Ref: A PEPONATO o TONI de MIGA puesto el 11/1/01 0:43
Guapoooooooooooos.. Que sean muy buenos días cuando leais esto.. :). Quisiera pediros un favorcete.. a cualquiera de los dos.. me es igual.. Quisierá que me enviarais los e-mails tal y como esten que os mande el año pasado, con las direcciones adjuntas si es posible. PEPONATOOOOO.. me mandaste algunas pero no las suficientes. Me referia a las dires de los Weboneros y los Komuneros, ¿vale?.

Un Besote Muy Dulce y Muy Tierno para cada uno de los dos.

¡¡SE OS QUIERE EN PUTA!!
Ref: Sporadica puesto el 11/1/01 1:49
Tengo una tristeza hoy y me dejo llevar.
Quizá porque sé que esta emoción, también, pasará.
Considerarlo así me relaja y me libera.
Pasará, sí, esta tristeza luminosa en las penumbras.
Así que me reclino en mi butaca y la dejo pasearme,
caminarme los adentros.
Es una tristeza de color sutil y agridulce, que lo tiñe todo,
hasta los trazos de amor, en este paisaje gigantesco
donde me encuentro hoy, en algún lugar de mi interior.
Me pasea pausada, sin ninguna clase de prisa impuesta
pero con su ritmo particular e imparable.
Ligera depresión post-navideña, celebración de los vivos.
Acto forzado para quienes preferiríamos, porqué no, en
alguna ocasión, darle vida a nuestra muerte al convertirla
en recuerdo y vívidamente resucitarla.
No sé muy bien dónde la tristeza me acaricia la memoria
y dónde sucede lo contrario.
Imágenes retrospectivas que, en la noche de este día pasado,
insisten y persisten y se detienen de tanto en tanto,
asomándome una frase, un gesto, un aroma, una luz,
un nombre...
Un solo nombre me despereza ahora, me sonsaca ligeramente
de esta tristeza o quizá tan solo le da visos de nostalgia,
que siempre es más llevadera...
Podría ser cualquier otro nombre, uno que me provocara y
dibujara una media sonrisa en mi rostro....
Pero es, ¡ay! otro nombre de hombre el que devuelve la vida
a mi muerte en esta noche de navidad; el que elijo recordar
porque se me grabó en el alma como tatuaje de por vida
en el cuerpo.
Este nombre de hombre que me sabe a mar,
nombre de hombre de mar.
Sin duda este nombre me despierta.
Me abre los ojos y me parte el corazón.
Y me toca el alma y otras partes también secretas,
misteriosas e íntimas de mi ser.
Este nombre me acaricia ahora en el recuerdo y me reclino
y acomodo y me abandono todavía más en mi butaca.
He decidido volver a volar surcando las letras de este nombre
hasta donde quieran llevarme.
Las llamas de este fuego de chimenea navideña me traen
el calor de su tacto y el color de su presencia...
La del hombre a quien pertenece este nombre insistente,
pronunciado....ahora quizà por alguna otra compañera de cena...,
a la luz de unas velas...
En esta Nochebuena.
Años atrás en una noche como ésta fui yo quien le llamó por su nombre directamente al corazón.
Y sus brazos encontraron la tierra anclada de mi ser,
y no pudieron abarcarla con la facilidad con la que abrazaban a las demás mujeres
que habían visitado o que quizàs poblaban,
bien arraigadas, su vida....
Y sus brazos me apretaron contra su pecho, intentando
meterme dentro de sí....
desclavarme de esta playa donde busco, incansable, siempre, un mar más grande.
"Vente conmigo....
sin duda no hallarás un mar más grande
si permaneces anclada en esta playa mirando siempre el mismo mar..."
Intentó convencerme con sus artes de seducción.
Mis manos....
acaso palpaban lo intangible que es eso que se llama placer...
Mis labios....
entreabiertos de suspiros obligadamente ahogados....
Mis ojos...
entrecerrados como no queriendo ver más...
no más....
Mis pechos bajo sus manos delataban el latido dubitativo de mi corazón.
Mis pezones se estremecían pronunciándose a su favor bajo la calidez de su aliento.
La mujer anclada permanecía en lucha por no abandonar su sueño,...
"o por no hacerlo realidad..."
pronunció la voz del hombre,
pronunciando al tiempo mi universo,
iluminàndolo de sentido. Y mil estrellas comenzaron a llorar su luz brillante de líquido
incandescente y resbaladizo por mis muslos.
Comenzaba a sentirle.
Su lengua tremenda, deslizante, imparable,
deshizo cada pliegue de mi rosa replegada,
recogiendo en cada sorbo de sus labios mi luz de estrellas derramadas.
La mujer del ancla en la playa se resistía aún
a dejarse llevar en volandas hasta la alfombra
junto al fuego que ahora ilumina el recuerdo del hombre de mar,
permanecía aferrada al fondo de la arena.
Más, un nudo marinero y experto iba cerrándose alrededor de su cintura,
un nudo magnético que la arrastraba fuera de sí,
y la obligaba a desplegar su infinito, innato,
desconocido saber, y a derramarse en líquidos ardientes hasta fundir el ancla.
El vientre de la mujer medio anclada se llenó de sol y de vida
al rozarse con el sol y la vida contenida en el vientre
del hombre que había visitado tantos mares y tantos universos,
y tantos colores de estrellas y rosas desparramadas había degustado.
Baten ahora apresuradas las alas de mi memoria.
Aletean ahora hasta alcanzar al vuelo y acariciar el viento
hecho aliento que empuja las velas del mástil penetrante.
Este recuerdo me bombea los adentros,
insuflándome oleadas de sensaciones voluptuosas. Y la mujer del áncora derretida se abandona a la travesía
de su universo antes nunca explorado de acuosos sentidos
y desbordante locura de placer. Tu nombre, tu nombre, tu nombre...
Tu nombre penetra mis interiores...
excitante, imposible, desmandándome las pasiones.
Tu nombre me completa, me llena y me inunda.
Y mi rosa salpicada de rocío rejuvenece.
Sabor escondido, tu beso de luz en el agujero negro
de mi universo funde mi amalgama de hierros obstinados y
oxidados que una vez tuvieron forma de áncora,
y la mujer casi descorchada de la angosta abertura
donde permanecía anclada por años y años y años de desterrado,
negado, desconocido placer por buscar un placer más grande,
fue atravesada por la claridad que irradiaba el hombre navegante
de inmensos piélagos e inconmensurables universos,
quedando trapasada por su luz
como por una lenta bala perforadora de sus interiores...
ahora temblando por el recuerdo.
Y cuando sus pechos fueron estremecidos, y cuando su
rosa encarnada fue abierta, y desparramada la suavidad
de su fragancia, y salpicada de gotas de blanco rocío, y
cuando su agujero negro vomitó toda su luz desconocida
y retenida durante milenios, y cuando el alma se le salió
del pecho ante la visión y el descubrimiento y la experiencia de su mar más grande,
su voz se quebró en un grito descabellado
que atravesó todos los universos de las cosas creadas
y sus manos finalmente agarraron la caña del ancla
que la condenaba a esta playa y ella sola
se la declavó en un gemido de inconmensurable mar.
Por unos segundos ahora eternizados y rememorados
navegaron los dos hasta los confines de las praderas marinas
y celestiales del placer, unidos sobre una misma montura,
cabalgando desenfrenados de sensaciones agradables,
dejando tras de sí una estela de líquidos,
sonidos ahora etéreos.
El hombre cuyo nombre ahora me penetra mi rosa de los recuerdos
era también un hombre que buscaba un mar más grande
poblado de rosas que formasen y fuesen
una sola y misma rosa por escarchar.
Nunca supe si sigue navegando.
Y la mujer ya sin ancla conoció su mar más grande
a costa de nunca ya querer regresar a ninguna otra costa.
Pues no halló ya hierros con qué crear una nueva ancla,
ni se le pudieron recomponer ya los pétalos
de su rosa desgranada y desangrada
ni halló tampoco jamás una playa
que fuese lamida por el mar más infinito
que jamás mujer alguna pudo desear, experimentar
o concebir en su imaginación.
Me encuentro ahora anclada en mi sillón, sin otra luz que
la proyectada por el fuego que arde en este fuego
del hogar que una vez fue nuestro hogar.
He evocado, rememorado y revivido este recuerdo para
poder navegar fuera de estos mares tras estas ventanas,
mares que semejan y acechan tempestades.
Estos mares cuyas olas se crespan en espumas
de deseos apelotonados a base de mares nunca vistos,
de silencios apelotonados a base de palabras nunca dichas
y de gritos estrangulados.
Bullen, bullen los mares, cocinando sus espumas
del sabor, del deseo y de la miel.
Sus riberas naturales van minimizándose
hasta desaparecer anegadas por sus propias aguas pasionales,
después de ser erosionadas, chocadas desesperadamente.
Ya no existen playas donde anclarme. No existe el motivo
por el que anclarme. Anclarme me impide buscar un mar
más grande, aunque sepa ya que no existe.
Cuántos amaneceres habré de vivir a oscuras antes de
bañar mi mirada de nuevo en la superficie lisa de un mar
todavía màs profundo, todavía màs grande...un mar de luz
rosa y dorada anegada de aguas calmas...
No muero sino que sigo viviendo cada vez que recuerdo
mi mar más grande,
sigo viviendo cada vez que busco un mar más grande,
por más que me empeñe en que no existe
la vida después de semejante amante.
Ref: jerna puesto el 11/1/01 7:31
Ref: PEPILLO a Sporadica puesto el 11/1/01 9:04
Me parece muy bien que escribas lo que quieras, pero...

¿Era necesario escribirlo en TODAS las secciones?
Ref: Toni a MIGA puesto el 11/1/01 9:32
Hola querida Donostiarra, un besazo tambien para tí. Feliz año y ahora me pongo a enviarte las direcciones. Agur.
Ref: PEPILLO puesto el 11/1/01 11:05
Era tan-ton-tín, tan-ton-tín, tan-ton-tín que le llamaban "el campana"
Ref: El Campana puesto el 11/1/01 11:05

Una "mujer pública" va a ver al ginecólogo
- Dígame señora, ¿pierde usted mucho durante las reglas?
- Bueno, a 25.000 por día, haga usted mismo el cálculo.
Ref: PEPILLO a 11:05 puesto el 11/1/01 13:01
¿Voy a tener que volver a escribir letritas entre paréntesis?
Ref: El Campana (para PEPILLO) puesto el 11/1/01 14:34
No hombre, no creo que sea necesario.
Ref: forastero puesto el 11/1/01 20:59
!Que hartura de tontos¡Me los encuentro en todas partes en el bar, en el trabajo,en mi casa,mis propios jefes.Hoy un subnormal ademas compañero de trabajo me ha comentado que su novia le ha regalado a tamara. Lo dicho QUE HARTURA DE TONTOS