Ref: puesto el 10/1/02 0:22
:-)))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))
Ref: Homo sapiens,homo demens puesto el 10/1/02 8:48
A los literarios podría interesarles:

http://www.el-castellano.com/
Ref: duende puesto el 10/1/02 12:46
Me alegro que vuelva a funcionar esto. Os mando un beso fuerte a todos y que este año capicua nos haga sonreir, y que las cosas sean capaces de sorprendernos.
Ref: Plaza Vieja de Almería... puesto el 10/1/02 14:00
Sobre la fiesta del 26 de diciembre de 1489 ( y III )

Pero los seguidores de Ynestrillas no sólo usan símbolos indebidamente. Algo hay que decir también sobre las interpretaciones con las que analizan la historia de España. Por las consignas allí proferidas, daba la impresión de que los Reyes Católicos eran los presidentes honorarios de su formación política. Con esa actitud flaco favor están haciendo a la figura, con sus defectos y virtudes, de Isabel y Fernando.
Sin embargo, los que estaban enfrente, los de extrema izquierda, tampoco se quedaron cortos en sus despropósitos. En primer lugar, no se puede tolerar que llamen "fascista" ( palabra manida hasta el hartazgo y mal interpretada a veces ) a todo aquel que se considere partidario del mantenimiento de la fiesta puesto que la aplastante mayoría de los allí congregados no compartía los postulados de los ultraderechistas.
Si los seguidores de Ynestrillas malinterpretan la Historia, los simpatizantes de Castro tampoco son ajenos a ello. El Islam no entró en la antigua Hispania tirando serpentinas y papelillos. Penetró mediante una invasión militar que era producto del impresionante avance que ya venían protagonizando desde el siglo anterior y que comenzó en Arabia antes de la muerte del Profeta.
No sería extraño, por tanto, que sugiera alguna plataforma cultural en apoyo del pobre pueblo visigodo que fue víctima de los soldados de Tarik. Si empezamos con esa dinámica es difícil saber dónde acabaría la lista de agravios.

www.tiberio1.nav.to

*** TIBERIO. MMII ***
Ref: A quien pueda interesar puesto el 10/1/02 22:53
Dedicatoria:
Esta narración esta dedicada al ya finado, pero siempre presente, profesor Nicolás Capo , con el que de alguna forma y como tantos otros, mantengo una deuda de gratitud.

El relato que voy a comenzar pertenece a mi más recóndita intimidad, la razón de hacerlo es la de creer que a alguna persona que puede estar pasando por circunstancias iguales o parecidas a las que aquí se cuentan le pueda ser de utilidad.
Mis años de infancia transcurrieron, como los de otros niños afortunados, de una forma apacible, feliz y sin problemas económicos dignos de mención, dentro de una familia numerosa de la que yo era el séptimo de ocho hermanos, todos en aquellos momentos, sanos, fuertes y trabajadores.
Sin embargo, desde una edad inferior a los 9 años, que no puedo precisar exactamente cual, presenciaba como mi padre que criaba conejos y otros animales principalmente para el consumo particular de la familia procedía a degollarlos y desangrarlos mientras yo tenia muchas veces que aguantar el plato en que iba cayendo la sangre del animal. Este echo me afectaba sobremanera puesto que como niño y estando los animales en casa, muchas veces acababa de haber estado jugando con ellos y de haber sentido el calor de su cuerpo, su miedo en ocasiones y confianza en otras, desarrollando hacia ellos un sentimiento parecido al que experimenta el dueño de un animal domestico hacia él. Esto fue generando en mí un sentimiento de aversión y repugnancia hacia la carne que me marcaría de por vida. Mi familia y mi circulo de amigos veían esto como una manía y poco menos que se reían de mí creándome una sensación de incomprensión y aislamiento, que sin duda a la larga hubiera tenido unas muy malas consecuencias para mi equilibrio psicológico. Por todo esto cuando en mi adolescencia y por pura casualidad vi en una herboristería del barrio, unos ejemplares de la revista de divulgación naturista "Cúrate", a cuya dirección estaba el profesor N. Capo, me apresuré a comprarlos buscando seguramente comprensión y romper la sensación de aislamiento en que me encontraba. Esto sin duda lo conseguí en parte al leerlas y ver que no era el único "bicho raro" que experimentaba sentimientos parecidos. Pero yo entonces no estaba preparado, había sido educado en un ambiente y una familia de cultura muy diferente, y leer cosas como que las frutas y verduras curaban me sonaba a "tonterías" por lo que dentro de las simpatías que me despertaba la revista y del propio bien que su descubrimiento me hizo, simplemente procedí a guardar los ejemplares en un rincón de mis cosas. La sensación de ser "algo raro" seguía presente en mí dado el ambiente cultural que como he dicho me rodeaba y de un grave problema que arrastrábamos en mi familia en los últimos años. Mi hermano más cercano en edad, mayor que yo tres años, estaba gravemente enfermo, diagnosticado desde hacia varios años como esquizofrénico incurable. Desde que comenzó a los 14 años a trabajar en la fábrica en que lo hacia mi padre y el resto de mis hermanos empezó a tener problemas. Poseedor de una gran inteligencia y talento manual y artístico que siempre e admirado, pero de carácter inquieto y orgulloso no podía aguantar el trato desdeñoso y despectivo que como a otros aprendices daba el responsable de la sección de trabajo en que estaba y esto le había provocado problemas depresivos. Llevado al medico de cabecera por consejo de mi hermano mayor que los detecto, fue tratado con jarabes, que no solo no le curaron sino que su enfermedad parecía que empeoraba por días. Por consejo de una vecina acomodada que había recibido tratamiento por un supuesto gran psiquiatra fue llevado a su consulta y después de un tiempo de tratamiento sin mejora ingresado en su clínica particular, en la cual a unos precios exorbitantes parecía que experimentaba una ligera mejoría justo al tiempo cuando la cartera de la familia estaba al borde de la extenuación. Al salir y puesto que había mejorado le cambiaba el tratamiento que decía muy fuerte y al poco tiempo y coincidiendo afortunadamente con la magra recuperación económica de la familia volvía a enfermar y necesitaba ser ingresado nuevamente. Así varias veces, mi padre aguantaba la ruina económica de la familia estoicamente diciendo que el jamás le ingresaría en él por aquel entonces desprestigiado, al menos en nuestro circulo, loquero de la seguridad social. Nadie que no lo haya vivido, puede imaginarse el dolor, sufrimiento y desequilibrio que provoca la convivencia con un enfermo mental de este tipo en una familia no preparada, hasta el punto de convertir el calor de la mesa familiar y la convivencia en un autentico infierno. Tanto es así que mi padre se fue a vivir a nuestra casa en el campo situada en otra región al no ser capaz de aguantar sin miedo a perder los nervios ante los insultos e intentos de agresiones que mi hermano en sus delirios profesaba principalmente contra mi madre, ya que al parecer las personas que sufren un desequilibrio nervioso suelen coger fijación hacia quienes precisamente están más cerca de ellos. La parte de sufrimiento de mi hermano no era más amable puesto que uno de los tratamientos que recibía consistía en las ya hoy desechadas descargas eléctricas en la cabeza. Descargas que le producían unos gritos de dolor desgarradores y sangrado por la boca. Viendo que no mejoraba mi familia finalmente consiguió la información sobre el considerado mejor medico siquiatra de la provincia en aquellos momentos. Fue llevado a él y mi hermano mejoro considerablemente pero no dio esperanzas de cura total puesto que dijo que era una enfermedad incurable y sin tratamiento, progresiva. Que mi hermano jamás podría abandonar la medicación. A todo esto mi hermano, que como he dicho mejoró, había vuelto a casa, estaba mejor pero ni siquiera era capaz de escribir con una caligrafía normal, recuerdo mi estremecimiento y dolor al contemplarla en un papel escrito por él y dejado sobre la mesilla de noche que separaba nuestras dos camas.
La enfermedad de mi hermano no era ya cosa de dos días había empezado en su adolescencia y se extendía ya a la época en que tenia que cumplir el servicio militar cosa que evidentemente no pudo hacer.
Sin embargo el que estuviera enfermo no quiere decir que no fuera capaz de pensar y empezó a hacerse preguntas como la de que por qué él más alto que yo y de una complexión más fuerte a base de haber practicado siempre atletismo; cross, jabalina, halterofilia y en la etapa final justo antes de la agravación de su enfermedad lanzamiento de pesas. Como él que para ganar peso, musculatura y fuerza en esta etapa consumía la carne por kilos, no era capaz de correr a la misma velocidad que yo, que nunca había hecho deporte y me alimentaba de una forma supuestamente deficiente. A todo esto cayeron en sus manos las revistas de "Cúrate" que yo había dejado olvidadas en un rincón. Se las tomó al pie de la letra y fue a consultar al profesor para curarse. Esto en un principio parecía que le iba a producir un agravamiento de la enfermedad, ya que entre otras cosas le recomendó suprimir totalmente su medicación. Mi familia puso el grito en el cielo, me culpaban a mí por ser como era. Además recuerdo que el cambio de alimentación le produjo una crisis reactiva tan fuerte en lo físico que incluso llegó a expulsar pus por las uñas. No así en lo mental que enseguida parecía que mejoraba. Mi padre decía que claro con esa alimentación como iba a tener fuerzas para estar agresivo. Llegó a aborrecer al profesor al que trataba de estafador y seguramente si no hubiera sido por la evidente mejoría de mi hermano la cosa hubiera llegado más lejos. El medico siquiatra había dicho a mi familia que al haber abandonado la medicación mi hermano sin duda volvería a empeorar. Mi familia siempre estuvo en contra, nunca dio un duro para ese tratamiento, y mi hermano ante los impedimentos familiares pidió ayuda al profesor que no solo le trató para curarle sino que valientemente le dio cobijo en su casa. Una de las mayores alegrías de mi vida fue ver como después de unos años mi hermano no solo sano totalmente sino que como en los cuentos se caso y es padre responsable dentro de una familia feliz.
La alegría por la curación de mi hermano se mezclaba en mi con cierto sentimiento de indignación al darme cuenta que la "enfermedad incurable" de mi hermano que tanto dolor y sufrimiento había provocado en él, en mi y en mi familia, durante tantos años. Aquella "enfermedad incurable" que solo por milagro no provocó otras desgracias irremediables. Aquella "enfermedad incurable" tratada por soberbios doctores poseedores de la verdad absoluta; aquellos doctores que habían llevado a la extenuación económica a mi familia; aquellos doctores colegas de los que en alguna ocasión habían conducido al profesor a la cárcel por intromisión profesional. Aquella "enfermedad incurable" se había curado con una simple desintoxicación de sus nervios en particular y de su organismo en general. Intoxicación provocada en principio por la alimentación y reforzada por los problemas que sufrió en su adolescencia. Pero sobre todo reforzada por las drogas que le suministraron durante años para su supuesto tratamiento. Como en el caso de los drogodependientes, con algunos síntomas parecidos a los de los enfermos nerviosos, la solución no estaba en otras drogas, sino en la completa desintoxicación de su organismo. No quiero decir que no tuvieramos mala suerte, que todos los médicos sean iguales. Ni que se deban abandonar tratamientos por las buenas, si en cambio buscar los más eficaces y menos dañinos Tampoco que el nivel de la siquiatría actual no haya mejorado, pero todos estos echos me hicieron replantearme algunos prejuicios y convicciones que la realidad de las cosas que da y quita razón se encargo de poner en su sitio. En alguna ocasión acudí a las comidas de domingo que en plan festivo el profesor daba en su casa, donde se comía, daba charlas, se dialogaba y se contaban vivencias,se recitaban poesías e incluso había quien cantaba. Allí me di cuenta de que mi hermano no era el único enfermo curado por los métodos naturistas del profesor ni de esa la única enfermedad. Si esta historia consigue dar un mensaje de esperanza o una pista para salir del pozo del sufrimiento, aunque sea a una sola persona, habrá conseguido su objetivo.

Bibliografía:

Prof. Nicolás Capo

Trofología Práctica y Trofoterapia
Mis observaciones clínicas sobre el limón, el ajo y la cebolla.
Cours Pratique Naturopsychique traitant des maladies nerveuses et mentales


Dr. Adrián Vander

Guía Medica del Hogar
Plantas Medicinales


CM