Ref: puesto el 24/3/100 2:18
Joé, que los días son de 24 horas y no de 48!!!

El vengador enmascarado de Manu
Ref: UNA AMIGA puesto el 24/3/100 8:33
¿Cuantas veces he oido esas dulces palabras en directo?, claro que ahora como trabajo durante todo el día nunca podemos tener una de nuestras largas charlas. Me gustaría tener vuestras direcciones, HALCON PEREGRINO y ORQUIDEA, así que si fuerais tan amables... ¿podriais escribirme a filipidas@hotmail.com?... Mil gracias adelantadas.

ORQUIDEA: Hubo una vez, que en un momento de tormenta, cuando la lluvia y el fuerte viento no podian dejarte contemplar tan hermosa ave surcar el cielo, estuve alla. Puede decirse que fui un momento de calma en un medio de una gigantesca tormenta y quizás por mi empeño, por mi cabezoneria o vete a saber tu porque... volviste a ver a esa ave volando en circulos mientras vigilaba que nadie te arrancará... quizás a vosotros no os parezca pero yo estoy muy orgullosa de haber podido ayudar un poquito en vuestra historia de amor... Sabes que te quiero, mi niña. Un Dulce Beso.

HALCON PEREGRINO: Guardo cada pluma que has dado para mi corazón, lo guardo en lo más profundo de mi ser y espero algún día tener tantas que las sacaré todas de mi corazón y me hare una almohada para reposar mi cabeza. Te echo de menos, Mi Precioso Cielo Azul. Un Dulce Beso para ti tb.

Os Quiero Chicos. : )
Ref: puesto el 24/3/100 12:22
Ref: a Lía puesto el 24/3/100 13:25
Tienes correo de la la loca:-DDDD
Ref: De R. para Jessica Alvare puesto el 24/3/100 14:07
Flipada estas por ahi, fijo que si. Soy Raul. Contestame........
Ref: para Arga puesto el 24/3/100 16:35
Esta mañana me encontré con la grata sorpresa de un aviso de correos en mi buzón... lo lastimoso es que mañana es sábado y no abren.
Lía esperando impaciente que llegue el lunes.
besos.
Ref: RELATO DIABOLICO......... puesto el 24/3/100 18:14
La historia de Antonio Castillo había influenciado a mi padre desde su niñez y posteriormente a toda mi familia. Se trataba de un macabro relato que se resumía en pocas palabras.
Antonio Castillo fue su compañero de colegio en aquella época en que los muchachitos llevaban uniforme rayado y el maestro usaba palmeta para golpear los nudillos en los castigos. Mi padre había estudiado con Antonio y fueron dos grandes amigos, especialmente compenetrados tanto en sus esbozos de ideas, como en la comisión de travesuras y juegos. Sí algunos mantenía influencia sobre el otro, parece ser que Antonio, con un excepcional coeficiente de inteligencia, manejaba a mi padre a su capricho. Una triste fatalidad había de truncar su vida, precisamente el día en que, con otros compañeros, celebraba su Primera Comunión.
Iba Amaro con un blanco uniforme de marino, con vueltas azules en el espaldar. Según el relato de mi casa, uno de los escasos automóviles de la época, encontró al chico distraído, cruzando la calzada. Embistiéndole con potencia y lo arroyó varios metros para incrustarle en una fachada, reventando allí su cuerpo de chiquillo.
Como detalle fuertemente emotivo quedó el comentario de boca en boca de que el niño no cesó de apretar en su diestra una de aquellas pequeñas tarjetas impresas de su Primera Comunión ,precisamente con la fecha de su fin.Con lo cual los familiares acordaron dejar aquél recordatorio en su mano, con el que fuera enterrado al día siguiente.

El tiempo se sucedió a sí mismo y llegando a los veinticuatro años de su edad, mi padre acabó sus estudios de abogado y siendo letrado alcanzó la madurez y se encaminó hacia la vejez con serenidad, hasta aquél día en que caminando por una de las avenidas le arroyó una motocicleta y bajo ella quedó mi progenitor bañado en sangre. Se hizo una tremenda herida en la cabeza, pero sanó, aunque le retuvo varios meses el hospital. Tras otro periodo de convalecencia reanudó normalmente su trabajo. Al menos en apariencia el asunto quedaba aquí concluso. Su cerebro resultó dañado sin embargo y pronto dio muestras de ello. Porque fue entonces cuando se integró en nuestra existencia cotidiana un inesperado invitado que solo él conocía, un niño muerto a los ocho años . Regresó a mi padre su amigo de la infancia Antonio Castillo.
Fue que una tarde mi padre comenzó a hablar solo, dirigiéndose a un interlocutor invisible para nosotros. Creíamos al principio se trataba de una broma, pero su expresión y su talante pronto nos hicieron comprender su trastorno mental. Por otra parte, él continuó siendo apacible, sin vehemencias ni levantar la voz. Simplemente acababa de entablar una conversación con un ser que se sentaba a su lado en la mesa camilla, junto a mi madre y frente a sus hijos. Debía tratarse de una persona diminuta o de un niño, porque él se inclinaba para hablarle. Quedamos espantados y mi madre se levantó y sosegadamente, preguntó a nuestro padre :
- ¿ Con quien estás hablando ?.
El se la quedó mirando, abstraído :
- ¡ Qué pregunta tan necia, Sofía ¡. ¿ No ves a Antonio ?.
Pero ella insistió :
- ¿ Qué Antonio ?. ¿ Quién es Antonio ?.
Mi padre soltó una carcajada y pareció pedir excusas con la mirada al niño invisible :
- No te reconoce, Antonio. A pesar de tu traje blanco de primera comunión. A estas alturas no te reconoce. ¿ Habré de presentaros a mi compañero de colegio Antonio Castillo ?.
Nos trasmitimos un elocuente gesto de alarma que fue común a todos los hermanos. Permanecimos en silencio y dejamos que él conversase tranquilamente con el inexistente amigo. Nos retiramos a la alcoba a deliberar con nuestra madre, que parecía enormemente abatida, con los ojos brillando de lágrimas.
- Se ha vuelto loco - susurró- Se cree ahora en la infancia -
- Lo que hay que hacer - dijo mi hermano Sebastián- es llamar al médico, puede que sea algo pasajero.
Pero no ocurrió así. Desde entonces mi padre y Antonio convivieron con lazos estrechos e impalpables.

El carácter de mi padre había mejorado al infantilizar y su afecto hacia nosotros acrecido. No cabe duda que la influencia de Antonio sobre él le había concedido un nuevo estilo de humor, más bonachón y condescendiente. Llegó a ser tan vivida la presencia de Antonio entre nosotros que una de mis hermanas, sin malicia, dijo una vez :
- ¿ Y qué haces tanto tiempo papá, a solas con ese niño ?
El tiempo fue pasando y todos nos habíamos acostumbrado a Antonio, al que en cierto modo llegamos a apreciar, como si se tratase de un auténtico acompañante.

Como toda vida humana, la de mi padre había de llegar a su fin ; la vejez le atosigó con un cáncer de pulmón.
Mi hermana la pequeña, su marido y los dos hijos del matrimonio, quedaron conmigo en la casa para ultimar ciertos detalles de protocolo. Una de las ceremonias que habíamos de cumplir la realizamos mi hermana menor y yo, así que recogimos todas las tarjetas que habían sido depositadas en la mesita del portal el día anterior y en las que a través de un doblez en la esquina de la cartulina se nos manifestaba el pésame. El objeto era contestarlas una por una, como se acostumbraba a hacer ceremoniosamente, enviando en un sobre uno de los recordatorios recién impresos con la esquela evocadora del fallecimiento de mi padre. Era una tarea molesta y triste. Observé entonces que uno de estos sobrecillos parecía más ajado, manchado de un barro húmedo y pegajoso ; su color había amarilleado, mostrando una vetustez en la que era único ejemplar. No tenía dirección alguna. Se lo mostré a mi hermana, reprochando encontrar objeto tan antiguo y sucio.
- Vamos, ábrelo- acució ella, divertida.
Lo hice. Y sentí como una chispa de frío me recorría la espina dorsal. De dentro había sacado tan solo una leve hoja, doblada a modo de expresión de condolencia, pero al desplegarla observé en el anverso la figura de un ángel que expandía amarillentos rayos. En el reverso estaba la evocación de la primera comunión de Antonio Castillo, que era también el recordatorio de su temprana muerte.
La aparición de aquella estampa provocó un ataque de histerismo en mi hermana que lanzó un gemido y estuvo al borde del desmayo. Traté de animarla.
- Acuérdate - le dije - que dejamos todas esas tarjetas en el escritorio de papá, para esperar el momento de contestarlas. No tiene nada de particular que él guardase allí el famoso recordatorio del ángel y al sacarlas ahora, hayamos recogido también aquella. Yo no veo nada de sobrenatural en todo lo que ha ocurrido.
- Llévate, por favor, ese ángel amarillo. No quiero saber nunca más de ese Antonio Castillo, tan metido en la familia que a veces he soñado con él y le he considerado como a nuestro hermano menor.
Seguimos la tarea de cumplimentar las tarjetas. Llamaron a la puerta.
- Debe ser tu marido y los chicos . insinúe- Anda, ve a abrirles.
Pero ella no se hallaba todavía repuesta de su anterior emoción. Me suplicó que la librase de este cometido por miedo a cruzar el pasillo oscuro. Salí pues yo a él y tras caminar en la penumbra llegué a la puerta y abrí.
Allí estaba él, sonríendome. Con su trajecito de primera comunión, con su gesto vivaz, sus ojos inteligentes, en los que había una mirada de complicidad.
- Acabo de dejarle y vuelvo a casa- susurró - Ahora ya soy por entero para ti.
Se cogió de mi mano y me siguió así por el pasillo. Llegamos a la sala comedor. Mi hermana levantó la vista :
- ¿ Quien era ?.
- Un vecino que se ha equivocado - improvisé.

No. Ella no le veía. Aparecía completamente tranquila. Y proseguimos el cumplimiento de los recordatorios. Mi bolígrafo escribía palabras de gratitud, mientras mi ánimo se llenaba de alegría por haber sido elegida para recibir la herencia de mi padre. Por encima de mi hombro, con voz cantarina, deletreaba mis textos el pequeño Antonio Castillo.

Lía
Ref: Para Lia puesto el 24/3/100 20:13
Hola preciosa

¿Tu sabes lo que es un escalofrio?

Escalofrío es lo que me acaba de suceder al leer tu relato,
no sé como pueden salir ideas tan hermosas de una mente humana
aunque conociéndote no ha de extrañarme. :-)

Te animo a que sigas como siempre deleitándonos con tu pluma.

Ojálá yo supiera expresar de la misma manera mis sentimientos.

Un beso.
Sin-Fer.
Ref: Parque puesto el 24/3/100 20:49
http://www.xosoft.com./html/tech/youthmass.htm

Para todos los que quieran oir la SANTA MISA, que buena falta os hace.
Ref: De Mackay a Pálpito puesto el 24/3/100 21:17
Si lo malo del caso es que a mí me encanta viajar. El problema está en un montón de factores: que si falta de tiempo (estoy metido en un par de cosas :-) ), que si escaso potencial económico (no te cuento mi "sueldo" que te ríes)... De todos modos, no estoy diciendo que no, que aún queda un mes para la fecha... Pero no puedo prometer nada.
Hasta pronto.
Ref: Mackay a Little Flower puesto el 24/3/100 21:18
¿Un libro? Bueno. Sólo puedo hablarte de los estilos que yo he leído. No sé si te ayudaría esa literatura intimista y querulante tan en boga en estos días (especialmente entre mujeres). Suelen ser libros llenos de mujeres buenas y hombres malos, de modo que igual su contexto se halle acorde con tu situación actual. Pero de esta clase no me sé ninguno.
Si te gusta la literatura fantástica, podrías probar con alguno. Los de Terry Pratchett te harán pasar ratos muy divertidos (me reí mucho con la trilogía del Exodo de los Gnomos).
En cuanto a obras más "universales"... es que como no conozco tus gustos. A mí me ayudó mucho en una situación similar El Principito. Ahora, es un libro que tienes que leer con el corazón, porque lo importante en sus líneas permanece invisible a los ojos ;-).
Hasta pronto.
Ref: puesto el 24/3/100 23:48
Ya veo que has roto con todas las normas, espero que te haya valido la pena.