Ref: De Gante a Yuste... puesto el 22/3/100 0:17
Sucesos en la vida de Carlos I ( 1500-1558 )

Extremo sur de África, mayo de 1500:

"...tras esto siguieron adelante y quedó ante sus ojos aquella grande y extraña mole que durante tantos siglos había permanecido oculta, y con la que, una vez descubierta, no sólamente se descubiría ella misma, sino que se habría descubierto también otro mundo de países nuevos. Bartolomeu Dias y los de su tripulación dieron a la misma, por los peligros y temporales que tuvieron que sortear al rodearla, el nombre de cabo de las Tormentas. Pero cuando regresaron a su país, el rey Juan le adjudicó otro bello nombre, llamándolo cabo de Buena Esperanza, porque despertaba la esperanza de descubrir la tan buscada y tantos años deseada India..."

Joao de Barros ( 1496-1570 ), de su obra 'Asía: las hazañas de los portugueses en el descubrimiento y la conquista de países y mares de Oriente'.

*** TIBERIO. MM ***
Ref: Un momento...:-) puesto el 22/3/100 9:16
¡Buenos días!
Los pájaros están despertando maravillosamente, aunque no veo el sol. Pero sé que está ahí.
Arga, esperando la luz.
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- La principal razón por la que las personas no son felices es porque se complacen insanamente en sus sufrimientos -, dijo el Maestro.

Y contó cómo, viajando él cierta noche en la litera superior de un vagón de ferrocarril, le era imposible conciliar el sueño, porque en la litera inferior había una mujer que no dejaba de gemir:

- ¡Qué sed tengo, Dios mío, qué sed tengo...!

Una y otra vez se oía aquella lastimera voz, hasta que, finalmente, el Maestro descendió sigilosamente por la escalerilla, salió del departamento, recorrió todo el pasillo del vagón hasta llegar a los servicios, llenó de agua dos grandes vasos de papel, regresó con ellos y se los dio a la atormentada mujer:

- ¡Aquí tiene, señora, agua!

- Muchas gracias, señor. Dios le bendiga...

El Maestro volvió a su litera, se acomodó en ella...y a punto estaba de conciliar el sueño cuando, de pronto, oyó de nuevo la lastimera voz:

- ¡Qué sed tenía, Dios mío, qué sed tenía...!


Anthony de Mello. ‘UN MINUTO PARA EL ABSURDO’
Ref: puesto el 22/3/100 12:07
Las compañias de seguros inglesas (con el beneplácito del gobierno socialista de Blair) solicitarán a cada nuevo asegurado su ADN y le hará pagar la cuota, según un baremo sabiamente calculado, en función de las posibilidades eventuales que tenga de desarrollar en los años a venir una u otra enfermedad.

Es evidente que el fascismo, como las moscas cojoneras, le echas a patadas por la puerta y vuelve por la ventana.
Ref: puesto el 22/3/100 14:17
Ref: ¡Tal como lo cuento! puesto el 22/3/100 14:36
El hombre llegó a la oficina disgustado, apesadumbrado, triste, casi en lágrimas.

- ¿Qué te pasa hombre?, ¿puedo ayudarte en algo?

- He pinchado esta mañana y ahora me toca cambiar la rueda.

- ¡Coño!, pero eso no es grave, si tú supieras los problemas que hay por el mundo ...

- ¡Ya!, pero como yo solo tengo ese pues ocupa todo el sitio.


A punto estuve de darle dos hostias. Una fracción de segundo más tarde le sonreí y le dí las gracias. Él no se había dado cuenta, pero yo acababa de colocar otra pieza en el complejo puzzle de la naturaleza humana.


(por cierto, ya solo me quedan 11.108.802 piezas por colocar. A una media de cinco o seis por año...)
Ref: Para un Halcón Peregrino puesto el 22/3/100 18:59
Al igual que las grandes cosas de la vida, tu eres el faro que alumbra el camino cada día.

Una Orquídea
Ref: ¡¡ Que No Me Coges !! puesto el 22/3/100 19:17
¡Las cuatro esquinas ¡. ¡ Qué no me coges ¡. ¡ Las cuatro esquinas¡

Cuando yo era una colegiala jugábamos a las cuatro esquina, en aquella extensa plaza cuadrada de la ciudad.
Así, íbamos corriendo de la pequeña tienda de comestibles, al puesto de chucherías ; del puesto de chucherias al taller del zapatero ; del taller del zapatero a la confitería de pan y dulces ; de la confiteria de pan y dulces otra vez a la tienda de comestibles . Porque en cada una de las cuatro esquinas trabajaban y vendían estos comerciantes.

¡ Las cuatro esquinas ¡. ¡ Qué no me coges ¡.

Las cuatro casas que hacían la plaza eran chatas y encaladas y las aceras limitaban el extenso cuadro. Sólo tenían planta baja y en cada una de ellas vivían respectivamente las familias del tendero, del zapatero, del confitero y del kiosquero. Y en las acacias los pájaros que piaban y revoloteaban encima de nosotras cuando jugábamos a las cuatro esquinas de la plaza y ellos a las cuatro esquinas del cielo.

Yo llevaba entonces unas trenzas rubias que casi me las pisaba, rematadas en lazos mudables, unas veces rosa, otras verdes, otras blancos. Y casi siempre el mismo vestido azul , con cinturón rosa y cuello de encaje, porque mi familia era bastante humilde y papá se pasaba las horas echando las cuentas del mes .

En sueños les vi jugando más de una vez, como nosotros los niños, a las cuatro esquinas. Lo hacían por las noches, después de cerrar sus tiendas o en la soledad serena de la madrugada, a la luz de la luna. Y también los pájaros se despertaban para acompañarles en sus carreras. Y corría el tendero con agilidad, mostrando su fortaleza. Luego, el kiosquero se apresuraba jadeante esquivando las zonas oscuras, fantasmeando, agarrándose a las cuatro farolas pálidas. Y le perseguía, cojeando levemente el zapatero, que tardaba mucho tiempo en su recorrido. el confitero caminaba arreglándose el delantal, sin correr jamás, porque tenía miedo a caerse y romperse una cadera. Y encima continuaba el concierto de los pájaros, que seguía aún cuando mi madre me despertaba para que fuera al colegio y yo llegaba a la plaza esperando sorprenderles. Pero no. Las cuatro fachadas estaban vacías y los comerciantes acababan de abrir entonces sus tiendas.

Me fui de mi barrio y no he vuelto hasta hace poco. No queda nada de la niña de las trenzas rubias. Soy una mujer de las que se dicen en plena madurez. Y he querido volver a la plaza de las cuatro esquinas.
Pero...¡ Qué pequeña es ¡. No se parece en nada a aquella extensa plaza de la infancia. Los cuatro edificios tienen ahora seis pisos y sus fachadas han sido revocadas. No hay confitería ni taller de zapatero remendón, ni tienda de comestibles , ni puestecillo de caramelos . He visto allí , en las plantas bajas, una por una, las sucursales de la Caja Rural, de la Caja postal, de la Caja de ahorros Local y del Banco Industrial. No existe el confitero, ni el tendero , ni el remendón, ni el kiosquero ,que deben andar jugando a las cuatro esquinas en otro lugar del tiempo.
Ah, por cierto...no vi ni un pájaro, se debieron ir con ellos.
Lía
Ref: yoi a Lia puesto el 22/3/100 20:28
Aún sin disfrutarlo, pero ya huele ....
¿ Cuando te decidirás a compartir diariamente tus experiencias con la gente ??'
Besos y hasta pronto, supongo ....