Lo que son las cosas... Esta mañana, como todas las mañanas lo hago, he encendido el ordenador y he entrado en este lugar. Tenia multitud de cosas que decir (a mi manera), pero no se porque extraña circunstancia, la mente se me ha quedado en blanco. Hacia bastante tiempo que no me pasaba algo así (desde antes de la guerra, jejejeje), pero hoy me ha pasado. Mi cerebro se ha tomado un pequeño respiro, un paréntesis, supongo que para reorganizar todo lo que estaba pendiente de salir a la luz.
Por estos lares ha amanecido soleado y aunque el frío por la mañana era aterrador, mas tarde el calor del sol a cubierto de mantas térmicas la superficie terrestre.
Hoy me ha pasado algo curioso...
Cerca de Barcelona, la empresa para la cual trabajo, tiene una planta de llenado de botellas. La cuestión es que vamos casi cada día a ese sitio y normalmente no pasa nada anormal o fuera de lo común.
Cerca de las oficinas hay una garita que era donde estaba un guardia de seguridad, que ahora ya no esta y no sé de que forma había un pájaro que se estaba dentro y no podía salir.
Se daba continuamente con los cristales unos golpes bastante fuertes. Mientras me iba acercando el ritmo de golpetazos se iba incrementando. Cuando me he metido en aquella garita aquel pájaro precioso, se ha quedado en el suelo inmóvil, pendiente de mis movimientos. Cada vez que yo me movía, el pájaro se ponía a revolotear de un lado para otro y ha darse golpes contra los cristales.
Mientras yo permanecía quieto, él también se paraba, así que decidí tomarme las cosas con calma. Le di vueltas a la cabeza y después de unos minutos, pense que lo mejor seria dejarlo que el solo encontrara la salida de aquel sitio y me aleje para observar desde lejos lo que hacia.
Pero no, no había manera de que dejara de darse golpes y de que encontrara por si solo la salida. Volví a entrar y me agache. Fui acercando la mano poco a poco, hasta que mi mano estaba a solo unos centímetros de él y de esa forma me quede quieto un momento. Yo mirando al pájaro y él mirándome a mí (vaya dos tontos en apuros...). Ya me estaba cansando y le decidí intentar cogerlo. Le fui acercando la mano hasta que le toque. Lo cogí y lo saque fuera de aquella cárcel y colorin colorado, este cuento se ha acabado...
La cuestión es que a veces los humanos también le echamos una mano a la madre naturaleza. Seguramente que no todas las veces que debiéramos, pero por lo menos alguna vez ella también necesita de nuestra ayuda. Quizás aquel pájaro había bajado la guardia ante aquel calvario y para su sorpresa yo no fui en ningún momento una amenaza para él. Quizás se despojo de la coraza y del instinto cuando ya se veía vencido, o sencillamente sea, que muchas veces el miedo, el no saber o el creer que... No siempre son la verdadera razón de las cosas. Ese pájaro me ha hecho pensar y me doy cuenta de que en cierta manera, nosotros, los humanos, somos parecidos en ese aspecto. También llevamos puesta una coraza que nos protege de cualquier agresión exterior y que nos hace ser cautelosos con suma desmedida en muchas ocasiones. Hasta el punto de que sin saber, sin conocer, sacamos conclusiones que no siempre son las verdaderas y que no siempre tenemos porque tener razón. Quizás sea el miedo o las tortas que da la vida. Quizás sea que no todos nos reflejamos ante los demás como realmente somos. O tal vez sea porque adoptamos el papel que en ese momento mas nos conviene. Supongo que el hecho de que un día nos sorprendemos de la actuación de algunas personas, mientras pensábamos que era de otra forma. Y esa sorpresa, es la que nos va recubriendo de otra piel para que no nos vuelva a pasar. Cada vez ponemos el listón mas alto y cada vez nos hacemos, por así decirlo, mas duros.
Y digo yo... No se porque se me ocurrirán estas cosas a mí. A veces me sorprendo hasta yo de lo que escribo. Este Poly nunca tendrá remedio...... Feliz crucero semanal, con mareas incluidas y todo...
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