Un compromiso nunca debe olvidarse, os dije que os contaría la historia de la madre superiora, de aquella santa, y eso voy a hacer. Santa, así es como la llamaré a partir de ahora, era hija de un capitán de barco. Su madre, de carácter firme y propósitos testarudos, la educó en todos los principios de la sagrada religión, lo que no impidió que el libidinoso temperamento de nuestra joven Santa se desarrollara muy temprano. Desde la edad de doce años era presa de unos deseos incontrolables, insoportables, que buscaba satisfacer con los sistemas que una imaginación poco experimentada es capaz de idear. Se masturbaba cada noche: sus dedos eran insuficientes...pronto empezó a servirse de cuantos útiles priápicos abundaban a su alrededor, aunque con ellos no hiciera más que frotar sus partes más lúbricas. (continuará) |