Ref: puesto el 27/8/00 1:00
Ref: puesto el 27/8/00 1:05
:-)
porque...sí;-)
Ref: puesto el 27/8/00 1:23
La mejor defensa
no es el ataque
sino la prudencia.
Ref: puesto el 27/8/00 1:54
Eso es así
si lo que deseas
es defenderte.

Pregunto: ¿de qué necesitas defenderte?
:-)
Ref: como hace tiempo puesto el 27/8/00 3:48
un beso
Ref: Locura puesto el 27/8/00 11:09
Me insultan por mi mirada perdida. Reacciono con ira, luego con tranquilidad. Las palabras duras se pierden por la lejanía del paisaje. Me río y los demas quedan pegandose.
Ref: Enganchate A LA VIDA puesto el 27/8/00 22:18
Y DESENGACHATE A INTERNET

El tren de la alta tecnología sigue su marcha impetuosa, pero por el camino se van quedando millones de herejes que han decidido bajarse en marcha después de probar las mieles de la hiperconexión. Los sociólogos hablan ya del «síndrome de la fatiga tecnológica», y los efectos empiezan a notarse incluso en Sillicon Valley, donde decenas de ejecutivos.com se apuntan a los retiros de descompresión tecnológica de la Iglesia Presbiteriana de Menlo Park o a los seminarios de la vida sencilla de Seeds Of Simplicity. Los últimos datos de una reciente encuesta de Cyber Dialogue lo atestiguan: más de 28 millones de norteamericanos se han desenganchado del Internet en lo que va de año y 108 millones aseguran que no tienen ninguna intención de conectarse (el número total de usuarios ronda los 70 millones y sigue creciendo, aunque a un ritmo tres veces menor que en 1998). Otro sondeo reciente, de Harris Online, revela que uno de cada tres americanos padece «ansiedad tecnológica» y que el 60% ha renunciado a mantenerse al día de las últimas innovaciones. En el capítulo de fobias nacionales, los usuarios de teléfonos móviles han desplazado a los fumadores. Cien millones de norteamericanos los utilizan; una proporción más o menos similar los detesta y promueve leyes para prohibirlos en lugares públicos o al volante del coche. El revés digital (digital backlash) empieza a ser tema de debate en los grandes medios, y el USA Today lo llevaba a portada esta misma semana: «La tiranía tecnológica provoca una revuelta». Los herejes no obedecen ya al perfil siniestro del Unabomber, que enviaba explosivos contra todo lo que olía a tecnología. Tampoco encajan en el molde de los tecnófobos o de los neoluditas, herederos del general Ned Ludd, que declaró la guerra a la revolución industrial en Gran Bretaña a finales del siglo XIX. Rebelión en el despacho Los nuevos rebeldes son hijos putativos de la nueva economía, gente como Stan King, director de apoyo técnico de WorldCom en Sillicon Valley. Harto de trabajar más de 60 horas a la semana, de despachar hasta 200 e-mails al día, de prolongar eternamente sus jornadas gracias al móvil, decidió cambiar drásticamente de hábitos y practicar la abstinencia digital en su vida privada. La desintoxicación tecnológica incluye también la televisión (apenas le dedica una par de horas a la semana) y el coche (ahora recorre en bicicleta los ocho kilómetros que separan su casa del trabajo). «La tecnología puede ser de gran ayuda, pero no es la panacea», afirma King. «Si no tienes cuidado y dejas que invada tu vida, te puede robar hasta el alma». Otro caso parecido es el del joven Alay Desai, 34 años, que decidió crear con media docena de socios una boyante empresa de comercio electrónico: Stario.com. Sus días se rigen inevitablemente por el ritmo que marca su palm pilot, pero por la noche es otra cosa: «No necesito ordenador portátil, ni teléfono móvil, ni una casa llena de cachivaches tecnológicos. Se supone que la tecnología es una herramienta, y no un modo de controlar nuestras vidas o de hacernos esclavos». El revés tecnológico tiene ya hasta su propia película: Quiero volar Sillicon Valley. El director, Jason Ward, ha plasmado en la piel de su protagonista su experiencia personal: frustrante regreso a Sillicon Valley al cabo de los años, y total desesperación al ver los sueños de su bucólica infancia trasformados en la pesadilla digital. «Es uno de los lugares más inhumanos del mundo. Todo lo preside el dinero y la tecnología. El único sentimiento que queda es el de la avaricia». En la bahía de San Francisco vive también Clifford Stoll, autor de Hereje de la Alta Tecnología. Stoll fue pionero de la fiebre del oro de Internet y ha presenciado y vivido con creciente escepticismo «el culto desmedido a los ordenadores». «Nuestra sociedad padece una fascinación por la tecnología, y nadie quiere ver los efectos secundarios: aislamiento, adicción, pérdida de facultades socialesy mentales, jornadas de trabajo extenuantes... Mi sueño sería vivir en un mundo en el que la tecnología tuviera que adaptarse a las necesidades humanas, y no al revés». --------------------------------------------------------------------------------
Ref: Ydelen puesto el 27/8/00 23:30
Tomada una pregunta al aire. Imagino que cualquiera pudiera responderla. Me defiendo del frio de un coranzón duro, de una mirada de desprecio, de la mentira, del miedo que hace agujeros, del odio, del resentimiento, del desprecio. No sé de cuantas cosas más me defiendo. Me defiendo de tí si eres de hielo.