Ref: cariñazo / taitantos puesto el 20/1/01 0:25 |
Claro que me he dao por aludida, cariñete, no me seas ansioso, corasón; lo que pasa es que no estoy en mi casa desde hace casi un mes y entre el pendoneo que una se llevó en la Capitá, el que l´entra a una en el cuerpo cuando está en Pujolandia de sus amores y que acceder al chino de mi madre en esta casa de locos es casi casi ciencia-ficción, pos... eso, que es mu difícil estar a la altura que sin duda mereces, ya que entro en la web a salto de mata. Te veo mu adelantao y de mente preclara, lo cual te honra y gratamente me sorprende. Y, sí, soy bastante cobarde. A qué negarlo... Pero espero y deseo que esto sea tan sólo el comienzo de una fructífera amistazz. Besos donde quieras encajar. |
Ref: cariñazo puesto el 20/1/01 3:19 |
..................HISTORIAS "URBANAS"................. A pesar de que no vivamos en la misma ciudad, me une a Jordi una amistad eterna. Y, aunque atrás quedaron aquéllos sueños compartidos mientras le dábamos al costo en las escaleras de la PlaÇa del Rei, sí queda el poso de un cariño a prueba de bomba que sólo dan los años de adolescencia compinchaos y los líos y trapicheos de épocas juveniles. Estudiamos juntos una carrera que a mí me sirvió, cuando menos, pa ganarme el jornal y a él pa conseguir un par de ligues memorables, pues pa ganarse el sustento ya cuenta con los negocios familiares. Como Jordi vive de la Hostelería sus horas libres son, principalmente, por las mañanas. Es por eso que me he pegao el madrugón pa ir con mi compinche y amigo a dar un agradable paseíto por el Port Olimpic y comer después en uno de sus restaurantes. Ha sido en el paseo cuando le he contado lo de anoche. - Joder, Cari, lo tuyo es un flash. ¿Otra vez andas con el “Loco de la colina”? - me ha dicho torciendo el gesto como sólo él sabe hacerlo. Yo sé que mi primer marido nunca le gustó, pero también sé que Jordi me quiere y que siempre ha estado ahí cuando han llegado las hostias con que la vida ha tenido a bien obsequiarme. - Ya sabes que siempre que coincidimos en Barcelona nos vemos. Soy consciente de que está algo... loco - ¿¿Algo???? Ese tipo debería estar en un frenopático!! Su ángel de la guarda curra más qu´el Capitán Trueno. Está vivo de milagro. Y tú, a ver si sientas la cabeza, bonita, que ya tienes edad. Está guapísimo Jordi cuando se enfada. - Y, francamente, Cari, me parece que el Urbano en cuestión tuvo santa paciencia con vosotros. Os pasasteis tres pueblos!! - Bueno... y qué sugieres? Que le pida disculpas? Por beber? Por salir con mi ex? Porque a ti te cae mal? Por pasar de todo y ponerme al mundo por montera después de haber visto de cerca la muerte nada menos que tres veces, ¡tres!, durante el año pasado? - Pues, mira, no estaría de más pedir disculpas. No es tu estilo ser tan animal. Y al mundo, bonita, le importa tres cojones tus problemas, nadie tiene la culpa, ni tiene por qué el prójimo soportar tus cambios de percepción en la escala de valores, en “tu” escala de valores. – me suelta el párrafo de una vez, casi se ahoga. Luego compone una mirada a lo Torquemada relamiéndose ante la hoguera. Pero qué guapo está mi Jordi cuando se enfada... - Vale, tienes razón, como casi siempre (o sin el “casi”). Pero... dónde puedo encontrar al pavo ese? Enga, lúcete, que es de tu zona - le digo con retintín. - De acuerdo, veremos qué se puede hacer. Ahora vamos a comer y haré un par de llamadas. No hemos hablado durante el camino hacia su restaurante. Al llegar, efectivamente Jordi ha hecho averiguaciones y, regresando a la mesa con aire triunfal, me alarga un papel con una hora y el nombre de un Bar garabateados con esa escritura inconfundible que no ha cambiado ni un rasgo desde que compartíamos apuntes o copiabamos apresuradamente en los exámenes. Miro el papel y me recreo en el reencuentro con aquella letra que me salvó de varios trances. – Y??? - le interrogo con la mirada – Qué coñes es esto? - Esto, caritaguapa, es el Bar donde suele ir tu hombre cuando termina el turno. Como verás el local te resulta muy, pero que muy, familiar. – Lo dice con mirada pícara, el muy jodío. Y me alarga también una bolsita de El Corte Ingles apretujá, hecha un gorruñito. Cuando intento hurgar en su interior para averiguar el contenido, me lo impide. - No lo abras, no ahora. Ya encontrarás el lugar y la ocasión... entonces, cuando te acuerdes de mí, ábrela. – Lo dice con su media sonrisa y la mirada retadora (puritito arrebato el Jordi cuando exhibe su “mirada retadora”) - Bueno, si tu lo dices... – (Yo, ni mirada retadora ni hostias, que ya paso de tó...) Hemos continuado la comida hablando de lo humano y lo divino. No solemos recordar viejos tiempos, siempre hablamos del futuro, por eso me ha extrañado que Jordi me preguntara sin venir a cuento - Por qué no te casaste conmigo? – Porque eres maricón, miamol. -le suelto- O ya no te gustan como a mí los manolillos con bigote? Recuerdas como corríamos por los pasillos de la Facul para pillar sitio al lado de Valls? Taba güeno el tipo... Tampoco recuerdas cuando me dejaste tirada en Amsterdam por un moreno del tres al cuarto, y cómo te limpié los mocos en tu llanto de “Dama de las Camelias” cuando el cabrón desapareció con tu cartera?. O... es que hay algo en tu vida que todavía desconozca? - Cabronaeress... , ahora me voy, preciosa, que tengo mucho curro. Anda, suéltame esa frase que tanto me gusta oir... - Sabrásss de mí... – le digo con mi mejor sonrisa. Acabo, ya sola, el café y voy a dar una vuelta para hacer tiempo hasta la hora indicada en el papel que me ha pasado Jordi. Yo misma me sorprendo de mi fuerza de voluntad a la hora de no abrir la bolsita, pues es de dominio público esa puñetera curiosidad innata e irrefrenable que me adorna. Se hace la hora y me dirijo al Bar que tan bien conozco. Un local, propiedad asimismo de la familia de Jordi, en pleno Barrio Gótico de la ciudad. Hoy es día de nostalgias, me digo. Efectivamente, solo entrar, ya le veo acodado en la barra charlando con un compañero y Toni el camarero. Me acerco y, sin más preámbulo, le pido si tiene un momento para mí, seré breve. El tipo me mira sorprendido, no me reconoce, o así lo parece. Mirándolo bien, el hombre no está nada mal: recio y ancho de espaldas, como a mí me gustan; canoso ya, unos 40 años, y... coño! qué ojoss... Me sigue a una mesa hacia el fondo del local y allí voy directa al grano: que lo siento mucho, que me pasé ayer, que no era mi intención entorpecer su trabajo, sé que no tengo excusa y por lo tanto entenderé que se largue sin dignarse a contestar, o incluso que se cabree y hasta me ponga una multa; pero si acepta mis disculpas se lo agradeceré; quizás pueda hacer algo por él, por ejemplo, sé escuchar, lo hago muy bien, tiene problemas?; también sé como hacer reír, enfin... Sorprendentemente el tipo ni se inmuta. Me mira detenidamente y... al fin sonríe!! Se sienta frente a mí, comenzamos a hablar, el compañero hace alusión a su “sabuarfer” con las mujeres y él lo manda al carajo desentendiéndose del mundo. Ha acabado su turno y no tiene prisa, acepta mis disculpas como profesional, pero sí quiere se cobrar un cánon como persona: me toma la palabra y solicita que le escuche, mas bien lo exige, le parece justa la transacción. Yo, a mi vez, no pierdo detalle de su cara y de sus gestos. Sin ser exageradamente guapo, Chema, que así se llama, tiene un porte majestuoso con el uniforme; la mirada dulce y unas manos grandes y delgadas. Pienso en las manos gordinflonas de mi amigo Jordi que parecen, según el mismo dice: “un catálogo de pichas” y perdón por la ordinariez. Después de charlar durante casi tres horas (a la media hora ya me ha dado permiso para dejar de escucharle y entablar un diálogo), llegamos a un punto en que no sé que hacer ni qué decir para romper el silencio que nos envuelve; silencio blandito y suave; silencio cómodo bien mirado... Me recreo en sus pestañas interminables, en su boca, y por un momento me pregunto cómo será el abrazo de esas manos... Joder, Cari! lo tuyo no tiene remedio... Es entonces cuando pienso en mi amigo y, aprovechando que Chema ha ido al servicio, abro la bolsita de El Corte Inglés. En su interior: un llavero de Mr. Smaily, archiconocidísimo por mí, con una llave no menos conocida, del que cuelga una tarjeta con una frase que me hace sonreír por lo muy repetida en nuestros años mozos: “Cari, bonita, si no pa ti, pa mí, pero ese no se vuelve como ha venío”. Casi me caigo de la silla cuando reparo en que dentro de la bolsita a su vez hay un paquetito que contiene... un preservativo y una barra de labios!!!! Ja, ja, jah ahahj, uff.... (coño, que m´atraganto toa). En estas, aparece Chema (se nota que s´ha repeinao) y le pregunto si quiere venir conmigo a la trastienda. Se sorprende de que yo tenga la llave de dicha trastienda y no le saco de sus dudas, más se sorprenderá cuando la vea... Entramos (vuelvo a cerrar por dentro) y su cara se descompone a ojos vistas. La verdad es que el ambiente así lo propicia. Sigue todo casi igual, quizás haya más cuadros en las paredes, aquélla cajonera, aquél mismo sofá inmenso, larguísimo, hotia! y el célebre taburete!!, casi me caigo patrás de nuevo... Pongo música (joss... el Jordi piensa en todo) y le digo que se pónga cómodo que voy un momento al cuarto de baño, ah... y que se le quite esa cara de panoli y se sirva algo que ahorita vuelvo, los vasos están dentro mismo de la nevera si mal no recuerdo. Huyss... qué nervios! Me miro al espejo y me digo: “Cari, lo tuyo es chance de la buena, tranquila y aprovecha, mi niña, que el invierno es mu largo. Que no se diga que tu no eres la reina del taburete” Uff... momento gloria, momento gloria, pero ahora estoy cansá y mejor sigo mañana, valen?? :::::::::................ que os quiero, de veras |
Ref: zarajo puesto el 20/1/01 3:32 |
enjundia tiene la cosa... |
Ref: hechicero puesto el 20/1/01 10:54 |
Con la miel en los labios me has dejao,,,no pares,sigue,sigue,,jejeje un beso. |