salvador de aquel talismán, llave única y preciada que abría la verdadera puerta del Valle de la Sabiduría, de la que el bosque mágico que acababan de pasar era sólo una simple antesala. A.A. (JARA) ¿No hay quien se anime a seguir la historia?
Ref: DE JARA P/ATROX puesto el 16/12/96 23:45
CAPITULO II Los años habían pasado veloces pero en silencio, con esa dulce carga de melancolía que envolvía al valle donde estaba situado el poblado. Atrox, Alba, y la madre se encaminaron una mañana en busca de la Dama Blanca, la única poseedora de la verdad sobre el paradero del padre de Alba. Tuvieron que cruzar bosques, ríos caudalosos y montañas excarpadas hasta llegar al Valle de la Sabiduría, refugio y morada de las sacerdotisas. El Valle era el lugar donde todo parecía posible y la magia parecía prendida de cada uno de los árboles, majestuosos y erguidos, en los que especies desconocidas abrían sus nidos y guaridas. Todo allí respiraba de esa honda paz que se esconde en el corazón de todo hombre que ha hallado, al fin, la preciada sabiduría. La vegetación frondosa, cubriendo con el entretejido de las grandas ramas todo aquel vasto paraje, en el que el sol dibujaba a través de aquel improvisado techo vegetal extraños arabescos en los que la luz del sol era el sutil hilo dorado que se engarzaba en la trama de aquellos milenarios árboles creando así el tapiz casi etéreo donde las sacerdotisas escribían en silencio los sortilegios que servirían para cambiar el destino de los hombres. Atrox, en su fortaleza, había tomado la firme decisión de ser el guardián de las dos mujeres que se habían convertido, poco a poco, en su única familia. Alba era ya una joven en la que brillaba todo el esplendor de una juventud en su mas granada manifestación.Todo en ella respiraba la fresca vitalidad del agua pura, y de la que guardaba hasta la risa tintineante de una cascada en plena naturaleza. La madre, encorvada por los años y el sufrimiento, sólo deseaba llegar al destino para así poder confiar a la Dama Blanca la custodia de su hija, porque sabía que su fin estaba demasiado cerca, tánto como para no poder llegar hasta el paradero de su marido, del que ya los años le había borrado la imagen en su memoria, creando así sólo el recuerdo borroso de un rostro y una voz antes tan queridas. Atrox, caminaba delante de las dos mujeres, que miraban extasiadas aquel lugar en el que el silencio, solo roto por el trinar de millares de pájaros escondidos en el frondoso paraje, ponían un contrapunto sonoro a aquella majestuosidad callada. Cruzaron un riachuelo de claras aguas y escaso nivel, deseando por un momento los tres que aquella belleza virgen y salvaje fuera para ellos su última y definitiva morada. Había en el ambiente un extraño y mágico imán que les hacía desear que una fuerza ajena les impidiera salir de aquel maravilloso lugar. Todas las fuerzas de la Naturaleza en su vertiente magnánima estaban allí representadas, y creaban el escenario perfecto para una vida placentera, tan opuesta a la que habían tenido que soportar durante estos cinco años en los que se habían visto obligados a esconderse en la guarida de Atrox, a fin de no ser apresados por los enemigos que dominaban la zona, llenando de terror a sus habitantes primigenios, los pocos que aún quedaban después de la última y masiva huída en aquellos primeros y trágicos días de la invasión, y que habían tenido que quedarse bajo el yugo de los invasores porque por su edad, salud o el haber sido apresados no tuvieron la posibilidad de huir del terror que reprentaba el cruel Chat y su ominoso ejército. Se acercaron a la zona donde la cascada de aguas sonoras habrían una hendidura en la roca a la que cubrían los líquines y el espesa vegetación que invadía el aquel salto de agua entre la espesura. Atrox sacó de una especie de bolsa de piel de oveja el extraño animal, con forma de ratón, perosin ser una copia fiel del mismo y en el que sobre su brillante superficie de jade estaba escrito la palabra mágica que habría el obstáculo que se interponía entre ellos y la oscura y misteriosa cueva detrás de la rugiente masa líquida que se precipìtaba desde las alturas hasta el pequeño lago de aguas espejeantes. Levantó el precioso talisman y dijo con voz potente en la que se notaba la seguridad de la eficacia del conjuro: Mi Ignoto Reino Cruzaré. Un sordo rumor que parecía provenir por detrás del agua y que fue ganando en intensidad hasta que su eco se perdió por el bosque hasta sus más hondos confines, acallando el sonoro piar de los miles de pájaros que alli anidaban, como si la montaña se desplomara en un inesperado alud, que hizo temnlar a las dos mujeres que no conocían el significado de aquel sonido produndo y ronco igual que Atrox, quien había sido aleccionado en una ocasión por la Dama Blanca, sabedora de su futuro de guardián salvador de aquel talismán, llave única y preciada que abría la verdadera puerta del Valle de la Sabiduría, de la que el bosque mágico que acababan de pasar era sólo una simple antesala. A.A. (JARA) ¿No hay quien se anime a seguir la historia?