Ref: De la hemeroteca... puesto el 1/10/00 0:02
¿Existió un puente sobre el río Kwai? ( II )

En su afán por dar una utilidad a aquellas masas de cautivos, el mando japonés decidió utilizarlos en la construcción de una línea de ferrocarril estratégico que uniera Bangkok en Thailandia con Moulmein en Birmania y que acortara en centenares de millas sus líneas de comunicación. En la empresa perecieron millares de prisioneros blancos y un número de coolies malayos realmente incalculable y de toda aquella tragedia la peor parte la llevaron los prisioneros empleados en la construcción del ferrocarril sobre el río Kwai. En mayo de 1942, algunos grupos de cautivos blancos fueron organizados en batallones de 600 hombres y transportados a Thailandia en ferrocarril. En cada pequeño vagón iban unas 30 personas lo que impedía que pudieran echarse o sentarse todos a la vez. Además en aquel viaje que duró más de 1400 kms sólo se les alimentaba parcamente dos veces al día con un poco de arroz. En general, los soldados británicos y de los Dominios habían estado bien alimentados y el paso a aquella dieta consistente en un poco de arroz comenzó pronto a tener efectos fulminantes sobre su salud. Si bien los japoneses podían complementar su dieta comprando alimentos a los nativos, los prisioneros vivían en un estado constante de desnutrición que facilitó contraer enfermedades. En el campo de Chingkai, por ejemplo, al iniciarse el año 1944, había 9.712 prisioneros de guerra. De ellos 2.500 estaban gravemente enfermos y otros 5.000 enfermos o convalecientes.

( Libertad Digital. Sábado, 1 de julio de 2000. Artículo de César Vidal ).

*** TIBERIO. MM ***
Ref: Qué es Catalanismo/Tiberi puesto el 1/10/00 7:10
Cada momento de la vida tiene su preguntas. A los 40 años no se pregunta uno lo mismo que a los 20, ni a los 60 lo mismo que a los 80. Son preguntas que no se formulan voluntariamente, sino que se imponen como una necesidad urgente, casi fisiológica. Uno no elige esas preguntas; son ellas las que lo eligen a uno. Suelen presentarse como un tránsito entre dos ciclos vitales, uno que acaba y otro que empieza. Una respuesta equivocada o esquiva a esas preguntas garantiza el fracaso del ciclo que inauguran. Hay, incluso, quien nunca llega a saber qué se le estaba preguntando. La vida de uno, en fin, es un intelocutor muy duro.
Con la vida colectiva ocurre lo mismo. La vida colectiva posee también sus ciclos, y conoce estados de plenitud o de abatimiento. Precisamente el abatimiento colectivo es síntoma de que un ciclo se acaba sin haberse acabado todavía. El abatimiento es la certeza de que se está, provisionalmente, in media res; ya no, pero aún no. En este estar acabándose lo que se está acabando surgen las preguntas decisivas. La vida colectiva en Cataluña presenta signos de abatimiento. Entiéndase: el país prospera, el paro es insignificante, mejora la calidad de vida, fluye el dinero. Pero estos son cosas del cuerpo colectivo, no de su espíritu. El espíritu del país está como falto de nortes simbólicos, hambriento de ideas-fuerza que orienten la vida colectiva. Casi como hace veinte años. En aquel entonces, la pregunta decisiva fue «¿qué somos?», y la respuesta la dio Pujol: «una nación sin Estado». Buena o mala, aquella respuesta dio sentido a toda una época. Justamente la que ahora se acaba.
Nos hallamos, pues, en disposición de preguntar otra vez qué somos. Y esa pregunta no es otra que la pregunta por el catalanismo. Lo era entonces y lo sigue siendo ahora: es la quintaesencia de este país, en lo político. Como pregunta, de hecho, antecede a todas sus posibles respuestas. Cada respuesta es siempre una modulación de la pregunta fundamental. Pujol eligió como respuesta la identidad entre catalanismo y nacionalismo. Pero con el correr del tiempo, como si de un traje de primera comunión se tratase, el nacionalismo se ha quedado pequeño para la sociedad catalana. Nunca ha sido tan difícil como hoy ejercer de nacionalista en Cataluña. Se arriesga uno a la perplejidad, a la frustración, a la pública indiferencia o al ridículo.
La pregunta por el catalanismo surge de este ocaso. Se trata de hallar la modulación adecuada al tiempo histórico. Algunos rasgos de esta modulación se reconocen en debates recientes. Se han roto tabúes discursivos. Se difumina la figura del enemigo secular. En el ámbito de la cultura, por ejemplo, más allá de la conciencia de crisis y de precariedad, se percibe con claridad el cambio de paradigma: la cultura catalana se ha librado del pesado fardo de la misión fundacional. Es sólo un signo, pero, siéndolo, es algo más que un signo.
¿Qué es, pues, el catalanismo? Hegel escribió que las definiciones son el cadáver de los conceptos. Por decirlo de otro modo, hoy no toca definir el catalanismo que hoy toca. Basta con la pregunta, que también, siendo sólo una pregunta, es mucho más que una pregunta.

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Ref: a mensaje de las 7:10 puesto el 1/10/00 10:45
Te felicito. Nunca había podido leer a nadie, que siendo como tú una persona con cierto nivel cultural, fuera al mismo tiempo capaz de manejar tantos datos erróneos y decir una sarta de tonterías semejante. Enhorabuena. Perdóname que no te haga una critica más detallada pues seria una tarea ímproba.
Ref: puesto el 1/10/00 13:18
Ayer tarde noche me volví a encontrar
Ref: ........../ puesto el 1/10/00 18:06
Los que no han entendido que Convergència es básicamente una empresa dedicada a la venta de un nacionalismo más o menos rentable, los que se habían creído que eso del nacionalismo pujolista es algo más que una fachada para hacer negocios, dicen que hay que apartarse del PP y aproximarse a Esquerra. Ingenuidad. Pura ingenuidad. Y es que, después de todo, se habla tanto de nacionalismo que algunos se lo acaban creyendo.PURO NEGOCIO.
Ref: Iralt puesto el 1/10/00 20:20
Salté por la ventana y me encontré de cara con la noche, hacía frío, y estaba oscuro y el aire retumbaba con estruendos y muchas luces giraban sobre mi cabeza. Pensé que todo había sido un sueño, que yo seguía en mi casa y en mi cama. ¡¡Un sueño!!. Cualquier incrédulo pensará que lo ocurrido no pasó de ser un sueño. Yo mismo lo hubiera aceptado a no ser por lo que posteriormente ocurrió. Sólo se decirles que aquella noche me escapé de la casa y huí por el bosque sin que las piernas me temblasen de otra cosa que de miedo y así llegué a la ciudad. Fue una jornada interminable, de pesadilla... y siempre recordaré el cabello rubio o rojo de la una y los ojos chispeantes, la avidez malévola de la otra.
En la ciudad un extraño hombre de facciones prominentes me invitó a subir a su coche, yo accedí por el cansancio, estiré las piernas todo lo que el breve espacio permitía. Mi acompañante estaba silencioso, concentrando la vista en la carretera.
El crepúsculo teñía las escasas nubes en tonos rojizos y los árboles fueron convirtiéndose en siluetas que se alzaban a ambos lados del camino como recortadas bambalinas que pasaban veloces ante nosotros. El ruido monótono del motor me adormecía y tomé la determinación de dejar de pensar y esperar los acontecimientos con calma. Ofrecí y encendí un cigarrillo a mi acompañante. Así atravesamos un primer pueblo. Fue un rápido desfile de casas apretadas, de calles sin concurrencia, porque el frío arreciaba y de este cruce nos quedó el eco de la canción de una voz que gritaba en la taberna del lugar. Después de nuevo la carretera, el campo, los árboles negros de papel, el zumbido monocorde del motor y en el cielo destellos luminosos de una noche que se presentaba serena....
¿ Dónde le llevaría ?.
besos
Lía