Ref: puesto el 6/1/100 0:17
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Ref: Sófocles puesto el 6/1/100 0:22
Que la noche os sea propicia
Ref: Proxi al parque puesto el 6/1/100 13:58
Buenas tardes
Los reyes deben haberse portado bien, en vista de que ninguno apareceis por aqui.
A mi me han dejado flores de hielo, agujas de viento y miles de piñas. Sólo cogí unas pocas y dejé el encanto en su sitio. Los paquetes envueltos de color tenían nombres diferentes al mío. Cumpliré llevandolos a sus dueños...
Proxi sudoroso todavía
Ref: Peregrino puesto el 6/1/100 15:52
¿Hay alguien por ahí? Yo todavía me arrastro, pero sigo. Los Reyes sólo me han dejado una puta... (huy, perdón que me leen), una cochina noche trabajando quiero decir. Si hay alguien despierto, que me conteste y me diga si su noche ha sido algo más entretenida. Os prometo no babear.
Ref: " LA VISITA" puesto el 6/1/100 16:53
Todo aquél día nevó. Los que vivían en el valle pudieron ver como el paisaje, lentamente se volvía blanco,los tejados perdieron el rojo bajo una capa uniforme que les igualaba. Sólo se oía la campanita de juguete de la Iglesia que tañía alegremente con voz de vieja cascada.
La casa de Pedrito se enclavaba en la plaza mayor del pueblo, junto al Ayuntamiento. La nieve al exterior continuaba cayendo y él lo espiaba con la frente apoyada en el cristal de la ventana. Los grandes copos descendían de un cielo que parecía sucio y disfrazaban las cumbres, las laderas, los árboles y los tejados, desdibujando de ellos los colores rodéandolo todo de una fantasmal blancura. Vio Pedrito regresar al pastor con sus cabras para encerrarlas y resguardarlas de la intemperie e iba marcando en el suelo las huellas de sus gruesas botas. También entonces pasó el cura muy deprisa, con su negro paraguas manchado de nieve y a poco si cae al tropezar con una piedra escurridiza que sobresalía entre las demás. Fue entonces cuando el panorama se uniformó y la nieve fue cuajando, creciendo, elevándose, acumulándose, depositándose en los alféizares de las ventanas.
Fue en aquél momento, cuando la capa blanca cubría los montes, árboles, calles y tejados cuando el reloj del Ayuntamiento dio las doce campanadas amortiguadas por la distancia. Unos niños se persiguieron en este escenario, precipitándose a la sabana de nieve que les acogía brindándoles mil juegos. Sin parecer sentir frío, al contrario de los mayores que habían pasado deprisa y frotándose las manos, los pequeños, gritando alborozados, comenzaron a arrojarse bolas blancas, agachándose para evitar los blandos proyectiles, saltando, llamándose, riendo sonoramente. Después levantaron una burda escultura blanca que fumaba una cartulina arrollada y llevaba en la cabeza fantástico sombrero de papel. Después se fueron y con ellos el ruido y recobró la plaza su misteriosa solemnidad y pareció extraordinariamente grotesca la figura solitaria del hombre de nieve, rígida, inmóvil, inexpresiva y triste.
Todo el día estuvo nevando y Pedrito se separó pocas veces de la ventana. Sobre la mesa, le había dejado su madre los juguetes viejos y rotos del año pasado. Pedrito pensó en el frío cruel que tendrían los Reyes Magos que venían de oriente hasta el mismo pueblo.
Sus padres hubieron de ausentarse. La abuela estaba enferma. Y no vivía lejos, por lo que se decidieron al fin dejar solo a Pedrito, suponiendo su ausencia poco prolongada. La emergencia hizo que tomaran tal decisión. Y Y mientras tanto el niño reflexionaba : Ya estarían los Reyes Magos muy cercanos al pueblo. Una estrella muy grande, con la cola de plata les guiaba por montañas ocupadas por pastores. ¿ Cómo no se escurrían los camellos en la nieve de las laderas ? . Pero lo cierto es que los Reyes Magos estaban ya muy cerca del pueblo. Preocupado por esta idea Pedrito volvió a acercarse a la ventana para mirar a través del cristal. Pero solo pudo ver la luz del Ayuntamiento sobre la plaza y a su claridad copos amarillentos y difusos que caían ininterrumpidos sobre el escenario desierto y silencioso.
Fue entonces cuando se escuchó en el corral el ruido de unos pasos que chapoteaban en la nieve. Se abrió la puerta del comedor y entró una ráfaga de viento helado, al mismo tiempo que saltaba dentro un hombre, el cual cerró tras de sí y se volvió desafiante. Y el niño dio un grito, asustado, haciendo ademán de correr hacia la puerta de la calle. Pero el recién llegado puso un dedo ante sus labios y sonrió medroso :
- Cállate - susurró con voz preocupada - No te asustes, amiguito. No te voy a hacer nada. ¿ Es que acaso no sabes quien soy ?. Y dime. ¿ Qué haces todavía levantado ?.
Se acercó con cierta vacilación al niño . Pedrito miró fijamente al hombre, que inmóvil se dejaba admirar sonriente. Tenía la cara muy morena y se cubría con una capa blanqueada sobre la nieve, bajo la cual había un sencillo traje como el de los aldeanos. Lucía un pelo muy rizado, ensortijado y negrisimo y una barba larga, descuidada. La cara del pequeño se iluminó :
- ¡ Ah ¡. ¡ Si ¡. ¡ Te conozco ¡. Pero no se por qué me figuraba que traerías un saco con los juguetes.
El otro soltó una dinámica carcajada.
- Así que sabes quien soy. Bueno, pues dilo. ¿ Quién soy ?.
- Tú eres Baltasar.
El visitante vaciló un momento, acariciándose la barba pensativo. Al fin rió con una risa hueca y nerviosa dejándose caer sobre una silla.
- Eres un chico listo ¡. Si, soy el rey Baltasar¡ . Y el rey Baltasar se sacudió el frío de sus manos frotándolas insistentemente .
¡ Qué nochecita, ¿ eh? . ¿ No te importará que me caliente los pies un poquito, verdad ?. Traemos un viajecito que no tienes idea. Hemos tenido que venir corriendo desde un sitio lejano. He dejado a mis acompañantes en la calle porque nos persiguen unos bandidos que no están conformes con la manera en que repartimos los juguetes. Yo he tenido que saltar la tapia huyendo de ellos-
Y se estremeció.
El niño abrió mucho los ojos y se sentó junto al hombre al calor del brasero.
- ¿ Unos bandidos ?.
- Si, amiguito. Unos bandidos feroces que no quieren a los reyes magos. ¡Dios sabe donde habrá ido a parar la comitiva ¡. Es muy posible que se hayan perdido en la nieve. Y es que esta noche parece que la estrella se hubiera puesto en contra nuestra -
Y Baltasar miró inquieto a un lado y a otro, observando con atención la sala - ¿ Y tus padres ?. ¿ Tardarán mucho ?.
- Cuando se pone la abuela enferma tardan, si.
- ¿ La abuela enferma ?. ¡ Ah, claro ¡- repuso Baltasar metiendo casi las piernas en el brasero - ¡ Pero que frío hace esta noche ¡. Bueno. Me quedaré contigo un poquito mientras se van esos bandidos. ¿ Te parece ?.
- Yo he pedido una bicicleta- dijo, como excusándose.
El mago rió a grandes carcajadas y acarició la cabeza del niño que se encogió un poco al sentir la mano áspera del rey en sus cabellos.
- Tendrás la bicicleta. ¡ Qué duda cabe ¡.
De repente Baltasar reparó en la alacena donde se guardaban restos de la comida y se levantó sin ceremonia y la abrió sin pedir permiso, como corresponde a un rey.
- ¡ Caramba ¡- exclamó y emitió luego un silbido- Queso, chorizo, naranjas, turrón y un magnifico vino. Un banquete para un rey sin trono que se ha perdido durante el viaje. ¿ Eh, amiguito?. Supongo que me dejarás que cene algo y aun me lleve un poquito de chorizo para los otros reyes que andan dando tumbos en la nieve. ¿ eh?.
Continuaba nevando y el reloj del Ayuntamiento dejó oír una sola campanada. El niño miraba ahora la animada cara de Baltasar, tratando de vencer el sueño que le invadía. El rey tenía los pómulos enrojecidos y no cesaba de charlar
- Cuéntame lo de los camellos - pidió Pedrito.
- ¿ Los camellos ?.
- ¿ Es verdad que no beben agua ?.
- Si beben, pero aguantan mucho la sed. Por beber les gusta hasta el vino. ¿ No queda nada por ahí de vino ?. ¡ Tengo tanta sed ¡.
- No. Creo que no quedará nada. Mi papá es el único que bebe en casa, pero más despacio que tú.
El niño acertó a mirar en aquél momento a la calle y le pareció que dos sombras negras habían cruzado muy deprisa bajo la luz amarillenta de la bombilla del Ayuntamiento. Iba a decírselo a Baltasar cuando éste le distrajo exclamado :
- Chico. Te estoy muy agradecido. Y lo había olvidado. Pero te traigo un obsequio del que ni siquiera me acordaba. ¿ Lo quieres ?.
Lo que enseñó a Pedrito era una armónica algo mugrienta por el uso que llevaba junto a un pedazo de papel en el que envolvía un poco de tabaco.
- ¿ Qué es esto ?. ¡ Qué bonito ¡.
- Y suena. Mira. Verás. Sopla fuerte por aquí.
El niño sopló con todas sus fuerzas y escuchó un prolongado y armonioso sonido. Mostró su satisfacción en una amplia sonrisa.
- Trae. Voy a enseñarte como se hace - añadió Baltasar tomando en sus manos el instrumento.
Y el rey mago volvió a su infancia tocando una suave melodía, inundando inconsciente la casa de notas, alguna de las cuales se escapaba filtrándose por las paredes y los cristales para perderse en la noche entre la nieve.
Entonces llegó la irrupción. Baltasar pareció despertar de su somnolencia y dijo un vocablo propio de uno de los vaqueros del establo más que de un rey y al mismo tiempo, de un salto se ponía en pie alertado. Pero no tuvo ocasión de consumar la iniciada huida. La puerta principal se había abierto empujada con fuerza y dos hombres acababan de entrar presurosos y tras corta lucha atenazaron al rey. Les seguían los padres de Pedrito que parecían muy alarmados.
- Ya te tengo. Esta vez no te escaparás, bribón- exclamó uno de los aprenhesores.
El niño creyó estar soñando al ver aquella escena. Su madre se precipitaba a cogerle en brazos, apretándole contra su seno.
- ¿ Qué te ha hecho, hijo mío ?.
Todo ocurrió en un breve instante. Y allí estaba el rey vencido, jadeante, cogido por ambos brazos por dos hombres extraños. Y sucedió lo inesperado.
- ¡ Soltarle ¡. ¿ Por qué le habéis cogido ?. ¿ Qué ha hecho ?.
Los hombres quedaron sorprendidos por la energía de aquella vocecita. El niño se había desprendido de la madre y se encaraba con todos. Hasta que el propio Baltasar soltó una estridente carcajada que sirvió para aumentar la sorpresa en aquella extraña escena.
- Es un muchacho estupendo, señora. ¿ Qué te pasa amiguito ?. No te alarmes, Estos no son los bandidos, sino mis amigos, los que dejé fuera. ¿ No ves? . Ya me han soltado. Y me voy con ellos a seguir repartiendo los juguetes.
- Andando - exclamó uno de los aludidos- Que se hace tarde.
- Esperen un momento. Antes de partir quiero decir a estos señores que tienen un hijo que deben envidiar muchas familias. No se asustó hasta este momento.
Y el rey, con andar majestuoso salió el primero, seguido de su comitiva. Y los padres de Pedrito no dijeron nada.
Continuaba nevando. Y el alba de un nuevo día trajo el despertar de todos los niños del pueblo que, desvelados ante la promesa de los juguetes, habían dormido poco. Clareaba el cielo y los gallos cantaban en todos los corrales con algarabía. Se dibujaban ya los contornos de los montes y los abetos disfrazados de blanco. Sonaba insistente la vieja y cascada campanita de la Iglesia. Pedrito encontró muchas sorpresas a los pies de su cama. No estaba la prometida bicicleta, pero ya él se iba acostumbrando a los errores de los reyes magos, que contestaban las cartas a su modo y capricho. Había una gran pelota de goma, un juego de arquitectura y lápices de colores. Todo era muy bonito.
- Yo prefiero lo que me regaló anoche Baltasar- susurró. Y buscó bajo la almohada donde estaba la vieja y deteriorada armónica y se puso a soplar sobre sus canales, suscitando un conjunto de notas breves y desacordes que danzaron en la alcoba trayéndole al recuerdo la gran visita del rey Baltasar.

FIN

Lía
Ref: puesto el 6/1/100 17:39
En principio era sólo una respuesta a CALENTORRO, en CARNE, pero ...el fuego se ha encendido.


Si señor, eso es una declaración que te ha salido del alma (o de otro sitio) y lo demás son tonterías. Que conste que lo digo en serio. A mí practicamente me pasa igual. Como decía un amigo mío: que mala hostia ser maricón habiendo tías tan buenas!!! Y la verdad es que, salvo minimísimas excepciones, estais todas como para comeros. Jóvenes, maduras, rubias, morenas, altas, bajas..., me apetece miraros, acariciaros, desnudaros, poseeros, comeros, quiero haceros mis esclavas, quiero ser vuestro esclavo. No son vuestros ojos, es vuestra mirada; no es vuestra boca, es vuestra sonrisa; no son vuestros pechos, vuestro trasero, es vuestro cuerpo entero lo que me fascina. Mujeres, os quiero a todas, a la mía y a la del vecino, a la rica y a la pobre, a la guapa y a la fea; es vuestra esencia femenina que me vuelve loco, literalmente loco !!! Quisiera que os entregárais enteras, entregarme entero, subyugaros, enamoraros, rendirme a vuestros pies, respiraros, robaros vuestros gestos, vuestros mohines, vuestro ser, vuestro alma, quiero haceros el amor a todas pero yo sé que no será suficiente, mi deseo va más lejos, no se agota en el mero orgasmo aunque sea el más fabuloso de todos. Quiero que me dediquéis vuestros gestos más anodinos, quiero que me queráis todas porque yo os quiero a todas, quiero a la MUJER presente en cada átomo de vuestra persona. OS QUIERO !!!!!!
Ref: Poemas puesto el 6/1/100 17:42

Hoy he vuelto a la ciudad enamorada
donde un día los dioses me envidiaron.
Sus altas torres, que por mí brillaron,
pavesa sólo son desmantelada.

De cuanto yo recuerdo, ya no hay nada:
plazas, calles, esquinas se borraron.
El mirto y el acanto me engañaron,
me engañó el corazón de la granada.

Cómo pudo callarse tan deprisa
su rumor de agua clara y fácil nido,
su canción de árbol alto y verde brisa.

Dónde pudo perderse tanto ruido,
tanto amor,tanto encanto,tanta risa,
tanta campana como se ha perdido.
A.Gala
Ref: A.Gala puesto el 6/1/100 17:48

Hoy me despierto de un amor;libero
mis manos de una pena;desencanto
mi voz, que se cerraba a cal y canto
en la rotunda celda del "te quiero".

Hoy vuelvo a ser el que era: verdadero,
no me enturbia los ojos ningún llanto.
Restablecido ya de mi quebranto,
me reconozco como compañero.

Entonces,¿por qué encuentro tan distantes
el mundo que fué mío, la armonía,
la soledad que fueron mías antes?

¿No seré nunca más el que solía?
¿Me habré perdido yo con los amantes
en que otro yo pensé que se perdía?
.....................................
Ref: Tarja puesto el 6/1/100 20:54
La visión de aquello era espantosa. Un tronco...una cabeza... sangre envolvente y negra rodeándolo todo...Vomitó otra vez, creyendo que de esta el estómago le saldría por la boca.
Un nuevo grito brotó de aquella boca descarnada de la que colgaba la lengua mordida, mientras los ojos colgantes y desprendidos de sus cuencas agonizaban en las mejillas. -. ¡Dios mío, que sea un sueño!.- Masculló entre dientes intentando controlar su propio cuerpo tembloroso por las arcadas de lo que quedaba de aquel hombre tendido en el suelo.
De repente el callejón fue transformándose . Las casas dieron paso a un bosque frondoso y oscuro, opresivo y asfixiante. Los árboles eran inmensas moles de madera que se alzaban como gigantes hacia el cielo oscuro de la noche perdiéndose sus copas en lo alto de un horizonte sin fin.

Aquel grito que escuchó ahora, también había cambiado. La masa informe que seguía en el suelo le miraba a través de las cuencas vacías y sangrantes, y sintió que de algún modo, aquel hombre tendido en el suelo quería decirle algo antes de expirar.
Acercó su oído a la boca hinchada y enrojecida, pero no brotó una sola palabra de aquellos labios mordidos... Sólo era un simple siseo, un último estertor antes de sucumbir a la muerte.
El bosque cambió nuevamente. Esta vez era un prado lleno de espliego, pero el cuerpo seguía tendido sobre la hierba, con las cuencas vacías mirándole fijamente, implorantes quizá, severos...tal vez. Su corazón se desbocó con el nuevo alarido, y algo le impulsó a arrodillarse al lado de aquel hombre mutilado sin importarle ya llenarse por completo de la sangre de aquel desgraciado.
De repente miró sus manos ensangrentadas y vio algo en lo que antes no había reparado. Llevaba un gran cuchillo de sierra en ellas, un cuchillo lleno de sangre y restos de carne y huesos. Las cuencas vacías le hablaban, estaba seguro de ello. ¿Pero que le decían?.

Escuchó silencioso a la espera de poder comprenderlas. - ¡háblame de nuevo!.- masculló entre dientes.- ¡Dime que quieres de mi!.-
Esta vez si las oyó y clavó el cuchillo en una de ellas. La sangre brotó con violencia y las cuencas dejaron de hablar.
El callejón regresó más oscuro y mal oliente que antes, el suelo era mucho más rojizo de lo que recordaba, y sentía una humedad en sus brazos y en todo su cuerpo que iba filtrándose hasta sus huesos. Se sentó en el suelo exhausto, agotado, sin aliento. Allí no había nadie, ni siquiera el cuerpo mutilado de aquel grito que le había obligado a ir allí esa noche.

Respiró hondo intentando serenarse... No oyó nada, sólo sintió el frío acero del cuchillo sesgándole los dedos de la mano derecha, y no pudo reprimir su grito de terror y de dolor indescriptible. Una sombra le estaba atacando. Intentó protegerse con su brazo, pero otro corte de cuchillo lo desmembró en el suelo mientras él gritaba rasgando la noche.

Fin
Ref: yoi puesto el 6/1/100 21:06
¡¡ Buenas !!
Parece que los Reyes nos han traido algunos cuentos.
¡¡ Qué bien !!
Espero que además hayan tenido tiempo de dejaros todo lo que os mereceis.