Ref: puesto el 28/9/00 4:12
Siempre he sido una tonta. Siempre me he preocupado de cosas que yo creia trascendentes pero a las que nadie les da valor. Siempre he sufrido por mis semejantes sin darme cuenta de que eran felices siendo y estando así, y no querian que nadie se preocupara de sus problemas. No me gusta que la gente pase hambre, esté sin trabajo, que haya tantos matrimonios incomprendidos y tantos hijos desgraciados. No entiendo la violencia, en ninguno de sus sentidos. He seguido todas las campañas habidas y por haber en favor de quien no tiene la suerte de tener una casa, techo, comida y una familia como lo he tenido yo. Sufro cuando veo a los sin techo, a los marginados, a los delincuentes, porque quiero entender qué les ha llevado a hacer eso, cómo pudo la gente de su entorno ser tan egoísta que no vió irse a pique la vida de estas personas. He intentado ayudar a gente necesitada, a quienes me pedían ayuda para realizar proyectos hermosos como la música, la realización de los jóvenes, las fiestas del barrio, la rehabilitación de toxicómanos, la inserción de los presos...... Y no entendía por qué siempre acababa haciéndolo todo yo sola. Por qué todo el mundo esta siempre tan ocupado que no puede escuchar 5 minutos a quien le cuenta algo, lo que sea, aunque sea una tontería que hace que esa persona se sienta bien porque alguien le hace caso. No hay otros 5 minutos para estar con los niños, jugar con ellos. O para ayudar a un enfermo. No hay un domingo por la tarde para visitar a los ancianos en el asilo. Y escuchar lo buena que soy, lo "santa" no sirve más que para aumentar mi angustia, porque ser una persona humana no es ser santo, si no tener un poco de consideración con los demás.
Me he dedicado a mi familia, a mis amigos. Pero sigo sola cuando tengo un problema porque no sé a quien acudir. Y cuando el problema ha pasado y cuento a alguien lo ocurrido, me dice, como para consuelo.... "podias haberme llamado", aunque su rostro indica que menos mal que no lo he hecho.
Nunca había sabido qué sentía la gente que vive en la calle, o que va de sitio en sitio, que huye de su casa. Me parecía que era, amen de las causas de secuestro o malos tratos, una falta de consideración o algo así, pero veo que no. Era porque lo necesitaban.
Porque veo que he tocado fondo. No sé cómo describirlo pero he tocado fondo.
He dicho que me voy y nadie me ha hecho caso. Nadie me echará de menos. Pienso que a lo mejor les he llenado demasiado y están hartos de mí.
No me importa salir a la calle y no volver a casa. De hecho, lo deseo. Me liberaría de todo. No quiero casa, ni ropa, ni comida. Sólo quiero paz. Porque es cierto que no hay nada peor que la soledad estando acompañada.
De repente pienso que esos mendigos, esos marginados, son felices. Tienen todo lo que quieren, es decir, nada, están libres de problemas. Y los demás también tienen lo que quieren, están cargados de problemas. ¿Quién me mandaría a mí meterme en camisa de once varas si todo el mundo está contento con su situación y no la quiere cambiar? Si quisieran en serio, las cosas serían de otro modo.
Me voy. Lo dejo todo por mi soledad, mi angustia. Por su felicidad, por su ascenso, por su mejora en la vida. Para ser siempre despreciada nadie mejor para despreciarme que yo misma.
¿Y para que escribo esto si nadie lo va a leer? Para decir que si esto es el sentido de mi vida, mejor lo haré el sentido de mi muerte. Paz a tod@s.