Ref: Ayss,que jodios puesto el 19/11/01 21:07 |
Todo empezó hace unos dos años, cuando a mi marido se le empezó a meter en la cabeza que le encantaría verme con otro hombre. Cuando haciamos el amor, me calentaba insinuándome que me estaba follando otro tio y llegabamos a unos orgasmos increibles. Yo al principio no le hacia mucho caso y pensaba que no hablaba en serio. Pero el seguía insistiendo e insistiendo y cada vez me atraía mas la situación. Una tarde, entramos en un bar y pedimos unas cervezas. Mi marido, muy juguetón, empezó a meterme la mano por debajo de mi falda. Yo me resistía por la vergüenza de que nos viera alguien. Pero poco a poco, me fué poniendo caliente. De nuevo comenzó a decirme que era una cobarde y que lo pasariamos muy bien, si me dejaba acariciar por otro hombre. Yo le decia que eso solo lo decia de boquilla. Que si en algun momento me decidiera, él se volvería atrás. Pero él decía que no, que era una cosa normal entre parejas que buscan nuevas sensaciones. Para evitar seguir discutiendo, le dije que lo intentaría, pero donde y con quien yo quisiera, y le propuse que nos fueramos al cine. Entramos en el primer cine que nos encontramos. La película estaba ya empezada y rememorando nuestros tiempos de novios, nos sentamos en una de las últimas filas. Mi marido continuó acariciándome y diciéndome bajito que deseaba verme con otro. Estaba obsesionado con esa idea. En un momento de la película observé que la persona que se sentaba a mi lado nos miraba disimuladamente. Supongo que notaría que mi marido me estaba acariciando. En un primer momento me puse nerviosa y dudaba si decirselo a mi marido. Pero de pronto, se me ocurrió que podria ser ahora y con el hombre que tenía a mi lado. El morbo me reconcomía. Me incliné hacia mi marido cariñosamente, apoyando mi cabeza en su hombro, mientras le pasaba mi brazo sobre su cintura. Estiré un poco mis piernas para estar mas cómoda, acercándolas discretamente hacia la del muchacho, hasta que noté que las teniamos pegadas. Inicialmente él la separó, echando las suyas hacia atrás. Pero al ver que yo insistia, las dejó pegadas. Yo empecé a subir y bajar una de mis piernas, acariciándole las suyas. Pero el seguía impasible. Los minutos pasaban y no ocurría nada. Yo me sentía muy caliente y excitada, pero no me atrevía a ir mas allá. De pronto noté como unos dedos me empezaban a acariciar la parte baja del muslo. Eso me puso a cien y me notaba muy mojada. Me removí en el asiento, para que se me subiera la falda, y al poco tiempo note como los dedos subian por los muslos hacia mis bragas. Superexcitada, le apreté fuertemente su mano entre mis muslos y le dije a mi marido que iba un momento al baño. Me levanté, salí de la sala y me dirigí despacio a los aseos y entré en el de señoras que estaba vacio. Dejé la puerta entreabierta, mientras me lavaba ceremoniosamente las manos. Al momento, ví llegar al muchacho. Era un chico joven, de unos dieciseis años, muy delgadito, con la cara llena de espinillas y el pelo muy corto. Nada mas verme, se abalanzó sobre mi y empezó a besarme y a sobarme el culo. Rapidamente le desabroché el pantalón, sacándole una polla durísima y gorda que me puse a acariciar. El me habia abierto los botones de la blusa y me estaba torpemente chupando las tetas. Me quite la blusa y la falda y le pedi que me la metiera, que estaba muy caliente. Se sentó en un sillón tapizado en imitación a cuero, y yo me senté encima de él, abriéndome el panty que llevaba puesto. Y sin ni siquiera darme tiempo para quitarme los zapatos, me la metió de un trallazo por detrás, moviéndose rapidamente y haciéndome gozar como una puta. Yo pensaba en el cabrón de mi marido que ya tenia lo que tanto deseaba, su primera ración de cuernos. No tardamos mas de tres minutos en llegar a un orgasmo bestial y sintiéndome llena de leche del muchacho, que en cuanto descargó su semen en mi, me dió un ligero beso y salió corriendo. Yo me arreglé un poco y volvi al interior del cine, donde seguía mi marido viendo la película. Aun chorreando me senté a su lado y muy mimosa, le besé en la mejilla, mientras le decía que iba a contentarlo en todo lo que quisiera. |