Ref: De la hemeroteca... puesto el 30/9/00 0:02
¿Hubo un puente sobre el río Kwai? ( I )

"Millones de personas contemplaron en la pantalla cómo saltaba por los aires el puente sobre el río Kwai y no menos han silbado alguna vez la marcha del coronel Bogey que servía de banda sonora a la película. De 1942 a 1944, el río fue testigo del trabajo realizado en terribles condiciones por millares de prisioneros británicos. Sin embargo, la historia real de aquel episodio fue muy distinta de la reflejada en el celuloide. ¿Qué sucedió exactamente en el río Kwai?. Cuando las fuerzas aliadas se vieron obligadas a rendirse en Singapur ante el ejército japonés, éste se vio abrumado por el número de prisioneros caídos en sus manos. Eran 28.500 británicos, 18.000 australianos, 67.000 indios y 14.000 voluntarios indígenas. Para los nipones, que creían a pies juntillas en el contenido de su Código militar, la rendición era una "acción vergonzosísima", lo que se tradujo de manera inmediata en un trato degradante dirigido hacia los prisioneros a los que se consideraba deshonrados."

( Libertad Digital. Sábado, 1 de julio de 2000. Artículo de César Vidal ).

*** TIBERIO. MM ***
Ref: Iralt (de Mackay) puesto el 30/9/00 0:16
Iralt no sabía lo que estaba haciendo en aquel sofá, y eso fue lo primero que pregunto. La dama vestida de blanco, repuso:
- Has llegado adonde querías. Pero ahora descansa y bebe.
Iralt, bastante mejor, se incorporó y tomó el vaso que le tendía la extraña mujer. Bebió con aprensión, mientras examinaba la habitación, y sobre todo, a las otras dos mujeres. La rubia vestida de rojo le miraba con la misma sonrisa torcida y la de negro le miraba con intensidad, como ansiosa. La dama de blanco habló con una voz dulce y hermosa.
- Temíamos que no te despertases, que la oscuridad hubiera sido demasiado para ti...
Iralt miró a su alrededor. Aquella habitación era muy grande. Al fondo, frente a él, había una ventana cubierta por unas cortinas blanquecinas, cuyo tacto se antojaba suave. Un viento leve las mecía, pero no se veía lo que pudiera haber fuera. La estancia no tenía otras entradas visibles, y tan sólo unos pocos muebles; tres camas una mesa, unos armarios y otro sofá. Iralt no se conformaba con la respuesta de la amable mujer de blanco, que se le acercaba imperceptiblemente, con una expresión en los ojos que comenzaba a ser ansiosa. De modo que la miró y preguntó:
- Pero... ¿dónde estamos? ¿Qué es esta habitación? ¿Cómo se llama este lugar?
Iralt comenzaba a sentirse incómodo si no era mirando a la dama de blanco. Las otras dos le miraban atentas y en silencio, con un interés que el hombre no comprendía. Su interlocutora repuso, acariciándole el flequillo:
- Estás en nuestra casa, el sitio al que deseabas llegar cuando cruzaste el espejo.
Iralt sintió que la mujer no estaba en lo cierto, y nervioso, hizo ademán de levantarse, pero suavemente, la dama de blanco le detuvo cuando empezó a hablar.
- Nosotras también éramos como tú. Estábamos vacías, queríamos escapar de nuestro mundo, y cruzamos el espejo... como tú. Vagamos por la oscuridad durante mucho tiempo, hasta casi volvernos locas; hasta que descubrimos que el problema no era la sociedad, sino nosostras mismas, que nos sentíamos solas porque nos habíamos apartado de los demás, no porque el resto de la gente careciese de sentimientos. Fue entonces cuando vimos la puerta y la cruzamos... Pero ahora eso no importa. Has encontrado lo que buscabas, y ya no necesitarás irte nunca más.
A Iralt no le gustó nada el significado de la última frase, porque sentía que ése no era el sitio que buscaba; seguía sintiéndose tan vacío como antes. Las otras dos mujeres se mostraban cada vez más ansiosas, como personas sedientas ante la visión de una fuente. La voz de la dama blanca, que continuó hablando, le detuvo unos instantes más.
- En realidad no estamos vacíos, sino todo lo contrario. Nuestro problema es que sentimos las cosas con más intensidad de lo normal, y como no encontramos a personas que vivan las cosas como nosotros, nos volvemos contra nosotros mismos, y nos engañamos a nosotros mismos creyendo que no tenemos corazón.
De pronto, cambió de tono, mientras deslizó los dedos entre los cabellos de Iralt. Suavemente, le dio un beso en la mejilla y prosiguió:
- Pero no tendrás que preocuparte nunca más de eso. Te amaré como no te ha amado nunca nadie, y con cada uno de mis besos te robaré tu corazón, tu capacidad de amar. Dejarás de amarme lentamente, hasta que pierdas tus sentimientos; entonces serás feliz... es lo que siempre hemos deseado, ser incapaces de amar para que nadie nos haga daño...
En esto, la mujer de rojo, que parecía estar conteniéndose a duras penas, rompió su silencio:
- Yo me llevaré tus pasiones, tu odio, tu alegría, tu tristeza.
Y la de negro, con una voz serena que le heló la sangre a Iralt, dijo:
- Yo te robaré la esperanza. Pero la desesperación no te hará daño, porque ya no sentirás nada. Alcanzarás la felicidad más absoluta, la de aquel que ya no es persona porque no tiene corazón. Vivirás con nosotras siempre...
La de blanco añadió:
- Te haremos muy feliz.
Y volvió a besarle. Era tan hermosa... Pero lo que le proponían era abobinable. No era aquello lo que le había impulsado a cruzar el espejo. Y entonces, lo entendió. Aquellas tres mujeres habían tenido el coraje de cruzar el espejo, pero el valor les había fallado, y habían abandonado la búsqueda. Y trataban de llenar su vacío robándoles sus sentimientos a los que, como él, flaqueaban. No podía permitirlo.
De modo que se levantó bruscamente, y la dama de blanco se le abrazó suplicándole. A pesar de ello, siguió avanzando, y, de pronto, la dama de rojo la emprendió a golpes con él. La de negro se limitaba a mirarle, sin esperanzas, pero leyó en sus ojos una súplica, un ruego que la dama de blanco, entre sollozos, expresaba con palabras. Pero Iralt no cedió. Aguantó como pudo los tortazos de la mujer de rojo, que parecía desear que la odiase y avanzó hacia la ventana mecida por el viento...
Finalmente se zafó de las dos mujeres, apartó las cortinas y saltó.
¿Qué le esperaba?
Ref: Arga a Mackay... puesto el 30/9/00 0:21
Vente a La_Plaza, anda...:-)
Ref: De Mackay al... puesto el 30/9/00 0:21
texto de las 4 y pico de antes de ayer.

Poco puedo decirte que Arga no haya comentado mucho mejor. La mejor motivación para hacer el bien, en mi opinión, sentirse mejor uno mismo. No esperes un reconocimiento que, quizá, no llegues a obtener. Simplemente, trabaja para el mundo sea un poquito mejor cada día que pase.
Hasta pronto.
Ref: Mackay a Pal y SÓCRATES puesto el 30/9/00 0:22
Gracias :-).
Ref: Arga a Mackay puesto el 30/9/00 0:24
Si no he escrito nada al respecto es porque creo que no necesitas defensa.
Quien insulta no hace más que mostrarse a sí mismo, no a los demás.
Besotes
Ref: De Mackay a Arga puesto el 30/9/00 0:33
¿Dónde está La Plaza? ¿En terra? Porque si es allí, no puedo entrar :-(
Ref: Arga a Mackay puesto el 30/9/00 0:35
pos sí. Lamento decírtelo. ¿Nos podríamos ver en otra parte?...porque seguro que a Tiberio no le importa:-)
Ref: De Mackay a Arga puesto el 30/9/00 0:46
Estoy en la plaza (logré entrar), pero, ¿y vosotros?
Ref: Arga a Mackay puesto el 30/9/00 0:48
Pues no te veo...¿en la Plaza de Teleline?
Ref: De Mackay a Arga puesto el 30/9/00 0:56
En la plazuela de terra. Es que en terra.es no veo otra plaza...
Ref: Arga a Mackay.... puesto el 30/9/00 0:57
Espera un momento, a ver si la encuentro
Ref: Telexibicionismo puesto el 30/9/00 7:40
Cada cierto tiempo, los gestores del sistema televisivo se ven obligados a inventar y lanzar una nueva fórmula de programación, que se adivina una potencial gallina electrónica de huevos de oro mediáticos. Ya nadie se acuerda de la llamada «televisión hamburguesa», que nació en Estados Unidos en 1988, y que tras un despegue fulgurante de bajezas acabó en el cubo de la basura. Y ahora mismo causan furor en México los que allí llaman pintorescamente talk shows y que no son más que grupos de discusión que acaban con insultos y trompazos entre los contertulios. Y la irrupción en nuestro espacio hertziano de las telenovelas Cristal, Dallas, Dinastía y Los Colby marcó una época de teleadicción compulsiva, aunque sus pasiones, fingidas por actores profesionales, acabaron por claudicar ante las pasiones auténticas de los reality shows, en los que las lágrimas, la sangre y el semen eran de verdad, convenientemente monitorizados por Paco Lobatón en ¿Quién sabe dónde?, antes de que Pepe Navarro le sacase un copioso jugo cadavérico a la tragedia de las niñas de Alcásser torturadas y asesinadas. Y cuando la Tele 5 de Silvio Berlusconi desembarcó en nuestros pagos, su fórmula golosa de mulata-moviendo-el-culo pareció sólidamente imperecedera. Si existe algo efímero en la cultura de masas, es lo que Ignacio Ramonet ha llamado la «golosina visual», que ni siquiera deja un soporte conservable y consultable, como lo dejan las revistas, periódicos y discos. Su programación -que constituye un verdadero cliché para los ojos- es como el humo, que se lleva el viento. La última temporada televisiva ha estado marcada por el ciclón de Gran Hermano, cuyo mérito mayor radica -y no es poco- en que se trata de la primera fórmula televisiva que Europa ha conseguido vender a Estados Unidos. El eurócrata de turno que se ocupa de las cuestiones culturales en Bruselas seguramente estará encantado por ello, confundiendo la cultura y las divisas. La idea de esta fórmula, y la de sus descendientes, es bien simple. Se asienta en un pacto interesado (por los premios y la popularidad) entre el exhibicionismo rentabilizable de unos cuantos y la voracidad mirona del público, que convierte las telepantallas domésticas en agujeros de cerradura. A la gente le gusta espiar vidas ajenas, como explicó maravillosamente Hitchcock en La ventana indiscreta, sobre todo si estas vidas no son ficciones ideadas por guionistas ni escenificadas por actores profesionales. Por esta razón, precisamente, los reality shows mordieron con tanta fuerza el espacio y la audiencia de los culebrones: eran patios de vecindad de tamaño nacional. Las pasiones de la ficción son rutinariamente previsibles y están controladas por los censores. Se supone que las pasiones de la vida real, en cambio, no nacen de la planificación de guionistas ni de las cautelas de los censores y están abiertas, por ello, a lo imprevisto y a la transgresión: todo puede ocurrir en su marco espontaneísta. De ahí, también, la inmensa popularidad de la mal llamada prensa del corazón, que en rigor debería llamarse prensa braguetera -pues de eso se trata: de saber quién se acuesta con quién- y que últimamente ha desplazado su centro de gravedad desde el papel impreso a las pantallas televisivas. En el caso de programas televisivos del tipo Gran Hermano, el telespectador goza además de la ventaja suplementaria de poder ser testigo, por demás, de la transgresión en directo, en el mismo momento de producirse, asistiendo al flujo de la vida en el acto de gestarse y de discurrir, como le ocurre al mirón que atisba por el ojo de una cerradura a la escalada emocional de la pareja que empieza con besuqueos y acaba fornicando. No obstante, parece que en Gran Hermano no ha habido demasiados imprevistos ni transgresiones (yo he esperado en vano la supuesta secuela Lo que no vio en Gran hermano). Según me dicen, hay alguna transgresión más en sus series sucesoras, que transcurren en un autobús o en una isla, pero, pese a ello, sus audiencias han decaído, víctimas de la cruel entropía que gobierna fatalmente los ciclos televisivos. Ni los culos desvelados, ni los besos de lengua o los magreos consiguen levantar demasiado la curiosidad (o la libido) de la audiencia, cada vez más inapetente. ¿Será una señal de madurez intelectual? No lo es. Es, simplemente, la enésima comprobación del principio de obsolescencia del sensacionalismo audiovisual formateado para una economía de escala. Se publicita menos de lo que se debería que los programas de pornografía dura figuran entre los más vistos por parte del segmento de audiencia que tiene acceso a ellos, aunque luego no lo confiese. Sería incongruente que el comercio pornográfico fuese una actividad líder en Internet y no lo fuera, en cambio, en los televisores hogareños. Pero la pornografía genital puede convertirse también en una rutina y, desde hace algunos años, los gestores televisivos están ensayando un recambio o un complemento más estimulante: la pornografía letal. En abril de 1992, tras un acalorado debate en el que intervinieron juristas, psicólogos y moralistas, Telemontecarlo transmitió la ejecución de Robert Alton Harris, que tuvo lugar en un penal de California. Esta emisión constituyó el pistoletazo de salida para una cadena de debates y de ejecuciones periódicas en las telepantallas hogareñas, que no son más que escaramuzas de las cadenas con los reglamentos y las censuras institucionales, para ir tanteando y elevando paulatinamente los techos de la permisividad social, de modo que a la antigua pornografía genital se le pueda añadir la nueva y estimulante pornografía letal, tan vieja como aquélla, según certifican los aplaudidos espectáculos macabros del Coliseo de Roma, de la Roma que fue cuna de nuestra arrogante cultura occidental. Entre otros tesoros, Roma, luego sede universal de la Iglesia católica, nos legó así la semilla de la cultura snuff. La espiral sensacionalista, espoleada por la competencia y los ratings de audiencia, gobierna implacablemente al sistema televisivo, sin contradecir, por cierto, un estudio reciente del Gabinete de Estudios de Consumo Audiovisual, que señalaba que las mujeres buscan sobre todo en los programas elementos afectivos y sentimentales, con final feliz, mientras que los hombres prefieren el humor, la acción y la intriga. Ni unos ni otros hablaron de sexo, seguramente porque no es de buen tono hacerlo. Pero en las series brasileñas, y no sólo en ellas, ya aparecen homosexuales con problemas de pareja, transexuales, travestidos y seropositivos. Seguramente, el sexo se ha hecho tan natural como el aire y por eso se ven ya desnudos en spots publicitarios emitidos en horario infantil, lo que hace unos años resultaba simplemente inconcebible. Una película reciente, Pleasantville, de Gary Ross, mostraba fantasiosamente cómo dos hermanos penetraban a través de la pantalla en una teleserie norteamericana, una pacata tontilandia de los años 50, y con su presencia y sus actos conseguían subvertir las costumbres de aquel mundo ultraconservador, aséptico y superpuritano. Su fantasía constituyó una buena metáfora de la evolución de la programación televisiva en las últimas décadas, con el hito permisivo fundamental que supuso la revolución en las costumbres desencadenada desde la conmoción social de 1968. De nada vale escandalizarse ante esta evolución del llamado family show. Puesto que la televisión vende «entretenimiento» a las masas, su lógica del sensacionalismo rentable es implacable y sus frutos están a la vista.
Ref: Entre tanta verborrea... puesto el 30/9/00 11:43
qué cojones quieres decir? Cuál es la moraleja? POdemos seguir viendo Tómbola e ir al Cielo o no?
Ref: Quien canta esta cancion? puesto el 30/9/00 15:29
¿Alguien sabe quien es el grupo español de esta cancion? La escuche recientemente en Radio 3. Gracias. Vivir la vida hasta el final Romper la vida hasta el final Morir vivir... Hasta el final No te diste cuenta que cuando era pequeñita me salieron alas de tanto masturbarme en mi habitacion oscura.... sola... oscura y sola.... Hasta el final. Y aprendi a Volar... Y prendi a Correr... Aprendi a saltar, Aprendi a pegar... Hasta el final. Juego a ser Dios y digo Si. Juego a ser Dios y digo Sí... Puedo sentir... Puedo gozar.... Puedo amar... Y tener un orgasmo Hasta el final... Quiero tener muchos orgasmos junto contigo... Quiero tener un orgasmo contigo Hasta que la muerte nos separe... Orgasmo y Muerte hasta el final... Orgasmo y Muerte hasta el final... Y digo Si a tu pene y quiero más Y digo si a tu sexo y quiero más... Y digo si a tus drogas y quiero más... Y digo si a tu dinero y quiero más... Ese amor que traspasa la eternidad alucinante e intenso Ese amor tan intenso para follarnos el mundo juntos... Y tener un orgasmo juntos... Y tener un orgasmo juntos... Y vivir la vida juntos y disfrutar la vida juntos juntos o separados Hasta el final. Si quiero. Si quiero follarme la vida hasta final. Si quiero ponerme el anillo hasta el final Y al final de mi cuerpo... Y al final de mi clitoris... AL final de mi sexo... Acercate no tengas miedo, abre tu mente que quiero entrar abre tu cuerpo que quiero entrar no tengas miedo Estoy aqui Quiero sentir Quiero amar Quiero cantarte una cancion toda la noche.
Ref: Busco amistad puesto el 30/9/00 15:41
Busco amistad con chica de Madrid que le guste el arte y la literatura. Escribirme a galeria@ozu.es
Ref: a Mackay/Lía puesto el 30/9/00 22:27
sólo decirte : plas,plas,plas,plas,plas,( aplausos)
Un beso