Como bien dice él, nuestra relación es excelente en todos los sentidos. Yo estoy muy enamorada de él y él de mi. También es cierto que en el sexo funcionamos muy bien. Yo soy una persona que disfruta practicándolo. Soy multiorgásmica y cada vez que hacemos el amor disfruto muchísimo. Con el tiempo me he ido quitando todos los tabúes que tenía en relación al sexo y he aprendido a disfrutar de él. Me parecía una tontería renunciar a tanto placer como el que obtengo con el sexo. De todas maneras, siempre había habido una barrera que no había querido traspasar, a pesar de que mi novio me la había planteado muchas veces, y era la del sexo en grupo o el intercambio de parejas. Y no era porque no me atrayera la idea, ya que como ya he dicho, he aprendido a disfrutar de todas las posibilidades que ofrece el sexo, sino porque me preocupaban las posibles consecuencias que hacer algo así tendrían en nuestra relación.
Respecto a lo que habían preparado para la noche que pasó todo yo no sabía nada. Mi novio me había explicado alguna vez cosas que le había dicho Carlos sobre mi, en el sentido que le parecía atractiva, pero nada más. También me había explicado cosas que le había dicho Carlos sobre su relación con Ana, y los problemas que tenía para realizar sus fantasías sexuales. Yo, la verdad, nunca había sentido una atracción especial por Carlos, aunque tengo que reconocer que no está nada mal.
Aquel día, fuimos a cenar a casa de Carlos como habíamos hecho otras muchas veces cuando no estaban sus padres. También como otras veces, bebimos de más, aunque esta vez nos pasamos un poco (después supe que intencionadamente provocado por parte de ellos). La verdad es que al acabar la cena estaba bastante mareada y no coordinaba demasiado bien mis pensamientos.
Después de la cena, y tras un rato de bromas y charla animada Andrés propuso que pusiéramos música y bailáramos, cosa que fue aceptada por todos. Empezamos a bailar, al principio cada uno con su pareja, luego todos agarrados y más tarde cambiamos de pareja, cosa normal y que habíamos hecho en más de una ocasión cuando salíamos. Carlos se agarró a mi con intensidad, lo que me sorprendió bastante. Miré a Andrés para ver si se daba cuenta de la situación, pero estaba demasiado concentrado en Ana como para darse cuenta de nada. Él también estaba bien pegado a Ana. Carlos empezó a deslizar su mano hacia mi trasero. Yo no sabía que hacer, porque era una situación muy violenta si armaba un escándalo, y tampoco tenía la cabeza lo suficientemente clara para pensar. Por un lado no me hacía gracia que me metiera mano, pero por el otro, no se si influida por el alcohol o por ver a Andrés agarrado a Ana de esa forma, me empecé a poner caliente; pero cuando la mano de Carlos estaba a punto de llegar a mi culo se paró. Imagino que al final no se atrevió a seguir, a pesar de lo colocado que iba él también.
Al cabo de un rato de besarnos, Carlos (yo seguía pensando que era Andrés) empezó a desabrocharme la blusa con mucha delicadeza, besándome cada centímetro de mi cuerpo que iba quedando libre, hasta desabrocharla por completo y dejar mi pecho libre, excepto por los sujetadores. Al lado se oía a la otra paeja suspirando cada vez con más intensidad y yo estaba cada vez más caliente. Carlos empezó a lamerme alrededor del pecho, bajándome un poco los sujetadores pero sin quitármelos, tal como hacía normalmente Andrés (luego me enteré que Andrés se lo había explicado), hasta liberar mis pezones y empezar a lamerlos con suavidad. Esto es algo superior a mi. Tengo mucha sensibilidad en esa zona y me vuelve loca que alguien me acaricie, y ya no digamos cuando me recorren la zona con los labios o la lengua. El empezó a chupar y lamer con más intensidad y yo empecé suspirar, al principio flojo pues me daba corte al estar los otros dos al lado. Pero conforme me iba calentando e iba oyendo a la pareja de al lado suspirar cada vez con más intensidad, mis suspiros se convirtieron en gemidos cada vez más intensos. Lo hacía con fuerza e intensidad, pero a la vez con dulzura y delicadeza, recreándose en mi placer, que cada vez debía ser más evidente para él por los profundos y continuados gemidos. El hecho de oir y sentir a la otra pareja al lado nuestra me daba mucho morbo y me ponía muy caliente. Al mismo tiempo, Carlos me estaba volviendo loca, recorriendo con su boca todo mi pecho y deteniéndose en mis lugares más sensibles.
Sabía como ponerme caliente y lo hacía con verdadera maestría (Andrés, que conocía todos mis gustos, lo había aleccionado a la perfección). Siguió así un rato hasta que yo estaba que iba a estallar. Entonces me incorporé me dispuse a desabrocharle la bragueta a mi compañero, que por la forma en que abultaba parecía que también estaba a punto de estallar. La sorpresa me la llevé cuando comprobé que en vez de botones, que es lo que hay en todos los tejanos de Andrés, había una cremallera.. En ese momento me quedé parada. No sabía que hacer. Con el que me había estado besando y disfrutando de su lengua y labios en mi pecho era Carlos. El que estaba al lado mío con Ana era Andrés. Ellos estaban también gimiendo y revolcandose. ¿Sabría Andrés que con quien estaba era con Ana? ¿Sabría Ana que con quien estaba era Andrés? ¿y sabría Carlos que con quien estaba era conmigo? Todas estas preguntas pasaron en un segundo por mi mente, que por otro lado no estaba excesivamente lucida para procesar tanta información de golpe. Yo estaba super caliente y lo que más deseaba en esos momentos era un rato de sexo a tope, que evidentemente únicamente podia ser con Carlos, dadas las circunstancias. Andrés y Ana se lo estaban pasando en grande, moviéndose y gimiendo con más intensidad cada vez.
Carlos, al ver que dudaba, se bajó la cremallera y sacó su aparato. Yo, instintivamente, sin saber todavía muy bien que hacer, lo cogí entre mis manos y empecé a acariciarlo., moviendo mi mano lentamente. Su polla estaba muy grande y tiesa. Yo nunca había estado con otro hombre que no fuera Andrés, y la posibilidad de tener otra polla dentro de mi se me hacía extraña, pero a la vez me excitaba. Además, Andrés se lo estaba pasando en grande con Ana, y yo lo que más deseaba en ese momento era un buen polvo y decidí aprovecharme de la situación de relativo anonimato que proporcionaba la oscuridad y disfrutar de ella. Sin pensármelo más me introduje su polla en mi boca. Recordé que esto era algo que a Ana no le gustaba hacer a Carlos y me imaginé lo que iba a disfrutar Carlos con esto, lo cual me dió más morbo todavía. Empecé a chuparle la polla, recorriéndola con mis labios, moviéndolos con suavidad de arriba abajo, como Andrés me había enseñado a hacerlo, recorriéndola con la lengua. El empezó a gemir con mucha intensidad. Seguramente nunca le habían hecho una mamada como esta. Dentro de mi boca noté que su polla era un poco más grande que la de Andrés, y aunque nunca había tenido quejas con la de Andrés, la posibilidad de tener un aparato tan apreciable dentro mío me excitó muchísimo.
Mientras hacía esto había oído como Andrés se bajaba los pantalones y como Ana le estaba chupando la polla a él también, lo cual me extraño pues sabía que a Ana no le gustaba hacerlo. Pero la verdad, en ese momento me importaba bien poco lo que estuvieran haciendo los otros dos. Yo esta super caliente y lo que deseaba en esos momentos era tirame a Carlos y sentirlo dentro de mi.
Le bajé los pantalones y lo estiré encima de la cama. Él se dejaba hacer, imagino que alucinado con lo que estaba pasando. Sin quitarme la falda, me bajé las braguitas y en un momento me dispuse a follármelo. Me lo fui introducuiendo poco a poco hasta llegar a sentirlo completamente dentro de mi. Me llenó por completo. Indudablemente era más grande que el de Andrés y una nueva sensación invadió todo mi cuerpo. Me dispuse a disfrutar sin ningún reparo de un rato de sexo bestial, pues con lo caliente que yo estaba y con semejante aparato dentro de mi iba a tener un montón de orgasmos a poco que aguantara mi compañero. Empecé a moverme lentamente, sintiéndolo dentro de mi, y disfrutando cada movimiento.
Llevaba un rato así cuando oí un gritito de placer de Ana, seguido de unos suaves movimientos en la cama, de lo que deduje que Andrés también se estaba tirando a Ana, lo cual me excitó más todavía. Empezé a moverme con más intensidad y enseguida empezé a notar que me venía el primer orgasmo y empezé a gritar de puro placer. Tras ese primer orgasmo empezé a cabalgar como una loca y a correrme una vez tras otra, en una serie de orgasmos tan intensos que hacían que me volviera loca de placer. No se cuantos tuve, pero fueron unos momentos de placer infinito.
Al lado, Andrés y Ana también estaban follando como locos y Ana no paraba de gritar. Todo en esa cama era morbo, sexo y placer sin límites. Todos habíamos dejado atras nuestros tabúes e inhibiciones y estábamos entregados al placer, a disfrutar de nuestros cuerpos y de la situación tan morbosa.
Volví a parar, porque sabía que si seguía así Carlos no tardaría en correrse y yo todavía quería disfrutar más de ese momento. Pensé en cambiar de posición, para que Carlos me follara por detrás. Es una posición que a mi me encanta, pues la encuentro muy salvaje y muy sexual: una hembra a cuatro patas esperando ser poseída por su macho, sin besos, sin caricias, solo sexo... Además sabía que Carlos no lo había hecho nunca así, lo que añadía morbo a la situación. Me salí e hice incorporarse a Carlos. Enseguida me puse a cuatro patas, y cuando Carlos se dio cuenta de mis intenciones, no se lo pensó un momento y me la metió por detrás, con mucha fuerza, invadiéndome una nueva oleada de placer. Empezó a moverse con calma, cogiéndome de las caderas, entrando y saliendo con suavidad, moviéndose de derecha a izquierda, en círculos, recorriendo con su polla todo mi interior y aumentando mi placer a cotas insospechadas.
Al lado, Andrés y Ana habían cambiado de posición y Andrés se la estaba tirando por detrás, cosa que ella no dejaba hacer a su novio. Imaginé que había sido cosa de Andrés y que ella, llevada por la calentura de la situación se había dejado llevar. Imaginé lo que Andrés estaría disfrutando con Ana, pues sabía que siempre la había encontrado muy atractiva y el morbo que le debía dar hacer con ella algo que su novio no podía hacer. Durante un segundo sentí un poco de celos, pero las embestidas de Carlos por detrás hicieron que se me pasaran inmediatamente. Si Andrés estaba disfrutando con Ana, yo había disfrutado lo indecible tirándome a Carlos, y ahora estaba disfrutando siendo follada por detrás.
Carlos empezó a empujar con más intensidad y rapidez, emitiendo un gemido de placer cada vez que me metía hasta el fondo su polla, que era correspondido con otro gemido de placer mío cada vez que notaba toda su polla dentro de mi. Empezé a correrme otra vez y a gritar. Carlos correspondió a mis gritos de placer embistiendo con más fuerza. Al lado oía como Andrés también se estaba follando a Ana con muchísima intensidad y ella no paraba de gritar. En la cama todo eran movimientos rítmicos y frenéticos, gritos y gemidos de placer, sin ningún pudor ni ninguna preocupación. Todos estábamos disfrutando con lo mismo. Al cabo de un rato Carlos me sujetó las caderas con firmeza y empezó a gritar y a embestir con todas sus fuerzas. Se estaba corriendo y el sentir sus cálido fluidos dentro de mi me hizo alcanzar un nuevo e intenso orgasmo, al mismo tiempo que al lado Andrés y Ana también culminaban con gritos de placer el intenso polvo del que habían disfrutado.
Al cabo de un rato nos levantamos y nos fuimos a las duchas. Tal como explicaba mi novio, hicimos como si nada hubiera ocurrido, excepto una sensacional noche de sexo y placer sin límites.
|